jueves, 20 de septiembre de 2012

Ayesha el hadita azul ha evolucionado y se ha convertido en Amina, Palacio del Deseo, os invito a continuar leyéndome en este nuevo blog mío, en exclusiva www.aminapalaciodeldeseo.blogspot.com.

viernes, 7 de septiembre de 2012

يلى كريس

تشجيع زينة, الحياة تستسمرشوية بشوية 

 

domingo, 6 de mayo de 2012

FUEGO Y SAL

Te has hecho de fuego, amor,
quemándome por dentro,
mis deseo consumiste,
en la hoguera de tu distancia.

Solo quedan ya cenizas,
de aquellas soñadas pasiones,
que nunca llegaron,
a consumarse.
Echaste sal en mis heridas,
y aún me escuece tu engaño,
pero quedan todavía las brasas,
como candente anhelo, que da calor a mi vida.


.

martes, 24 de abril de 2012

LOS MARES DE LA VIDA




El amor puede ser como la lluvia,
irrumpir en tu vida con fuerza,
o ir calando poco a poco.
Muchas veces te sorprende,
sin ninguna protección,
donde poder resguardarte, de su ímpetu.

Así  me encuentro hoy, desprevenida sin refugio,
sin ningún lugar, donde poder protegerme.
A la intemperie se haya hoy mi corazón enamorado.

Quise apartarte de mi mente, pero no pude,
cada vez que te veo, la fuerza de mis sentimientos me sorprende,
tú haces vibrar todo mi ser,
y me siento indefensa, ante un fuego que avivas, con cada mirada.

Ardo en deseos de abrazarte, de acunarte,
quiero acariciar un cuerpo hecho para el amor,
de embarcarme contigo en la aventura del descubrimiento mutuo,
deseo surcar contigo los mares de la vida,
arriarme fuerte a tu vela, para conocer aguas más plácidas,
que destierren mis tormentas,
y me lleven a tierras más firmes.

Quizás algún día lejano seamos libres de amarnos,
sin escollos, ni aristas punzantes.
Un remanso de paz,
una dulce travesía que nos acune,
llevándonos hacia regiones etéreas,
donde el espíritu se manifieste,
con el roce de unos labios enamorados.

sábado, 14 de abril de 2012

DENSO CHOCOLATE



Luz, color, es la claridad de un verdor,
entre la brisa de un vergel,
donde se respira tu ausencia.

Un lago transparente que refleja, emociones vacuas.
Baldío terreno yermo, sin apenas cultivar.
-Espejo de doble filo que refleja indecisión-

La calma llena mi corazón, en un tiempo de esperanza,
donde los afectos se miden,
y quizás también se enfrentan.

Pero no me rindo, permanezco implícita en tus sueños,
llamándote en silencio y aquí sí me respondes,
colmando todos mis anhelos.

No existe un tiempo físico,
el amor no se mide, ni se cuantifica,
pero a veces la espera resulta más densa,
que un chocolate a media tarde,
que se toma en soledad.

sábado, 31 de marzo de 2012

VIVE SOÑANDO EL HOY DE LA AMISTAD

Vive hoy, en ese momento que se escapa y ya no vuelve,
en ese cercano aliento que calienta y alienta a seguir,
y a no detenerse.

Vive hoy, en esa amistad que siempre espera, entiende y exortiza,
acompañándote del brazo, hacia una nueva meta,
donde la esperanza se difumina, entre su horizonte.

Sueña hoy, pero no olvides despertar,
que la realidad en su esencia puede embriagar, pudiendo perfumar,
un destino quizás incierto, pero lleno de amor.

-Rico terreno fértil,
página en blanco por empezar-

domingo, 25 de marzo de 2012

Poemas de Amor.Versos y Poemas de Amor.Me Muero Por Ti.

Siempre el amor está en nosotros, aunque nos ignoren, el que ama de verdad, amará por siempre y además nos quedarán los sueños, para vivirlo.

jueves, 22 de marzo de 2012

Sin título. Capítulo II

La cena.

