Estaba preparando los últimos detalles del cumpleaños de mi novio cuando sonó el timbre de la puerta, aún quedaban varias horas para que llegasen los invitados así que me sorprendió un poco cuando al abrir encontré al mejor amigo de Carlos.
- estaba ya cerca del piso y no me apetecía ir a casa para luego tener que volver, ¿te importa?
- no, no digas tonterias
Podía haber sido cualquier otro, me caía tan mal que a duras penas conseguía disimularlo, pero eran inseparables desde el jardín de infancia, así que tenía que aguantarme las ganas de decir lo que realmente pensaba.
- Tienes papel de regalo, es que no me ha dado tiempo a envolverlo
Me acerqué a mirar lo que había comprado, era una novela erótica, muy típico de él, al año anterior le había regalado unas bolas chinas y otro una muñeca hinchable, que aún daba vueltas por la casa, Carlos estaba tan entusiasmado con ella que no me atrevía a tirarla y tenía que aguantar ver aquella boca chupapollas continuamente.
- podías regalarle otro tipo de cosas- intenté que mi voz no sonase asqueada
Se encogió de hombros con una sonrisa y fue a sentarse en el sofá, me quedé con la novela en la mano, con lo guarro que era, seguro que resultaría más pornográfica que erótica.
Me senté en la silla más alejada a él y hojeé algunas páginas, nunca había leido un libro de esa clase y sentía un poco de curiosidad, algunos párrafos estaban subrayados, pronto mi mirada se vió atrapada por las palabras allí escritas.
- si lees en voz alta nos entretendremos los dos
Su voz me sobresaltó, durante unos minutos había olvidado su presencia, noté como me ponía roja cuando sentí sus ojos sobre mis pezones que tomando vida propia se habían puesto tan duros como piedras.
Se había quitado la chaqueta y su camiseta dejaba traslucir unos abdominales perfectos, que me pareciese un gilipollas no evitaba que fuese consciente de lo atractivo que era, sus ojos marrones aún seguían clavados en mis pechos, humedeciéndose los labios con la punta de la lengua volvió a preguntar:
- ¿no quieres leer un poco para mí?
Pensé que por leer en voz alta unos cuantos párrafos no pasaría nada y a lo mejor así conseguiriamos llevarnos bien.
"...haciéndome pasar al salón sin más decoración que una estrella de cinco puntas dibujada en el suelo, me golpeó en la nuca haciendo que cayese, para a continuación arrastrarme y colocarme sobre la estrella. Cuando intenté soltarme golpeó mi cara, arrancándome un grito de dolor.
Atrapó mis muñecas y tobillos en unas argollas sujetas al suelo y me dejó allí sola y medio muerta de miedo..."
- esto es una novela erótica o de ceremonias macabras
- sigue leyendo y así lo averiguamos - le brillaban los ojos y en su entrepierna comenzaba a adivinarse un ligero bulto
"... Podía oír ruidos en la habitación de al lado, tal vez si gritaba me escucharía algún vecino, pero me daba terror enfadar a mi secuestrador y que decidiese matarme antes de que llegase la policía.
En el umbral aparecieron de repente varias figuras encapuchadas, comenzaron a dar vueltas a mi alrededor; la única luz provenía de las velas que sujetaban en sus manos, giraban entonando cánticos extraños. Uno de ellos se agachó y con un cuchillo comenzó a cortar mi ropa, el frío metal
hacía que mis pezones se erizasen bajo su contacto, debía sentir miedo, sin embargo estaba excitada. Bajo la tenue luz podía ver asomar entre las túnicas, enormes miembros erectos..."
- esto es irreal, sí a una mujer la secuestran y la atan se muere de miedo, no de gusto- necesitaba un descanso porque a pesar de lo estúpido que me parecía lo que estaba leyendo, estaba cada vez más agitada.
Roberto sentado cómodamente en el sofá se acariciaba suavemente la entrepierna por encima del pantalón, su respiración se entrecortaba dejando ver entre sus labios abiertos unos dientes afilados. Su oscura mirada se cruzó con la mía, sus deseos eran tan evidentes que hizo que agachase la cabeza para continuar con la lectura.
"...dos pares de brazos me elevaron unos centimetros del suelo, mientras un tercer encapuchado se arrodillaba entre mis muslos; el grosor de su pene hizo que abriese mis ojos de espanto, pude ver una dentadura perfecta bajo la capucha, apretó el enorme capullo contra mi entrepierna, intenté zafarme, pero lo único que conseguí fue enfadarlos, uno mordió con fuerza mi pezón, mientras otros introducía sin miramientos varios dedos en mi culo, solté un pequeño grito consiguiendo con ello otra hostia en la cara.
El que estaba a mis pies comenzó a reirse comentando a los otros dos que siguiesen que me estaban haciendo disfrutar tanto que derramaba líquido como una auténtica puta.
