miércoles, 31 de marzo de 2010

HOMENAJE A NAYIB MAHFOUZ


Quería rendir un homenaje postumo a Nayib Mahfouz mi escritor favorito, su literatura esta plagada de imágenes sobre todo del Cairo , sus personajes son característicos del Egipto real: pasionales,impulsivos,con un gran sentido del humor.
Cuando lees sus obras te transportas a un Egipto lleno de vida,luz y color, donde puedes verte reflejado en un sin fin de historias que te hacen reir y llorar a la vez.
Lo faraonico permanece vigilante de todo lo que ocurre y el Nilo te hace soñar entre sus cristalinas aguas en un mundo mejor.
Os recomiendo principalmente la trilogia: "Entre dos palacios", "Palacio del deseo" y "La Azucarera", es la historia de una familia a lo largo de varias generaciones.
"Veladas en el Nilo" son divagaciones de unos fumetas en un barco del Nilo que son de lo mas interesantes."Miramar" es la historia de una pensión ubicada en Alejandria que regenta una mujer de origen griego y sus personajes q viven alli.
"Rhadopis la cortesana" es la historia de nuestra cenicienta pero que se inicia en el Egipto Faraonico, ya que también Mahfouz escribió novela histórica.

Gran luchador,profeta de su tiempo,denuncia la injusticia social y hace una ligera critica de la religión que le costó un atentado por un grupo islámico radical, se puede ver en su obra "Hijos de nuestro barrio",tambien muy buena donde se comparan a traves de los personajes las relicgiones cristiana,judia y musulmana.
Os animo a leer ¡ya!



¡
Naguib Mahfuz
Egipto (El Cairo, 1911 - El Cairo, 2006) - Naguib Mahfouz
Novelista egipcio, nació el 11 de diciembre de 1911 y murió el 30 de agosto del 2006. Entró en el panorama internacional de la literatura cuando se le concedió el Nobel, siendo el primer autor en lengua árabe que lo recibe. Mahfuz es una figura intelectual imprescindible en Egipto y, por ende, en la civilización musulmana, con gran prestigio internacional.Partiendo de las leyendas y cuentos populares, escribió novelas históricas y realistas, mezclando vivencias autobiográficas y datos observados de la realidad y de la vida de El Cairo, escenario de casi todas sus novelas, ya sea en la época faraónica, como en su primera etapa literaria, ya en sus últimos años.Su obra fundamental es la Trilogía de El Cairo, publicada en 1957, integrada en tres novelas, desarrolladas en una época de grandes cambios sociales y políticos que se dieron en su país después del derrocamiento de la monarquía en 1952.Ganó el Nobel de Literatura en 1988.
Premio Nobel de Literatura 1988


obras de Naguib Mahfuz
El séptimo cielo
2009
Diálogos del atardecer
2004
Ecos de Egipto. Pasajes de una vida
2001 (2008)
La esposa deseada
2000
La maldición de Ra
1986
Akhenatón. El rey hereje
1985
El día que mataron al líder
1985
El café de Qushtumar
1984
El viaje del hijo de Fatuma
1983
Charlas de mañana y tarde
1981
Festejos de boda
1981
Cuentos ciertos e inciertos
1980
La epopeya de los miserables
1977 (2010)
Tras la celosía
1976
Un señor muy respetable
1975 (1994)
Café Karnak
1974
Amor bajo la lluvia
1973
Espejos
1972
La taberna del gato negro
1969
Miramar
1967
El mendigo
1965
El sendero
1964
Voces de otro mundo
1962
El ladrón y los perros
1961
Chicos de Gebelawi
1959
Hijos de nuestro barrio
1959
Palacio del deseo
1957 (2009)
Entre dos palacios
1956 (2009)
La azucarera
1956 (2009)
Trilogía de El Cairo
1956
Principio y fin
1951
El callejón de los milagros
1947
Jan Aljalili
1945
La batalla de Tebas
1944 (2008)
Rhadopis. Una cortesana en el antiguo Egipto
1943
Susurro de locura
1938
El Cairo nuevo
1932
Mañana de rosas
1930

EL MISTERIO DEL KA


Estábamos corriendo enmedio del caos que se produjo en el zoco de Khan Al Khalili en el Cairo viejo, todo era confusión, gritos y deseos de salir del laberíntico entorno en el que nos encontrábamos.
