sábado, 24 de julio de 2010

Control descontrolado


- ¿me permite decir algo antes de tomar una decisión?
Paula mantenía la mirada baja, mientras esperaba la respuesta de su “amo”, no quería que él viese el brillo de sus ojos, sólo quería que escuchase sus palabras.
- adelante, te escucho
- confío en usted y aceptaré las consecuencias de lo que decida
La voz sonaba tranquila, sumisa, como debía ser, no parecía una amenaza pero Job miró con desconfianza a la mujer desnuda que tenía arrodillada entre sus muslos, restos de semen aún resbalaban por su barbilla, ella lo dejaba correr como la había ordenado, en ningún momento había intentado limpiarse, pero algo en la tensión de su espalda le recordó a una tigresa al acecho de su presa.
Encendió un cigarrillo, mientras recordaba como habían llegado a ese punto, al principio le pareció extraño que aceptase, pero después pensó que tal vez la había juzgado mal y desde luego estaba disfrutando del juego.
Esa tarde habían quedado en una terraza del centro, al verla llegar se le ocurrió como sería tener a una mujer con una personalidad tan fuerte completamente dominada, aunque sólo fuese durante un rato.
Uno de sus amigos no le quitaba los ojos de encima, la miraba descaradamente las tetas y la muy puta le sonreía, le sacó de quicio, no quería nada con él, pero la encantaba gustar y solía coquetear hasta que se aburría del tonto que caía en sus redes.
- si queréis os dejo solos y así estáis más cómodos – intento no sonar enfadado
- yo estoy cómoda así – los ojos verdes relampaguearon un segundo tras las gafas de sol
- pues yo no. Me voy, no me apetece seguir aquí – se levanto del asiento, dejando caer unos billetes sobre la mesa para pagar las consumiciones
- espera Job, no te vayas. Quiero estar contigo
Al preguntarla si estaba segura de eso, Paula había movido la cabeza afirmativamente y ahí decidió lanzarse a la piscina. Si quería estar con él tendría que hacer en todo momento y sin protestar todo lo que él la pidiese. Le miro primero extrañada, pero después con una sonrisa juguetona aceptó.
Sus amigos no parecían comprender a donde quería llegar y le miraron expectantes, esperando cual sería la primera petición.
- quiero que me des tus bragas ahora
- que infantil, ¿de verdad esperas qué haga esa tontería?
Él se levantó para irse, pero ella lo retuvo, cogió el bolso para ir al servicio y darle lo que le pedía, pero la ordenó que lo dejase, quería las que llevaba puestas, no las que seguramente llevaría en el bolso. Con un bufido Paula entró en el bar, antes de un minuto tenía las bragas metidas en su jarra de cerveza. Iba a tener que enseñarle un poco de modales a aquella zorra.
- Déjame verlo
Con el codo, Paula tiró su paquete de tabaco al suelo, cuando él se había agachado a recogerlo, ella abrió las piernas para que pudiese admirar la suave y lisa piel de su sexo, ni rastro de vello, tan moreno como el resto de su bronceado cuerpo. Tuvo que hacer un gran esfuerzo por no meterse allí mismo debajo de su falda y comenzar a lamerlo.
El resto de los que estaban sentados a la mesa tenían los ojos desorbitados y las pollas comenzaban a empujar contra las cremalleras, Job se despidió de ellos y ordenó a Paula que le siguiese.
- a partir de ahora, me tratarás de usted. Antes de hablar me pedirás permiso y no harás nada que yo no te diga.
Paula aceptó en silencio, le siguió hasta su apartamento varios pasos por detrás de él, esperaba que en cualquier momento se marchase pero allí seguía cuando abrió la puerta y la hizo entrar.
- Ponte de rodillas, perrita
Ni una mirada, ni una queja cuando la levantó el vestido y dejó a la vista aquel maravilloso culo, perfecto para ser penetrado, apoyó la cabeza de su miembro entre las dos nalgas, Paula se giró rápidamente.