Me encuentro al borde de un ataque de nervios preparándome para ir a cenar con un desconocido que posiblemente sea un secuestrador. Alex está a mi lado, como si ya fuese de la familia, ha intentado convencerme de que llame al número de teléfono que nos dejaron y que ponga alguna excusa para anular la cita, pero sería un poco sospechoso y además ya sabe donde vivo así que no tengo nada que perder y tal vez pueda obtener un poco de información que nos ayude a saber donde está el chico que me llamó.
- Eres muy valiente. No tienes porque hacer nada de esto, podemos ir a la policía y que ellos se encarguen. Si no nos creen peor para ellos y si tienes miedo de quedarte en casa puedes venir a la mía, mientras se soluciona todo.
Se veía claramente que se sentía culpable, pero también notaba que estaba deseando oír la respuesta que le di, era como un niño al que le han dado un caramelo y cuando está a punto de probarlo se lo quitan
- No, no sabemos en que problema está metido Carlos- habíamos decidido llamar así al misterioso interlocutor.
Al examinar el móvil que habíamos recogido, antes de ir a mi casa, no encontramos nada que nos llamase la atención
- no quiero ser la responsable de que le puedan matar. Además, estaré todo el tiempo en sitios públicos donde haya mucha gente para que no se le ocurra hacer nada raro al tipo este
- A lo mejor te lo pasas bien y te echas novio. Un poco seco para mi gusto, pero tiene el aire atractivo de los chicos malos que tanto os gusta a las mujeres
No me digne ni siquiera a contestarle. De una forma algo torpe intentaba darme ánimos y quitarle hierro al asunto.
Para no parecer aún más sospechosos de los que ya debíamos parecer, acordamos que Alex se quedaría esperando en mi piso, mientras yo tendría una cena agradable con un hombre que había sido amable conmigo y si veía la ocasión haría alguna pregunta sobre Carlos.
Al principio, Alex quería seguirnos por si me metía en problemas, pero le convencí de que si lo veía merodeando cerca de nosotros, si aún no pensaba que escondíamos algo, su presencia se lo iba a confirmar.
- Bueno ya casi es la hora, ¿que tal estoy?
Había escogido un sencillo vestido blanco de corte griego y me había recogido el abundante pelo castaño en un moño, dejando mechones sueltos al azar.
- Lo único que puedo decir, es que me gustaría ser yo, quien acompañase a cenar a esta diosa griega hecha mortal.
Saqué la lengua, intentando que no notase cuanto me había gustado su comentario. Era un buen chico, un poco loco, pero cuando te miraba con esos maravillosos ojos verdes y aquella sonrisa te desarmaba por completo.
Se levantó para subirme el tirante que se había desplazado un milímetro de su sitio, estaba tan cerca que casi podía oír los latidos de su corazón, se inclino un poco acercando sus labios a mi boca. Sonó el telefonillo.
El momento mágico había pasado, me temblaron un poco las manos, Alex las cogió y me las besó cuidadosamente, me dio un beso rápido en los labios y me empujo ligeramente para que contestase a la llamada. Menos mal que le había hecho caso y me había tomado un calmante para permanecer tranquila.
- ¿Sí?
- ¿Laura? Soy Tim,
- Ya bajo, dame cinco minutos
Cuando colgué, noté un gran peso que me aplastaba, no podía mover ni un solo músculo, Alex sintió mi vacilación, me abrazó para transmitirme sus fuerzas. Las iba a necesitar.
Nos miramos a los ojos sin decir nada, los dos sabíamos lo que nos jugábamos pero como dos kamikazes, nada en ese momento nos podía detener.
Abrí la puerta, sin volver a mirar atrás, no quería ver la preocupación en los ojos de Alex, no quería cambiar de opinión, espere el ascensor, de pronto me sentía tranquila, sabía lo que tenía que hacer, todo saldría bien y en unas pocas horas volvería a estar a salvo en casa.
Había prometido que me esperaría despierto con una taza de chocolate recién hecho y que me arroparía y leería un cuento hasta que me durmiese, sólo lo conocía desde hacía unas cinco horas pero confiaba en él plenamente. No me decepcionaría. Necesitaba creerlo porque si me pasaba algo, él era el único que podría ayudarme.
Esperaba apoyado en la puerta de un coche. Pantalones y camiseta negros. La camiseta se ajustaba a un torso cincelado a base de abdominales. Alex tenía razón cuando dijo que era atractivo, era una pena que perteneciese al bando de los malos o al menos eso creíamos.