De repente se oyó un disparo, seguido de otro y otro más, la gente caía al suelo alrededor nuestro, uno tras otro como un enorme dominó humano que iba sembrando de cuerpos el zoco de una forma paradójicamente ordenada, como en hileras.
Alguien me cogió de la manga y me arrojó violentamente al suelo, justo antes de que una bala me pasase rozando la mejilla.
Los olores a sangre y pólvora eran mareantes, el tiroteo seguía, estaba atrapada.

Siempre quise ir a Egipto, desde niña soñaba con ello, el deseo se fue acrecentando hasta que un buen día se cumplió mi sueño.
Estaba en mi tercer año de carrera , en plena época de exámenes, estudiando en la biblioteca, noté como se me iban cerrando los ojos y entonces lo vi ,de pie, envuelto en un halo de luz, alto y sobrio, con un porte excelso, un turbante blanco y una chilaba blanca que denotaba una gran pureza. En su mano derecha llevaba un enorme bastón dorado labrado, sus ojos eran de fuego y sin mover los labios me transmitió un mensaje “ven a Egipto y busca el rubí del bastón sagrado”.
Cuando empezó a acercarse a mí me desperté, pero su imagen seguía grabada a fuego en mi mente y también su extraño mensaje.
Bajé corriendo las escaleras y salí de la biblioteca, mis pies parecían ir solos y me llevaron a una agencia de viajes cercana, entre en ella y me escuché asombrada comprar un pasaje a Luxor, Egipto.
Al día siguiente cogí un avión destino Luxor y sentí como si fuese a reunirme con mi destino. Al bajar del avión una especie de embriaguez me envolvió, hasta el aire era diferente.
De camino al barco noté muchos ojos clavados en mí, era como si me desnudasen.
Al día siguiente fui a visitar el templo de Luxor, me recibió una escultura de grandes dimensiones sedente de Ramsés II con su mujer Nefertari a sus pies.
Inicié la visita pero yo no podía escuchar al guía ya que mis voces interiores no paraban de hablarme, cada piedra e incluso cada grano de arena parecían susurrarme algo en una lengua ya muerta pero que inexplicablemente yo entendía.
Todo era como un “déjà vu”.
No se en que momento me perdí, ya que incluso mis pies parecían conocer el camino.
Estaba contemplando un relieve del dios de la fertilidad Amon Min muy explicito, mientras mis dedos recorrían sus finas líneas un sonido sordo provocó que una hendidura en la piedra se abriese dando paso a un túnel oscuro en el que caí. Al llegar al suelo noté que algo blando me acogía y el impacto final fue menor.
No podía ver nada, todo estaba muy oscuro y no había luz al final del camino.
Un intenso miedo me recorrió toda la espina dorsal, pero era un miedo más bien atávico, primitivo, a la oscuridad, ya que la aventura en el fondo me excitaba.
No se cuanto tiempo permanecí en la oscuridad ya que perdí la noción del tiempo, además me adormecí y ya no sabía diferenciar lo real de lo ficticio.
Volví a soñar con el hombre de la biblioteca, más imponente si cabe, más alto, sentía que me resultaba remotamente familiar.
En algún momento noté que su presencia se hacía más tangible y alguien que me tocaba, retrocedí bruscamente, en ese momento se encendió una luz en alguna parte y pude ver al hombre de mis sueños sosteniendo una antorcha que proyectaba una sombra fantasmal en torno suyo.
-No tengas miedo y ven conmigo.-Me dijo-.