- no pensarás hacerlo así, me harás daño
La dio tal azote, que sus dedos quedaron marcados en el resplandeciente trasero, Paula le miró con odio pero no dijo nada, miró al frente y notó como sus músculos se tensaban. Peor para ella, cuanto más tensa estuviese más le dolería.
De una potente embestida, le metió la polla entera, ni un solo grito, sólo las uñas clavadas en la alfombra, los empujones eran cada vez más intensos y profundos, pero no consiguió que emitiese ni un suspiro, debía dolerla, pero no decía nada, un hilillo de sangre resbalaba por sus nalgas pero seguía como ausente. Se corrió dentro de ella, vaciándose hasta quedar completamente satisfecho. De momento.
- Quédate como estás putita, mientras voy a lavarme
Cuando salió del baño, allí seguía, con su blanca leche resbalando y formando un pequeño charco entre sus rodillas. Verla así, tan indefensa hizo que se sintiese mal, pero cuando sus miradas se encontraron y vio el fuego de sus ojos, volvió a enfadarse con ella.
- Ven aquí de rodillas y chúpamela
Al instante, la tenía entre sus muslos, lamiendo el capullo, recorriendo con su lengua cada vena, haciendo que cada vez se hinchasen más, acariciando con suavidad sus huevos, que de nuevo comenzaban a llenarse. La observó atentamente mientras sorbía y chasqueaba la lengua sobre el frenillo, mientras se tragaba entera su erección, sin quejarse cuando él la cogió por la nuca e hizo que casi se ahogase con ella. La tiró del pelo, marcándole el ritmo que él quería, cuando de nuevo quiso correrse no permitió que se apartase, los hermosos ojos verdes le miraban llenos de lágrimas por el esfuerzo de no asfixiarse.
- ¿por qué no la pides que me la chupe a mí también? – la voz de su amigo le sobresaltó, no le había oído llegar, ni sabía cuanto tiempo llevaba allí.
Y ahí se encontraba ahora, sin saber que hacer.
Decidió tentar a la suerte, lo más seguro es que se levantase y se fuese, pero después de lo que había pasado seguro que no volvería a hablarle, así que ya no tenía nada que perder.
- Chúpasela. Con ganas que yo vea como disfrutas putita.
Los siguientes minutos fueron una jodida locura, si le hubiesen preguntado que coño había pasado no sabría que decir, casi en el mismo instante en que terminaba de dar la orden, su amigo recibía una patada en el pecho que le lanzó fuera de la habitación, un puñetazo le dejó sin respiración, el tiempo suficiente para atrancar la puerta y no permitir que invitados indeseados entrasen de nuevo.
Paula se sentó sobre mi pecho inmovilizando mis brazos, me preparé para lo peor, recibí una hostia en toda la cara que me devolvió un poco de cordura. Mierda me había pasado y ahora estaba encerrado con una mujer furiosa y que podía partirme en dos, ¿cómo me había olvidado que llevaba años practicando karate?
Si la tarde había sido extraña, lo que sucedió a continuación fue de encuentros en la tercera fase. Paula tomó mi polla, flácida por el susto y comenzó a masturbarla, cuando la tuvo como quería se penetró con ella, sus caderas se movían buscando darse el máximo placer, gemía cada vez que entraba hasta lo más profundo, y cuando comenzó a ir más rápido jadeaba como una perra en celo.
Cuando cayó agotada, la abracé con fuerza y ella me correspondió.
No hubo preguntas, ni reproches, Paula se quedó a vivir conmigo, por supuesto siguió coqueteando con todos los hombres que rondaban a su alrededor, excepto con mi amigo que jamás volvió a acercarse a ella. Pero algunos días, se dirige a mí de usted y entonces la hago pagar por todas las impertinencias diarias que me hace aguantar. Se que estoy jodido, pero mi putita confía en mí y yo debo aceptar las consecuencias de mi decisión.