Tenía razón estaba excitada como nunca antes en mi vida, noté como me la introducía poco a poco, lentamente haciéndome saber su tamaño. Pensaba que ya había terminado cuando de un empujón me la metió entera, sentí como llenaba cada hueco, jamás me habían penetrado con algo tan desmesurado, cuando comenzó a follarme brutalmente casi me volví loca de placer, agarró mis caderas para darse un mayor impulso, gemía y gritaba poseída completamente por los orgasmos, lo que aprovechó uno de los otros para meterme su rígida polla en la boca..."
- esto ya es vicio- no pensaba continuar leyendo esa guarrería
Roberto estaba de pie a mi lado, de un manotazo hizo volar el libro que cayó abierto sobre la alfombra, estaba completamente desnudo con su miembro en la mano, no tenía nada que envidiar al de la novela, abrí la boca para decirle que se vistiese y se fuese inmediatamente de mi casa, pero él utilizó ese momento para hincarla entre mis labios, noté el sabor de su piel, mientras mis pezones se ponían más y más duros, se la chupé como si fuese un helado de chocolate belga con nueces de macadamia, oía como gemía, lo que hacía que aumentase mi excitación, necesitaba urgentemente introducirme su verga, de un empujón le derribe en la alfombra, pero atrapó mis manos y me tumbó sobre la espalda, comenzó a lamer la parte interior de mis muslos, acercándose pero sin terminar de detenerse allí donde yo más quería, cuando por fin se decidió estaba a punto de explotar
- te gusta, ¿eh, putilla? dime cuanto te gusta
- quiero que me lo borres de tanto comermelo
Debía estar hechizada para hablar como lo hice, en todos los años que llevaba con mi novio, nunca le había dicho nada semejante. Sentía su lengua, su saliva mezclándose con los fluidos que rezumaban de mi cuerpo, mantuve su cabeza cogida firmemente entre mis piernas mientras duraron los temblores. En cuanto le solté inició su camino subiendo por mi vientre, parando en mis pechos donde permaneció un largo rato jugando con ellos, tan pronto los mordía como los acariciaba suavemente apenas rozándolos, los chupaba para después pasar a apretarlos tan fuerte que hacía que se me saltasen las lágrimas.
Subió aún más, deteniéndose de nuevo, esta vez en mi cuello, donde mordió tan fuerte que pude sentir como sus dientes desgarraban mi piel. Cuando llegó a mi boca me metió la lengua hasta la garganta al mismo tiempo en que por fin me tomaba, agarré firmemente sus duros glúteos notando como se tensaban más y más sus músculos con cada nueva embestida, por su bronceado torso resbalaban gotas de sudor que caían entre mis pechos.
- abre más las piernas, puta, voy a hacer que me recuerdes cada vez que te acuestes con el marica de tu novio
Disfrutaba cada vez que con su voz ronca me insultaba, me abrí aún más recibiendo con delirio cada nuevo envite, empujaba cada vez más fuerte y más profundo haciéndome alcanzar de nuevo orgasmos tan intensos que me hicieron lanzar gritos feroces.
- a cuatro patas, zorra
- ni lo sueñes, oblígame cerdo
Sin ningún esfuerzo me volteó sujetándome tan fuerte que impedía que me escapase, cuando se dio cuenta de que yo no tenía ninguna intención de fugarme, sus manos buscaron nuevos asideros, una mano agarró ansiosa uno de mis pechos, mientras que con la otra frotaba mi clítoris, introduciendo sus dedos al mismo ritmo que su polla entraba y salía de entre mis nalgas.
me corrí de nuevo, esta vez notando como algo caliente se deslizaba por mi culo. Los brazos ya no me respondían y caí de golpe sobre la alfombra con su cuerpo cubriendo aún el mío; mi mirada fue a posarse sobre las páginas abiertas del libro que permanecía testigo mudo esperando su momento.
"...follada por arriba y por abajo, mi cabeza daba vueltas sin ser ya consciente de nada de lo que me rodeaba, sólo me concentraba en las múltiples manos que me daban placer por todo el cuerpo. Una de ellas soltó los grilletes que me aprisionaban, haciendo que me sentase sobre el miembro que me barrenaba desde hacía más de una hora, me impulsé como una demente una y otra vez sobre él, con la boca lamía y succionaba los huevos del otro, con una de las manos libres masturbaba al tercero que hasta ese momento apenas había entrado en acción, mientras que con la otra buscaba mi propio clítoris..."
No me dejó continuar, con el falo de nuevo tieso como el mástil de un barco hizo que encadenase de nuevo varios orgasmos consecutivos.
Esa tarde cuando mi novio regresó del trabajo se llevó la agradable sorpresa de que su amigo más querido y su novia parecían detestarse un poco menos.