Me tendió su mano y sin más me agarré a ella como a una tabla de salvación, era a lo único a lo que me podía aferrar para huir de esa oscuridad y de esa noche sin fin.
-Me llamo Medjad y pertenezco a una orden secreta de sacerdotes coptos.
-Yo me llamo Cristina.
-Eso ya lo sabía, te conozco desde que naciste pero no solo en esta vida sino también en las anteriores.
-Eso es imposible-dije-
-Nada hay imposible Ayesha , nada-
-¿Por qué me llamas así?
-Porque ese es tu nombre primigenio. Tienes que cumplir una misión y así cerrarás el ciclo.
-¿Qué ciclo?
-El intemporal ciclo del Ka que nunca muere sino que se va regenerando.
-No entiendo nada.
-Da igual ya lo entenderás a su debido tiempo y ahora ¡vamos!
Se movía con una elegancia exquisita, era como si se deslizase y al andar sus pies no tocasen el suelo.
No podía creer nada pero sin embargo le seguía y mi mano iba cogida a la suya de forma natural, tal vez su propio calor me tranquilizaba.
Era tremendamente atractivo, su belleza era atemporal, como si no perteneciese a este mundo.
Salimos a la cegadora luz del desierto, me llevó a un monasterio perdido, perfectamente conservado, la cruz copta se podía ver impresa en todos sus muros.
-¿Seguimos en Luxor?
-Claro pero es una zona desconocida perdida entre las arenas del desierto.
Entré en el monasterio copto, el contraste con el exterior era muy acusado, dentro se estaba tremendamente fresco.
Me llevó a una sala y allí me acercó un asiento para que me sentara y empezó a hablar.
-Mira ayesha te voy resumir en pocas palabras la historia de nuestra hermandad,
Vivíamos en un templo cercano a Assuan en Phile, éramos una hermandad muy numerosa pero los romanos nos diezmaron aunque no pudieron acabar con nuestro culto, nosotros conservamos la verdadera lengua egipcia y también su magia, gracias a ésta pudimos renacer pero solo unos pocos elegidos, el bastón dorado es la clave de todo, pero no está completo, le falta un rubí que se desprendió en el momento del asedio y fue robado, es la llave para poder realizar la regeneración.
-¡No podía creerlo! ¡Era el mismo de mis sueños!
La luz de la estancia se reflejaba en sus exquisitos labrados, dándole el aspecto de una preciosa gema.
-Debo volver al pasado para intentar cambiar la historia de mi pueblo.
-¿Y que pinto yo en todo esto?
-Pues bien Ayesha, tu eres la máxima sacerdotisa de nuestra hermandad y solo tú puedes recuperarla, eres su reencarnación.
El camino no está exento de peligros, la joya ha pasado de mano en mano hasta llegar a las de una organización terrorista que se dedica al tráfico de armas ,deberás ser muy cauta, yo te pondré tras su pista, pero debes hacerlo sola, tendrás que viajar al Cairo y cuando llegues allí abre este sobre que contiene las instrucciones.
Una vez que consigas el rubí debes regresar al monasterio para llevar a cabo el viaje final y completar el ciclo, solo tú y yo podemos oficiar la ceremonia como sacerdotes máximos de la orden. ¿Estás dispuesta?
-Todo esto es una locura, un delirio-dije-
-“Aj tlre ralase corpt lua et”-dijo-
-« Salna mjaltum sra pred tuma »-contesté-
-No era un sueño , era increíble pero podía entenderle.
-De acuerdo lo haré.
Casi sin darme cuenta me vi montada en un tren destino al Cairo, tardaba doce horas en llegar, se podía ver toda la franja lateral del Nilo cultivada con el limo benefactor y como los egipcios actuales, seguían desempeñando las mismas acciones que sus antecesores faraónicos , lavando en el río, cultivando la tierra con aperos primitivos, era un estallido de luz y color, un canto a una vida que nunca acaba.