viernes, 23 de julio de 2010

Baco


La gran puerta de roble oscurecida por el tiempo se deslizó suavemente al ser empujada, esperaba un chirrido, un lamento de la madera pero sólo escuché el sonido del aire al atravesar el umbral.
El interior oscuro tampoco tenía nada de inquietante, un poco de polvo lo cubría todo pero nada que pudiese explicar el nerviosismo de los antiguos inquilinos. Las personas aprensivas no deberían ver nunca películas de terror, después en cuanto ven un antiguo caserón oscuro y un poco destartalado les da por pensar en Norman Bates, en cualquier caso mejor para mí, estaban tan deseosos de vender que me lo habían dejado por un precio irrisorio, si casi me dieron dinero para que me lo quedase.
Me paseé lentamente por todas las estancias, necesitaban unos cuantos arreglos pero la estructura estaba en un perfecto estado, las cañerías también parecían funcionar bien, pero para asegurarme llamaría el lunes a un fontanero. Descubrí que debajo de un espantoso suelo se escondía el mármol original, desde luego había hecho el negocio del siglo, sólo los muebles valían el doble de lo que yo había pagado.
El jardín ya era otra historia, se encontraba en un estado semisalvaje, la maleza y las malas hierbas lo cubrían todo, en varios puntos se adivinaban fuentes y esculturas de ninfas desnudas, los árboles frutales aunque estaban en un completo abandono eran recuperables, el aroma de la combinación de diferentes especies de flores, era un placer para el sentido del olfato. Locos sin duda debían estar, para vender esta maravilla, desde luego llevaría mucho trabajo, pero merecería la pena.
Me encontré imaginando como serían las antiguas bacanales, con ménades enloquecidas por el vino y la lujuria bailando en honor a su dios Baco, idolatrando a esa divinidad divertida y amante de las fiestas.
Me serví una copa de una botella de vino que encontré en la bodega, un Château Petrus del 45, no entiendo mucho de vinos pero me pareció que estaba bueno. Mientras seguía saboreándolo me apoye en la balaustrada y me dejé llevar soñadora por la calma del momento.
A lo lejos podía oír el sonido de lo que parecían flautas, el vino se me estaba empezando a subir a la cabeza, seguramente era la música de algún pub cercano que todavía permanecía abierto.
Hacía un poco de calor y estaba sola ¿por qué no? Dejé que los tirantes del vestido se deslizasen por mis hombros, me sentí libre sintiendo la brisa que amante acariciaba mi cuerpo. No todo él, aún llevaba un trozo de tela, con un poco de vergüenza me despoje de las braguitas de encaje.
Con la copa de vino en la mano, fui andando suavemente sobre la hierba, que llegaba casi hasta mis rodillas, hasta el centro del círculo que formaban las esculturas de las bellas ninfas, allí estaba despejado como si hubiese sido segado recientemente.
La hierba fresca me hacía cosquillas en la planta de los pies, comencé a girar siguiendo el sonido de la música, solté mi cabello, que cayó como una cascada cubriendo toda mi espalda.
Cuanto más giraba, más excitada me sentía, un vino muy potente debía ser aquél, bebí otro trago y varias gotas se deslizaron por mi barbilla, cayendo entre los pechos, siguiendo su curso por el vientre. Con los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia atrás pude sentir la humedad del aire que absorbía como una lengua las gotas derramadas.
Seguí bailando cada vez más frenéticamente, riendo a carcajadas, sintiendo como unos labios invisibles besaban mi piel, llevada por el frenesí deseé más, recordé el himno que mi madre me enseñó siendo yo una niña y después de tantos años lo grité a los cuatro vientos:
Escucha, bienventurado, hijo de Zeus, Baco Epilenio, de dos madres, simiente muy recordada, de muchos nombres, deidad liberadora, sagrado brote de los inmortales, de oculto nacimiento, Baco a quien le gritan evohé, bien nutrido, abundante en frutos, que incrementas el muy gozoso fruto, Leneo que haces temblar la tierra, de gran fuerza, de variada forma, que te manifiestas como un remedio aliviador de fatigas para los mortales, sagrada flor, alegría despreocupada para los mortales, que acaricias, de bella cabellera, liberador, que deliras con el tirso, Bromio, a quien le gritan evohé, benévolo para todos aquellos a quienes deseas mostrarte de entre los mortales e inmortales: ahora te invoco para que vengas dulce, portador de frutos, para tus iniciados.
Y llegó… pude sentir sus manos rechazadas hace tiempo por el miedo y la incomprensión, mi dios que nunca me abandonó a pesar de mis desprecios, de mi negación de su existencia.
Sentí de nuevo sus suaves rizos sobre mis pechos, mientras su sexo duro y vigoroso me penetraba desbordándome, rompiendo las barreras que mis prejuicios habían creado, una y otra vez. Escuchaba mis propios gritos pidiéndole que no parase, que continuase, que me violase, que desencadenase toda su fuerza dentro de mí…
¡Ah, mi dulce dios! Me penetró con violencia, durante toda la noche, cuanto más rudo era más le amaba yo, más lo deseaba, más me perdía a mí misma. Cuando el sol comenzó a asomar por el horizonte y las flautas cesaron desapareció, dejándome derrotada y abatida sobre la hierba.
Con las piernas aún temblorosas, fui hasta el cobertizo y cogí con fuerza el martillo más grande que encontré, destrocé todas las esculturas, vacié todas las botellas de vino que pude encontrar, vacié mi corazón y llamé al fontanero, dejando caer en el olvido la noche pasada.