Se inclinó ligeramente al verme salir del portal y sonrió, mientras abría la puerta del coche para que me subiese, me llego el aroma de su perfume, suave pero masculino. Cerré los ojos y aspiré profundo, me recordaba el olor de la madera; una cabaña en los Alpes suizos, con la chimenea encendida…
Me di cuenta del error que habíamos cometido, estaríamos todo el tiempo en lugares públicos pero antes teníamos que llegar y él conducía, así que si decidía cambiar de destino yo no podría hacer nada, a no ser que me tirase del coche en marcha.
Me metí en el coche sonriendo, no quería demostrar que estaba excesivamente nerviosa, mientras él daba la vuelta para sentarse en el asiento del conductor saqué el móvil del bolso y lo apreté contra mi pierna preparada para dar a la tecla de llamada.
Se sentó mirándome y sonriendo, cuando el motor se puso en marcha tuve que hacer un esfuerzo para no abrir la puerta y salir corriendo, no sabía que decir, él parecía tranquilo, no le molestaba el silencio.
- ¿Puedo poner música?
Me tenía que haber tomado el doble de calmantes, poco me había durado la tranquilidad y la confianza de que todo saldría bien.
- Claro
Alex también había acertado en eso, más seco no se podía ser. A lo mejor también estaba nervioso o no era muy charlatán. Le eche un vistazo rápido, él giró la cabeza brevemente y me sonrió.
- Puedes poner la música que quieras
- Eh, ah, sí, sí.
Me había olvidado ya de que se lo acababa de preguntar.
Le di al play para ver que tipo de música había estado oyendo.
¿Música de salsa? La sorpresa se debió reflejar en mi cara porque oí como se reía.
Su risa me relajó un poco, si estaba a punto de matarme no creía que tuviese ganas de reírse por una tontería, aunque claro mi experiencia con criminales era bastante reducida. Marta me había contado que a un compañero que había ido a la universidad con nosotras le habían detenido en una manifestación por haber tirado un tomate a un policía. Eso era todo lo cerca que había estado de alguien que hubiera pasado un tiempo en comisaría y por lo que sabía de Tim había hecho algo más grave que liarse a tomatazos con los antidisturbios.
- ¿No te lo esperabas? ¿Qué tipo de música pensabas que escucho?
- No sé, pero desde luego no pareces de los que les gusta “arriming” de cebolleta.
- ¿Qué? Lo siento pero creo que no entiendo lo que quieres decir, hablo bien el español pero algunas expresiones se me escapan.
- Perdona, sólo es una tontería, es una broma que solemos hacer mis amigas y yo-
Poco a poco me fui relajando, no parecía muy hablador pero era agradable, me costaba verlo como Mr Hyde.
Metió el coche en el parking, antes de que me diese cuenta había aparcado y ya estaba abriendo mi puerta, incluso me cogió suavemente por el codo para ayudarme a bajar, a lo mejor temía que me desmayase después del numerito en el bar del hotel.
Entramos en el restaurante, que yo no podría permitirme ni con el sueldo de dos meses, de hecho no creo ni que me dejasen pasar de la puerta si se me ocurría ir sola.
El maître nos acompaño hasta la mesa y separó la silla para que me sentase, mientras intentaba no mirar a todas partes con aire de paleta, Tim eligió el vino que yo no tenía intención de probar, sólo me faltaba emborracharme. Con unas copillas de más soy demasiado vehemente y no quería decir nada que descubriese mis intenciones. Cada vez me parecía más, que todo debía ser un error y que si allí había alguien haciendo algo malo era yo. Tim sólo era un hombre amable y tremendamente atractivo que había aceptado venir a cenar conmigo.
Por si me equivocaba, mejor no decir nada, hablaríamos de cualquier tema intrascendente y si veía la ocasión preguntaría por Carlos.
Intentaría pasar una agradable noche. Tim cogió su copa y me acercó la mía para brindar.
- Aunque es la forma de invitar más extraña que he visto, me alegro de que seas tan apasionada y decidieses convencer a tu amigo para que nos persiguiese con el coche, brindemos por las cenas en buena compañía.
Sólo de pensar en como se había desarrollado todo, no pude evitar ponerme roja, sentía las orejas calientes. Tim me miraba fijamente y eso hacía que me sintiese más avergonzada y me pusiese más roja, no sabía que decir, tenía la mente en blanco, así que para disimular me bebí la copa de un trago. A la porra todos mis objetivos de no beber.