Poco a poco fui quedándome dormida con el traqueteo del tren y volví a soñar, estaba sola peinándome frente a una especie de espejo de un material bruñido, mis cabellos eran negros, trenzados, mis ojos oscuros estaban sombreados con khol y mi boca de labios carnosos trazaba una fina línea de preocupación.
Era yo podía reconocerme a pesar de que mi imagen actual era completamente diferente.
Desperté sobresaltada, mi ka recordaba, lo inconsciente se volvía consciente ya nada me haría dudar.
Llegué al Cairo a la estación de Ramsés confundiéndome entre el fluir de gentes, carros, maletas e incluso animales que hacían que mi avance fuese dificultoso.
Abrí la carta de Medjad y me dirigía a la dirección indicada a la Mezquita de Al-Hussein, en el Cairo viejo cerca de Khan al Khalili el zoco.
Seguí leyendo la misiva “Tras la puerta principal a diez pasos a la izquierda y dos a la derecha, en el centro del gran nicho que guarda la reliquia de Hussein, donde la letra mim se convierte en sin, podrás encontrar el rubí camuflado entre la epigráfica de su decoración. Pero tienes que tener cuidado, Rafik el terrible la custodia, debes ir bien cubierta para que no te descubra, cuando la tengas sal muy despacio, un taxi te llevara al aeropuerto de vuelta a Luxor y al monasterio para iniciar la ceremonia”
-Parecía tan fácil pero yo me moría de miedo.
-“Solo la sacerdotisa puede extraerla, la gema conoce hasta tu Adn y puede asimilarse a el,”
Llegue a la entrada “salam aleikum”-salude-
-Aleikum salam -me contestaron-
Acto seguido me descalcé, me cubrí con la túnica que me ofrecían y me acerque al lugar contando los pasos, llegue a ella era de una gran belleza, su rojo era cristalino y brillaba como el diamante, latía, tenía vida propia y cuando la toqué ella misma se desprendió y se colocó en mi mano, noté un calor extremo y una perfecta asimilación.
Ya iba a salir cuando note la mirada de hielo del guardián que comenzó a gritar algo y
salí corriendo.

¿Quién me había arrojado al suelo y salvado la vida?
Apreté la mano, la joya seguía allí y pude notar como latía, desde el suelo un rostro desconocido me exhortó a levantarme y a salir corriendo y fuimos hasta su taxi, mientras las balas silbaban a nuestro alrededor.
Me dejo en el aeropuerto y allí pude tomar un avión a Luxor enmedio de una enorme lentitud q me exacerbaba podía notar como alguien me seguía.
Cuando llegue Medjad me llevo al monasterio copto, yo estaba herida con el estrés de la situación no me había dado cuenta, la sangre de mi mano se mezclaba con el rubí dándole un color todavía mas rojo.
Empecé sentir que iba a perder la consciencia, ya no corría me sentía cada vez mas ligera como si flotase, mis ojos se cerraron.
Me dieron algo amargo de beber y vi que me encontraba en la sala principal del monasterio iluminada con antorchas y en el centro estaba medjad vestido de un blanco inmaculado, un grupo de sacerdotes nos rodeaban y en el centro el bastón dorado lanzaba destellos multicolores que hacían que la sala pareciese un gran diamante en cuyos lados nos veíamos reflejados iniciando un ceremonial tan antiguo como la vida misma.
-Ayesha acércate e introduce el rubí en el centro del bastón -dijo medjad-
y al hacerlo toda la sala se ilumino, el bastón pareció cobrar vida, abriéndose, mientras un haz de tracción nos instaba a penetrar en su interior. Vi como los sacerdotes iban entrando a la vez que entonaban sus cánticos rituales y medjad los siguió.
-Ayesha ven con nosotros, vuelve a tu verdadera vida-dijo Medjad-
Vacilé unos instantes una fuerza desconocida me atraía hacia su interior.
Tomé de la mano a Medjad e iniciamos un viaje primigenio hasta el interior mismo de la existencia humana.