miércoles, 21 de julio de 2010

EL VIAJE


Decidimos iniciar aquella ruta tras tres meses de discusiones y cambio de planes, finalmente nos pusimos de acuerdo parcialmente, ganó la mayoría entre la que yo no estaba, yo quería ir a Italia, pero la mayoría de mis amigas preferían ir a Ibiza a la Cala Salada , una playa nudista. Yo soñaba con ver esculturas de mármol como las que había en los museos vaticanos, pinturas renacentistas de héroes mitológicos, monumentos impresionantes… Pero mis amigas preferían ver las esculturas, héroes y monumentos de carne y hueso además de al natural.
Íbamos a ir cinco amigas de las cuales, tres querían ir a Ibiza y dos queríamos ir a Roma, al final el “arte actual” desplazó al arte eterno.
Una vez decidido el destino fuimos a sacar los billetes de avión, conseguimos un buen precio gestionándolos a través de una compañía de vuelo de low cost.
Después nos fuimos a casa de Laura para buscar un hotel económico, aunque mis amigas se empeñaban en buscar un hotel naturista. Yo no estaba muy convencida, eso de que te sirvan la comida en pelotas no me parece higiénico, a ver si vas a pedir unos huevos revueltos y te van a dar también una salchicha con queso por el mismo precio.
Al final encontraron un hotel naturista además con oferta especial a grupos, mis amigas se mostraron entusiasmadas, la norma general era no llevar ropa en ninguna de las instalaciones del hotel, bueno por lo menos no tendríamos que cargar con maletas llenas de ropa, seria liviana, aunque ya puestos ni maleta, un vestido solo para el viaje y para hacer alguna visita, ya que para el hotel, la playa y las incursiones nocturnas no se necesita ropa, eso sí meteré en el bolso algunos peta zeta para amenizar éstas en caso de producirse, cosa muy lógica si se está desnudo todo el día, será más cómodo y sobre todo nos ahorrará la visión en un momento íntimo, de ver al hortera de turno totalmente desnudo a excepción de los calcetines, que manía tienen algunos, será que les da seguridad, pero a mí desde luego me baja la libido, será cuestión de ponérselo en la cabeza y simular un atraco erótico.
Con todo ya preparado nos fuimos cada una a nuestra casa a la espera de empezar un viaje diferente.
Llegó el sábado y con él el inicio de nuestras vacaciones, marché al aeropuerto y allí me esperaban Laura, Sara, Paloma y Ana, nos dimos un gran abrazo grupal,
-¿dónde está vuestro equipaje?- pregunté-
-¿Pero no quedamos en ir con lo puesto?-Contestó Ana.
-Yo no llevo ni bragas, solo peta zetas- dijo Laura riendo haciendo gala de su habitual descaro.
Este viaje iba a terminar con algún bombo.
Cogí mi pequeña bolsa de viaje y nos dirigimos al mostrador de facturación, aunque solo a recoger las cartas de embarque ya que mis amigas iban muy livianas y mí bolsa la iba a subir conmigo.
Subimos al avión riéndonos y le dije a Laura:
- Ten cuidado Lauri al cruzar las piernas no vayas a emular cierta escena de la peli “Instinto Basico”.
- Ja ja ja –rieron todas.
- Menos bromas, seguro que os morís de envidia por no poder ir tan fresquita como voy yo-dijo Laura-
- Ten cuidadin no sea que te haga ventosa-repuse yo mientras las demás no paraban de reír.