- Increíble, te da vergüenza recordarlo y sin embargo, no lo pensaste ni dos veces cuando lo hiciste, ¿tal vez, te arrepientes?-
Pero que tío, tendré que retirar lo de amable, no se corta en hacerme sentir de lo más incomoda.
- No, no me arrepiento. Fue un impulso, algo que tenía que hacer, me pareciste interesante y muy atractivo y no quería que te fueses sin intentar volver a verte –
Donde las dan las toman, ahora era él que se estaba un poco, sólo un poco, incomodo, al escuchar mi halago.
Desvió la vista hacia mi cuello, sentí su mirada como una caricia.
Cenamos charlando tranquilamente sobre música y arte en general, no era desde luego muy parlanchín, parco en palabras más bien, pero te animaba a seguir hablando con preguntas oportunas cuando notaba que permanecías callada durante un largo periodo de tiempo.
Era norteamericano, con ascendencia japonesa, hablaba el español con gran soltura, aunque fue un poco evasivo sobre donde lo había aprendido. Cada vez me sentía más calmada y estaba claro que no tenía ninguna intención oculta al aceptar cenar conmigo, no había hecho ninguna referencia al supuesto amigo del móvil perdido.
Estaba a punto de contarle todo, cuando oí una voz conocida a mi espalda.
- Así que por eso te has ido corriendo esta tarde de casa, supongo que tú eres el que la has llamado y has hecho que deje a los amigos en la estacada.
Si me hubiese caído un rayo en mitad de la cabeza en ese momento ni lo hubiese notado, ver allí a César tan enfadado me dejo sin habla, no sabía que explicación darle, la verdad no podía decirla y me había quedado tan noqueada que era incapaz de pensar nada coherente.
Era todo tan extraño, el tiempo parecía haberse parado, las imágenes sucedían a cámara lenta. Desde varias mesas se giraron para ver lo que pasaba. Tim se había puesto de pie, no quedaba ya nada del hombre amable que había estado conversando conmigo hacía unos minutos, su rostro era una máscara impasible, viéndole así, lo creía capaz de secuestrar e incluso de matar.
El maître vino para ver que sucedía y a poner un poco de orden, porque aunque todo había sucedido en unos segundos y el tono de voz no se había elevado, la postura de los dos hombres indicaba que la situación era tensa.
No podía permitir que aquello fuese a más. No quería que César pudiese salir herido por una de mis locuras. Salí de mi ensimismamiento y lo cogí por un brazo apartándolo un poco. Tim me miró y volvió a sentarse como si no hubiese pasado nada, el maître se retiró como si sólo se hubiese acercado para ver si todo estaba a nuestro gusto.
Hablé en voz baja y rápido. Se tenía que ir inmediatamente, no era lo que él pensaba y mañana le llamaría sin falta para explicárselo todo, supongo que fue el tono de súplica y sinceridad que notó en mi voz, porque sólo me miró y asintió, me dio un beso en la mejilla y me dijo muy bajito al oído que no hiciese tonterías y que le llamase sin falta en cuanto pudiese.
Su comprensión hacía que le quisiese aún más, por eso no me importaba los años que tuviese que esperarle. Confiaba en mí, sabía que yo nunca le mentía, en las cosas importantes y que al día siguiente le explicaría mi espantada de aquella tarde.
La confianza es lo que yo más valoraba de nuestra amistad y ambos sabíamos que nunca la traicionaría.
César se despidió de Tim con un movimiento de la cabeza, no pidió disculpas, simplemente se fue como había venido, como si nunca hubiese estado allí.
Me senté en la mesa de nuevo, pero el momento de relax ya había terminado, había ido allí para ver si obtenía alguna información que me pudiese ayudar a encontrar a Carlos y eso es lo que pretendía hacer sin dejarme despistar por abdominales como un Toblerone gigante o un aspecto enigmático que hacía que te lanzases de cabeza para intentar descubrir el acertijo que envolvía a la esfinge sin importarte lo que te pudiese pasar a continuación.
Aunque intentaba aparentar tranquilidad y hacer como si no hubiese pasado nada, estaba claro que estaba irritado y aún más taciturno.
- Era un amigo
- Sí
Permanecer por más tiempo en el restaurante estaba claro que no iba a servir de nada y con ese estado de animo no iba a conseguir sacarle nada, si antes era complicado ahora era imposible.
- Si quieres nos vamos