Ayesha

Cambiantes


Descansaba de mi ajetreado día de visitas en los jardines Borghese, repasando mentalmente las piezas que más me habían gustado; sin ninguna duda en conjunto me quedaba con el museo etrusco situado en Villa Giulia, me estremecía al pensar que hacia tantos siglos había existido una cultura tan avanzada como para crear piezas de tanta perfección, las esculturas mostraban detalles tan delicados que te daban ganas de agacharte para atar los cordones de sus bellos calzados, los labios entreabiertos del dios Apolo invitaban seductores a ser besados, los motivos florales hacían que inspirases esperando oler fragancias exquisitas del pasado.
Empezaba a atardecer y se estaba levantando un poco de aire, aspiré una vez más el olor de la hierba recién cortada y me incorporé, recogiendo las cosas esparcidas a mi alrededor. Tenía que darme prisa si quería llegar a tiempo de despedirme de mis nuevos amigos, era un grupo de españoles que había conocido unos días antes, al día siguiente partían hacia Nápoles y ésta sería la última vez que los vería. En Madrid intentaríamos quedar al principio, pero pasado un tiempo olvidaríamos que una vez nuestros caminos se habían cruzado.
Llegué a la Fontana de Trevi media hora tarde, abarrotada como siempre, no veía a mis amigos por ningún sitio, decidí esperar un rato por si ellos también se habían retrasado, por hacer tiempo saqué mi bloc de dibujo y comencé a dibujar una de las figuras alegóricas de la fuente.
De unos cuantos trazos dibujé su contorno firme y bien definido, el rostro transmitía una gran paz, al volver a mirar me di cuenta de que la cara no era la de la escultura, estaba retratando a un chico que sentado de espaldas a la fontana me miraba fijamente.
Era muy atractivo, con el pelo castaño ondulado rozando su cuello, unos labios ni finos, ni gruesos me recordaron los del dios Apolo, pero lo más impactante eran sus ojos, el color de ellos en concreto, un color entre azul y verde que yo nunca había visto antes, unos ojos que otorgaban sensación de tranquilidad, nada malo podría ocurrir en su presencia.
Desde su derecha aparecieron dos chicos más a los que no podía ver la cara, se saludaron dando unas palmadas en el hombro; uno era muy alto, con el pelo también castaño pero más corto, andaba pausadamente, giró la cabeza hacia donde estaba mirando su amigo, mostrandome una perfección absoluta, sus rasgos eran delicados como los de una mujer pero eso no evitaba que transmitiese una gran masculinidad. El color de sus ojos era igual a los del que permanecía sentado, debían ser familia porque no era una tonalidad habitual.
Su misma perfección, le hacía un poco irreal, paseó la vista por las personas que nos encontrabamos frente a él como si fuese un dios otorgando sus favores, yo fui la agraciada con su aprobación, una tenue sonrisa, que hizo que su rostro se volviese aún más hermoso, provoco que tuviese palpitaciones.
Avergonzada por estar mirando tan descaradamente a unos desconocidos bajé la vista a mi bloc para seguir dibujando; me temblaban tanto las manos que no conseguía hacer ni una línea recta, unos dedos suaves y finos sujetaron el lapiz, sabía quién era sin necesidad de mirar, con miedo, por tener tan cerca uno de aquellos rostros angelicales, posé primero la vista en su camiseta negra que se ajustaba a un pecho acogedor, en su brazo izquierdo lucía un tatuaje tribal que me atrevía a rozar con los dedos.
Su mano elevó suavemente mi mentón obligándome a mirar de frente, era el tercero de los chicos, con el mismo color de ojos que los otros dos y el mismo pelo castaño, aunque éste lo llevaba más corto. Fue como si me hipnotizasen, me sentía tranquila y relajada, paseando por la orilla del mar, escuchando el ruido de las olas que venían a morir a mis pies. Incluso podía oler la sal, la arena caliente, la brisa que agitaba mis cabellos...