Entre risas aterrizamos en Ibiza, paramos un taxi para ir al hotel, el conductor nos preguntó extrañado que dónde estaban las maletas, su confusión aumentó al escuchar la carcajada general, cuando le dijimos el destino lo comprendió:
-Hotel “Enpe lota picada” por favor-dijo Ana con cara de no haber roto un plato en su vida.
El conductor intentó ligar con Ana, luego con Sara, después con Paloma, no se que se habría pensado, una cosa es ir a un hotel naturista y otra ser consideradas como mujeres fáciles.
Al llegar al hotel me sorprendió mucho su decoración, era amarillo con forma de plátano gigante, el taxista nos dijo que antes de entrar teníamos que desnudarnos, muy agudo por su parte, pero se iba a quedar con las ganas de vernos desnudas, le dejamos propina para que se comprase un ejemplar de Play boy y entramos al hotel.
Un vigilante de seguridad guardaba la puerta, solo estaba equipado con dos porras, una reglamentaria y la otra de serie masculina mucho más corta y fina.
Se acercó a nosotras y nos dijo que vestidas no podíamos pasar que teníamos que quitarnos la ropa en un cuartito a la derecha, habilitado para ello, fuimos hacia el lugar indicado y nos quitamos la ropa. Yo no quería salir de allí me moría de vergüenza contemplando mi cuerpo desnudo y el de mis compañeras, parecíamos muñecas ya que habíamos quedado en depilarnos completamente por eso de la uniformidad grupal, que chorrada pero parecía que así nos daba menos vergüenza iendo todas iguales, ya que si iba una con el vello en forma de triángulo, otra una línea, otra a lo Bob Marley…seguro que nos miraban más comprobando que forma era más original.
Mis amigas me empujaron literalmente para que saliese y me encontré frente a la recepción, era algo completamente surrealista ver a la gente detrás del mostrador trabajando como si nada desnudos, el recepcionista que nos atendió era muy alto y su aparato reposaba directamente sobre el mostrador, me dio un formulario para registrar nuestra entrada y casi me confundo al ir a coger el boli , vaya primera impresión.
Nos dio la llave habitación numero 69 que apropiado, fuimos hacia el ascensor, cuando me fijé en el moreno que trabajaba como ascensorista casi me da un pasmo, menuda jabalina, nos invitó a pasar pero ¡si casi no había sitio entre la estrecha puerta y su instrumento!
Mis amigas reían sin parar.
Llegamos a la habitación y me di una ducha de agua fría.
Cuando bajamos a la playa yo me cubrí con la toalla por el camino plagado de mirones, una vez allí la gente se comportaba con total naturalidad, familias enteras disfrutaban del sol y el agua. Si había alguna elevación involuntaria de asta, se metían en el mar y el agua fría los aplacaba, aunque si te fijabas bien en el color del agua, por algunas zonas era demasiado blanquecino ¿seria solo por la sal y la espuma?
Disfrutamos al sentir el roce del agua en nuestro cuerpo desnudo y tuvimos especial cuidado de que la arena no se colase por zonas prohibidas.
Regresamos al hotel para cenar, no había que preocuparse de elegir indumentaria elegante para bajar al comedor, todos iríamos emulando el cuento del “traje nuevo del emperador”, aunque no con bellas telas imaginarias que solo pueden ver algunos, sino con la certeza del desnudo más integral. Nos sentamos en una mesa, el metre se acercó a nosotras para que pidiésemos ya que era comida a la carta, era curioso, yo no podía mirar a la cara, clasificaba a los empleados por sus tamaños, por lo que solo se me ocurrió pedir salpicón de gambas de primero, salchichas con queso de segundo y de postre sorbete de plátano. La verdad, la comida no te sienta igual viendo tantos sexos, ya que empiezas a pensar, con que habrán batido los huevos, la salsa de la carne de que estará compuesta y los sorbetes con que leche habrán sido regados, además de sentarte en las sillas con un poco de pudor, por no decir otra cosa, temiendo a invitados no deseados.