Mi parte masoquista deseaba que dijese que no, quería quedarme con él aunque la tensión era insoportable
- Si
Tim pagó la cuenta, mientras esperábamos que trajesen nuestros abrigos, notaba como me miraba fijamente, tal vez esperando una disculpa.
Podía esperar hasta que el infierno se congelase, en la fase de irracionalidad absoluta, me temblaban las manos pero esta vez de rabia, apreté los dientes y salí del restaurante decidida a coger un taxi que me llevase a casa o mejor a la comisaría de policía más cercana, si no me creían pues nada, yo ya habría cumplido con el imbécil al que se le había ocurrido llamarme para pedir ayuda. Si ni siquiera lo conocía, Alex me lo había descrito un poco y no me recordaba a nadie que yo conociese.
Cada vez andaba más deprisa, Tim me seguía, sin decir nada, de repente noté como me giraba con dos manos de hierro, mientras que una me apretaba con fuerza la espalda impidiendo que me alejase de él , la otra se posaba en mi cuello suavemente acercándome cada vez más a su boca, fue un beso apasionado, casi salvaje, pero por momentos dulce, no deseaba que terminase nunca, si hubiésemos estado en otro sitio en vez del medio de la calle le hubiese arrancado la ropa, me apreté más contra su duro cuerpo notando como su excitación aumentaba, una chispa en mi mente se encendió y fui consciente de lo que estaba haciendo. Me separé de él sin apenas aire en los pulmones, jadeando. Tim me acarició con suavidad la cara y el pelo y me llevó hasta el coche, no me atrevía a preguntar nada, estaba aturdida y mi mente estaba completamente embarullada.
Cuando aparcó frente a mi edificio tarde unos segundos en reconocer donde estábamos, no podía subir a mi piso, allí estaba Alex esperando. Me abrió la puerta para que bajase, cuando le iba a decir que no podía subir, me besó brevemente en los labios y me dijo que me llamaría al día siguiente, se subió en el coche y puso el motor en marcha, yo seguía de pie sin moverme, como un muñeco al que han cortado los hilos.
Volvió a bajarse y se acercó cogiéndome por la cintura, me dio otro beso que hizo que mi cerebro dejase de funcionar.
- Para aguantar hasta que vuelva a verte mañana
Esta vez si se fue. Yo me volví con las piernas temblándo hacía el portal.
Cuando llegue a la puerta de mi piso me di cuenta de que no había avanzado nada en la investigación que me había propuesto, menuda detective estaba hecha, seguro que Alex se enfadaría y a ver como le explicaba a César todo lo que había pasado.
Lo que no esperaba es que tendría que enfrentarme con los dos al mismo tiempo. Al abrir la puerta oí voces, allí estaban los dos, como si fuesen viejos amigos. Alex se levantó de un salto y me dio un abrazo, me miraba atentamente tratando de ver si me habían hecho algún daño, cuando comprobó que me encontraba en perfecto estado al menos físicamente dejó que me sentase. Sentada al lado de César que me miraba sin saber que pensar, no sabía que decir. Primero me encuentra con un hombre capaz de partirle a uno el cuello sin pestañear y cuando va a mi casa, preocupado por lo que podía estar sucediendo, se encuentra con otro hombre preparando chocolate.
Sólo esperaba que Alex no le hubiese contado nada, quería ser yo la que se lo explicase y aunque era un riesgo y podía perderlo, decidí que no era el momento. César era demasiado racional y en cuanto se enterase iría directo a la policía.
- ¿Me crees si te digo que tienes que confiar en mi y que solo necesito un poco más de tiempo para explicártelo todo?-
Alex había tenido la suficiente cabeza para desaparecer del salón e ir a la cocina para darle los últimos toques al chocolate, así que estábamos los dos solos frente a frente.
- Confió en ti sólo prométeme que tendrás cuidado, e intenta no volver a ver al hombre con el que estabas cenando, parece no sé, peligroso
Esa misma mañana hubiese dado todo lo que tenía por ver que le interesaba sólo una décima parte de lo ahora parecía interesarle.
Por qué había cambiado todo tanto en unas pocas horas.
- ¿Alex se quedará contigo?
Asentí con la cabeza esperando ver una explosión de mal humor, que no llegó nunca.
- Me voy entonces más tranquilo, seguro que no dejará que hagas tonterías.
Solo pensar que consideraba que Alex evitaría que yo hiciese alguna locura, me hizo sonreír, pero era mejor no sacarlo de su error, quería que se fuese lo antes posible para poder poner en marcha la segunda parte del plan.