El ruido de las carcajadas de unos turistas lanzando monedas a la fuente hizo que despertase, parpadeé varias veces como deslumbrada por alguna luz. El color de sus ojos había cambiado, era más oscuro, como si se hubiese desatado una tormenta en aquél océano de calma. Sus dos amigos se habían acercado poniendo una mano sobre su hombro, la rigidez fue desapareciendo, volviendo sus ojos a su color natural.
Consciente de que era un error, me levanté y seguí a los tres ángeles; al pasar cerca de los turistas, el del tatuaje los miró; me pareció que se estremecían de miedo; serían imaginaciones mías porque enseguida comenzaron con su barullo y continuaron lanzando monedas al aire.
Me senté en el asiento trasero de un coche aparcado cerca de la fontana, entre el más alto, que con una armoniosa voz me dijo que se llamaba Luca y su amigo Carlo. El del tatuaje que no se presentó, se deslizó en el asiento del conductor y metiendo primera, arrancó suavemente.
Todo me parecía un sueño, pero por si no lo era pregunté dónde nos dirigíamos.
- Volterra - fue la escueta respuesta que recibí.
Una música relajante sonaba y cerré los ojos echando la cabeza hacia atrás, pronto unas suaves manos acariciaban mi pelo, mi rostro, unos dedos cálidos dibujaban la forma de mis cejas, mientras otros se posaban sobre mis labios entreabiertos. Abrí un poco los ojos y por el retrovisor pude ver al conductor mirando sonriente, algo me estremeció, pero unos labios se cerraron sobre el lóbulo de mi oreja lamiendo delicadamente, haciendo que la sensación nunca hubiese existido.
Otros labios se posaron sobre los míos, hambrientos de placeres más íntimos. Su aliento olía a canela, saboree su lengua, mientras mis manos se enredaban entre sus oscuros y suaves rizos.
Unos hábiles dedos soltaron los botones de mi blusa, dejando mis pezones erectos al descubierto; con las cabezas muy juntas cada uno comenzó a lamer lo que por derecho les correspondía. Sin querer evitarlo abrí los ojos para ver lo que hacía el conductor, continuaba mirando, su sonrisa se ensanchó cuando me descubrió observándolo, me excitaba mucho que me contemplase mientras los otros dos me daban placer.
Aunque a mi se me pasó en un suspiro el trayecto, el coche pasó por el letrero que indicaba que ya estabamos llegando a nuestro destino; antes de llegar a la población, tomó un desvío por el que continuó varios kilometros hasta parar frente a una antigua casa de piedra.
Antes de bajar del coche, Luca volvió a atarme la blusa, tendiendo luego la mano para ayudarme a salir. En el interior de la casa hacia frío y crucé los brazos sobre mi pecho, tratando de entrar en calor, Carlo me rodeó con los suyos, haciendo que me sintiese confortada. Entramos en un gran salón, en el medio, había una especie de altar, que hizo que mi cuerpo diese un paso atrás, pero enseguida los tres me rodearon con sus brazos, calmando mi inquietud.
Mientras Carlo le pedía a Pietro, que me seguía pareciendo muy inquietante, que encendiese el fuego en una enorme chimenea que había al fondo , él fue a preparar unas bebidas.
Luca cogió mi mano y me sentó sobre la piedra del altar, acariciándome dulcemente al notar que habían vuelto mis temores. Pronto el calor fue extendiéndose por toda la habitación, Carlo se acercó con unas bebidas calientes que olían a especias exóticas, que no lograba identificar. Brindaron en un idioma extraño a mis oidos; tragué saliva sin saber que pensaban hacer conmigo, tenía mucho miedo pero en ningún momento se me ocurrió tratar de escapar.
Entre los tres comenzaron a desnudarme, tumbándome sobre la fría piedra, como en un baile ensayado muchas veces se fueron quitando la ropa, mostrando unos cuerpos tan perfectos como sus rostros.
Dos de ellos me tomarón por los brazos extendidos, besándolos, aproximándose con cada beso a mis pechos que se agitaban de temor y excitación.