Los días pasaron muy deprisa, a algunas cosas nos acostumbramos, a otras no tanto, pero sí fueron unas vacaciones inolvidables salpicadas de risas, humor y como no llenas de peta zetas

martes, 20 de julio de 2010

LA ULTIMA TENTACIÓN


Amaneció, el sol comenzó a entrar a través de las rendijas de mi persiana, reflejándose en las paredes, creando claroscuros.
Me rebullí entre las sábanas, no me apetecía nada levantarme, era demasiado temprano y además no tenía ningunas ganas de trabajar. Apagué el despertador del móvil y me di la vuelta, estaba harta de tantas responsabilidades de trabajo, familiares…
Hoy iba a ser un día dedicado a mí en el que iba a hacer lo que realmente me diera la gana.
Seguí durmiendo y no volví a mirar el reloj, apagué el móvil no pensaba dar ninguna explicación de mis actos a nadie, era mi día y nada ni nadie me lo iban a empañar.
Cuando sentí hambre me levanté, fui a la cocina y me hice galletas con Nocilla y pan con paté, estaba harta de dietas, fuera las restricciones en mi día, para acompañarlo
nada de leche ni infusiones, una buena coca-cola a la lima en vaso grande, con mucho hielo y limón.
Que placer, da lo insano.
Decido tomar un buen baño con esencias de melocotón, enciendo un palito de frutos rojos lo coloco en mi lámpara de Aladino, después entro en el agua tibia perfumada de melocotón y enciendo mi mp 3 acuático, una voz masculina empieza a melismar ,me pierdo entre efluvios orientales. No se cuanto tiempo permanezco así con los ojos cerrados, disfrutando de la paz de un día mágico. Cuando tengo ya los dedos como garbanzos, decido coger la esponja, deposito un chorro generoso de gel de mora en ella y comienzo a deslizarla suavemente por mi piel húmeda, un estremecimiento de placer me recorre cuando la paso por zonas prohibidas y decido hacer una exploración, la esponja ha tomado vida y acaricia dulcemente, ahora estoy en un harén, soy la sultana de Almería ,no logro decidir a quién elegiré esta noche, un gran muestrario de torsos poderosos y labios carnosos me saluda, al final me quedo con todos ¿por qué perder el tiempo eligiendo ante tal variedad de bellezas?
Los llevo conmigo a la sala de los mil espejos, nos acomodamos entre un sin fin de cojines y alfombras multicolores y no pienso detallar más ya que las palabras se quedarían cortas para detallar tal derroche de placer, dejo a la imaginación ilimitada de mi lector el resto.
Cuando la esponja se ha derretido ante el calor de mi incendio, decido salir del baño, me seco y aplico una gran cantidad de crema con aromas frutales, desterrando las anticelulíticas y reafirmantes, estoy estupenda, solo quiero oler bien, después cepillo mi sedoso y abundante cabello y tal como vine al mundo me voy a mi cuarto .Elijo un tanguita negro y un picardías rosa fucsia de raso muy cómodo, ahora estoy fresca, descansada y saciada – por el momento-. En mi salón que parece una biblioteca, escojo un libro al azar ya que todos me gustan, otra coca-cola fresca y unas pipas, me tiro al sofá y leo hasta que me escuecen los ojos, que paz, solo la llamada de la naturaleza logra interrumpirme y decido salir a comer fuera.
Me enfundo en unos vaqueros negros y una camiseta roja escotada, me calzo unas sandalias de alta cuña que estilizan mi figura, salgo del portal sin rumbo fijo, mis pasos me llevan hacia la calle de Alcalá, mi barrio es archiconocido por lo que cojo el primer autobús que llega y aparezco en la estación de Atocha, sería buena idea coger el primer tren que llegue y viajar hacia el lugar donde marque mi destino, dicho y hecho bajo a la vía 5, siempre ha sido mi número preferido y un Talgo se detiene, me subo y pregunto hacia donde va, me dicen que el destino final es Barcelona, me parece bien ,me duermo con el traqueteo del tren, cuando despierto ya he llegado a la ciudad Condal y además no ha pasado el revisor, que buena suerte. Salgo de la estación y cojo el autobús 5 que me lleva hacia la zona de las Ramblas, estoy hambrienta y entro al primer bar que encuentro, miro el nombre “Mi Última Tentación”, un nombre muy adecuado aunque espero que no sea la última, nada más entrar voy a la barra, miro el menú y me decido por un plato combinado de huevos con chorizo y patatas, nunca como tanta grasa pero hoy todo vale y una gran jarra de cerveza helada, cuando voy a pedir veo que un par de ojos negros inmensos no dejan de mirar mi escote, me sonrojo y olvido lo que iba a comer ya que la belleza del rostro que tengo delante no tiene precedentes, unos labios carnosos me están hablando pero yo no logro entender lo que dicen, solo puedo escuchar a mi alborotado corazón, seguro que se ha escapado de mi harén, sonrío divertida.
Por fin recobro el habla pero cambio de menú ahora solo pido ensalada completa, para cuidar mi línea le digo, si él supiera, pero espero que no se le acabe el chorizo…
Me sitúo en una mesa al lado de la ventana y por un momento pienso que todos estarán preocupados por mi desaparición, en un momento de lucidez enciendo el móvil y tengo veinte llamadas perdidas entre el trabajo y familiares, decido llamarles para dar señales de vida pero no se responderles cuando volveré ya que estoy volviendo a ser yo misma después de ocho años de vivir solo de convenciones sociales, trabajo y obligaciones familiares.
Vuelvo a apagar el móvil y llega el camarero con mi cena,
fuera de la barra todavía es más atractivo, de complexión atlética pero fuerte, media melena rizada de color castaño, ojos de pestañas rizadas y muy grandes, tono broncíneo, se nota que va mucho a la playa, además es bastante alto, me tiende la bandeja y sus músculos se tensan marcándoseles las venas que portan la savia de la vida.
-¿Cómo te llamas?-le pregunté.
-Me llamo Rafa, pero puedes llamarme Rafi-me contestó-
-Encantada.
-Lo mismo digo, ¿y tú como te llamas?
-Esmeralda, pero puedes llamarme Esme.
Desde la barra se oyó una voz que le llamaba, disculpándose dejó la bandeja y se fue.
Ya no tenía hambre, de golpe se me había quitado, me bebí la cerveza y me levanté para ir a buscar un lugar donde pasar la noche, no sabía que hora era ya que había desechado tanto el móvil, como el reloj, ambos objetos que controlan nuestras vidas.
Me despedí de Rafi con la mano y salí al exterior, en la calle hacía mucho calor, anduve dos pasos cuando oí la voz urgente de Rafi que me llamaba:
-¿Dónde vas a éstas horas? -Me dijo.
-No se ni que hora es.- Le contesté.
-En cinco minutos acabo mi turno, si quieres podemos ir a tomar algo, conozco un sitio cerca donde ponen una cerveza negra de fábula.
-Ok te espero aquí.
Me apoyé contra el muro exterior del bar y esperé hasta que apareció Rafi con su pelo suelto y una camiseta celeste que contrastaba con el color de su piel y un bolsito hippy colgado que le daba un aspecto muy bohemio.
-Vamos a coger mi moto.-Dijo mientras sacaba un juego de llaves de su bolsito-
Sin casi darme cuenta aparecimos en lo que supuse los arrabales de Barcelona y entramos en un edificio destartalado, que sitio más raro para un bar pensé, pero no dije nada y seguí subiendo las escaleras.
Llegamos al piso ático, sacó las llaves y abrió la puerta, entramos en el interior de una casa abuhardillada, donde yo no veía la barra por ningún sitio.
-¿Pero no íbamos a tomar una cerveza negra a un bar cercano?-le pregunté extrañada.
-Este es un lugar cercano y yo no te dije que fuésemos a ningún bar, te dije que conocía un sitio donde había unas cervezas negras muy buenas,¡claro mi casa! tengo unas Guiness la mar de fresquitas en mi nevera, ven ponte cómoda.
-Que morrro tiene, la verdad, pero tampoco tenía ningún sitio mejor para pasar la noche.-Pensé-
El sitio era muy acogedor, un apartamento medio diáfano, con una gran cama en el centro apoyada directamente en el suelo, con una colchita de verano decorada con mandalas de colores morados. A mano izquierda había una puerta abierta con un baño, a la derecha una cocina americana con barra de madera y al fondo varios pufs encima de una alfombra de motivos geométricos de tonos ocres. Una escalerilla de caracol ascendía a un lado y terminaba en una misteriosa puerta.
-Esme coge un par de “cerves” de la nevera -Dijo Rafi.
Me acerqué a la pequeña nevera y saqué dos cervezas muy frías, la nevera estaba llena de ellas.
Me acerqué a los pufs donde se encontraba Rafi recostado,
le acerqué la cerveza fría a la cara sin esperar su reacción, literalmente se abalanzó sobre mí tirándome a la alfombra, me metió la lata por dentro de mi camiseta riéndose del respingo que di y me dijo “tú la llevas”, cogí la lata y la abrí vertiendo sobre él una cascada de cerveza que salió a presión mojándole la entrepierna, no se si me dio más miedo su cara ó la tremenda arruga que se formó en su pantalón, se levantó de golpe mientras decía:
-¿quieres jugar gatita? Bien pues juguemos.
Cogió mi mano y me arrastró escaleras arriba, subimos la escalera de caracol y abrió la puerta, había una gran terraza con un jacuzzi en el centro, a un lado una cama de agua y al otro una gran piscina termal. Me tiró a la piscina vestida, mis ropas se pegaron a mi cuerpo cuando conseguí salir de ella intenté tirarle, pero él era más fuerte que yo y me tiró de nuevo. Cuando estaba más enfadada me sacó de la piscina y me acarició la mejilla.
-Solo es un juego Esme, no te enfades.
Aproveché que bajó la guardia para tirarlo al jacuzzi, pero como no me había soltado la mano caímos juntos formando un burbuja gigante, empezamos a reírnos y a jugar en el agua, en un momento dado me sentó encima de él, me besó con una pasión salvaje y yo le correspondí.
Fuimos quitándonos la ropa con urgencia en el agua nos sentíamos ágiles e ingrávidos pudiendo realizar todo tipo de acrobacias…
Cuando salimos del agua fuimos hacia la cama, descansamos un poco y luego probamos los placeres carnales que permite una cama en completo movimiento.
Finalmente nos quedamos dormidos, con los cuerpos entrelazados, mi cabeza apoyada en su torso escuchando un latir rítmico y regular como una nana.