Sus suaves voces me repetían que me relajase, que no tuviese miedo, no harían nada que me perjudicase, ni me harían daño.
Pietro inició un ascenso desde mis pies, sin dejar un centímetro de mis piernas sin explorar, hasta llegar al centro de mi cuerpo, que aguardaba impaciente, libre ya de cualquier temor.
Como un cuchillo caliente hundiéndose en la blanda mantequilla introdujo su miembro en mi jugoso interior, iniciando unos lentos movimientos, que me hicieron consciente del vigor y tamaño de lo que había penetrado en las profundidades de mi cuerpo. Sus ojos se volvieron más verdes con los minutos, dos esmeraldas engastadas en una máscara bellamente labrada; incapaz de apartar los ojos de aquél resplandor lo único que deseaba era tenerlo más cerca, que ahondase más.
El hechizo no debía romperse, nada tenía que desequilibrar el momento, nuestros jadeos se acoplaban hasta convertirse en uno solo. El roce de los rizos de Carlo bajando por mi vientre, hizo que mi mente volviese al salón, mientras Pietro seguía impulsándose dentro de mí, Carlo buscó con su mano mi clítoris ya crecido.
Luca me besaba por el cuello, el rostro, recorriendo con su lengua mis labios ardientes; tenía los ojos bien abiertos, para no perderme ni un sólo instante de aquella belleza que se ofrecía en mi honor, atraje su cabeza hacia mí, gimiendo ya abiertamente, dejándome arrastrar por el ardor que corría por todos los poros de mi piel.
Suavemente me cambiaron de postura, sin ninguna brusquedad, acariciandome mientras lo hacian, Pietro quedó frente a mí, mientras que Carlo se colocaba debajo y Luca detrás, como oyendo una melodía destinada sólo para sus oidos fui penetrada por todos al mismo tiempo.
Sus cuerpos entrelazados en el mío, se movían profunda y vigorosamente, yo lamía el miembro de Pietro mirando sus ojos, que brillaban aún más, incapaz de apartar la vista de ellos, seguía satisfaciendolo mientras que con una de mis manos agarraba su duro y redondo culo para acercarlo aún más a mí.
Carlo y Luca continuaban horadando en mi interior, acariciaban mis pechos, mis nalgas, un suspiro me hizo mirar el hermoso rostro que se hallaba debajo, unos ojos de esmeralda devolvieron mi mirada, me giré para observar a Luca que cerca ya de su extasis empujaba tan fuerte que abría mi carne sin ningún control, un rayo verde escapó de sus ojos deslumbrándome.
Todos nos adaptamos a su ritmo, comenzando un baile de movimientos enérgicos y desbocados.
A un segundo del paraiso, entre los tres me tumbaron de nuevo sobre el altar, regando mi cuerpo con su ambrosía, el líquido caliente se deslizaba cubriéndolo por completo, abrí la boca para recibir aquél néctar delicioso que desbordó mis labios en breves segundos. Una vez cubierto el lienzo sus lenguas iniciaron un nuevo baile para dejarlo limpio, mi espalda se arqueó como si hubiese recibido una descarga eléctrica, dejándome caer a continuación sobre el altar, donde unas hambrientas bocas continuaban con su trabajo.
Pasaron las horas enseñándome nuevos ritmos, mientras me deleitaba una y otra vez en aquellos ojos cambiantes; el sol iba saliendo por el horizonte, Carlo se acercó para cerrar las contraventanas, dejándo la sala en una completa oscuridad, sólo rota por las brasas que aún crepitaban en la chimenea.
Luca tomó mi mano y me tendió en una enorme y suave alfombra cerca del fuego que Pietro se apresuró a avivar; con nuestros cuatro cuerpos desnudos, abrazados unos a otros, mirando bailar las llamas, mis ojos se posaron en un escudo bruñido que descansaba sobre uno de los laterales de la chimenea. Unos ojos verdes como esmeraldas devolvieron mi mirada reflejada en el metal.