Abro los ojos, está amaneciendo, el sol comienza a entrar a través de las rendijas de mi persiana, pero hoy no crea claroscuros solo claros que iluminan un perfil de escultura alumbrando un camino a seguir cargado de sueños y de esperanzas.

lunes, 19 de julio de 2010

AMOR DE LUZ


Pasaron muchos años,
hasta que volvieron a ser libres,
ya no hubo impedimentos,
para amarse sin medida.

Felices y gozosos,
sintiendose como esposos
en noche de bodas,
se tomaron de la mano
y partieron hacia el cielo.

La estancia se llenó de luz,
luz clara y brillante,
que invitaba a amar.

Lentamente fue cayendo la ropa
y con ella el último tabú,
se abrazaron y besaron,
y el deseo los cubrió.

En la dicha del momento,
otra chispa se prendió,
su amor no era de este mundo
y lo eterno los llamó.

Con el último aliento,
susurrando un te quiero,
en común unión partieron,
al Reino de la Felicidad.

En las noches sin luna,
los puedes contemplar ,
dicha que ya no espera,
estrella hecha corazón.

YA ESTOY DE VUELTA


Queridos lectores ya estoy de vuelta y voy a obsequiaros con unas poesias que espero que os gusten
besos ayesha.


SOLO AMOR


Solo amor,
amor por amor,
sin esperar nada a cambio,
-amor sin correspondencia-

Amor de una sola dirección,
sentimiento de ida,
solo un camino,
amor que llega y no retorna.

Cupido solo disparó una flecha,
es un amor sin esperanzas,
que vivió ya su crepúsculo
y hoy se encuentra en las sombras.

Amor con mayúsculas,
que espera en lo inmaterial,
alimentándose del pasado,
y vive en la plenitud del soñar.

Amor pausado, tranquilo,
carente de pasión,
vive de tu olvido,
nutriéndose de soledad.

-¡Oh amor glorioso,
tú vivirás por siempre jamás!-