La verdad es que sería la primera parte del plan, ya que esa noche aparte de caer rendida a los pies de un delincuente no había hecho nada.
Necesitaba quedarme a solas con Alex para discutir sobre el siguiente paso.
Se veía que estaba deseando preguntar en que narices estaba metida, pero era demasiado educado para presionarme, sabía que yo le contaría todo en el momento adecuado.
Acarició mi cuello, una caricia que hizo que recordase otra muy diferente, ocurrida hacía menos de una hora, sólo rememorarla me hizo estremecer.
Decir que era una descerebrada era quedarme corta.
César me besó suavemente, mientras yo anhelaba otros besos, un pecho más fuerte, de acero y unas manos que quemaban allí donde se posaban. Me abracé a él, deseando que todo volviese a la normalidad, olvidarme del hombre que había hecho que perdiese la poca cordura que tenía.
Sentía el calor de su cuerpo, su olor, me deje arrastrar por aquellos besos delicados y dejé que los otros se fuesen como si nunca hubiesen existido.
Alex decidió que ya nos había dado tiempo suficiente y eligió entrar en ese momento con una bandeja con tazas de chocolate humeante, el hechizo se rompió.
Me sentí sucia, como si estuviese traicionando a alguien, pero todavía no sabía a quien. Necesitaba salir de allí e intentar aclarar mis ideas.
- Voy a darme una duchita rápida, ahora vuelvo.
Pasé mis dedos por el pelo de César, era tan suave, durante unos segundos la magia volvió.
Dejé que el agua caliente corriese por todo mi cuerpo, cerrando mi mente a todo lo que no fuese aquella maravillosa sensación, oí la puerta de la calle que se cerraba, y supuse que César se había ido, me quede un rato más bajo el agua, no quería enfrentarme a la mirada acusadora de Alex cuando le contase lo que había pasado.
Me esperaba sentado en mi cama, con la taza de chocolate y los ojos brillantes por la emoción.
- ¿Y bien? Cuéntame, ¿donde tenemos que ir?, ¿has averiguado algo?
Daba un poco de pena. Se llevaría una gran decepción, pero necesitaba desahogarme con alguien, y él estaba allí, como un ángel esperando a darme la absolución.
Me eché a llorar desconsoladamente abrazada a él, temblaba tanto que Alex apenas podía sujetarme, no intentó que le contase nada, sólo me abrazaba, y me acunaba atrás y adelante, cantaba una cancioncilla en francés, que parecía una nana; tardé más de veinte minutos en tranquilizarme y dejar de llorar y temblar
- Tienes la nariz como un pimiento morrón
Los dos nos tumbamos en la cama riendo descontroladamente, estaba claro que los acontecimientos nos superaban, pero éramos tan cabezotas que no nos echaríamos atrás. Cuando se nos pasó el ataque de risa, le conté todo a Alex, teniendo en cuenta que no había hecho nada de lo que habíamos planeado fue muy comprensivo.
- A lo mejor nos hemos equivocado y no es un mal tío- no se lo creía ni él, pero quería darme alguna esperanza
- No nos hemos equivocado, estoy segura de que han secuestrado a Carlos y tal vez algo peor, si hubieses visto su cara cuando miró a César, no tendrías dudas tampoco.
- Vale, entonces estas loca y necesitas un buen psiquiatra
Nos dio otro ataque de risa, este más corto.
- ¿Qué hacemos entonces? ¿Llamamos a la policía? Por lo que dices podría hacerte daño sin pestañear
Negué con la cabeza, volvería a ver a Tim al día siguiente y no me dejaría deslumbrar.
Estaba agotada mentalmente y quería dormir, pero me daba miedo quedarme sola. Le pedí a Alex que durmiese conmigo. No creía que pudiese hacer nada en el caso de que a Tim y a su compañero les diese por hacerme una visita nocturna si se enteraban del jueguecito que me traía entre manos pero me sentía más tranquila teniéndole cerca.
Poco a poco me fui adormeciendo, Alex me abrazaba dándome calor; pensando en el día tan extraño que había tenido.
Me enrollo con dos tíos diferentes y acabo en la cama con un tercero.
- César es un buen chico, pero no es para ti – la voz de Alex retumbó en la oscuridad
No quería que me dijese porque pensaba así, porque en el fondo yo sabía que decía la verdad, siempre lo había sabido pero no quería renunciar a él, a mi sueño, era el príncipe que desean todas las chicas y yo lo tenía ahora al alcance de mi mano.
Las lágrimas se deslizaron por mi rostro, Alex me abrazó más fuerte. Me dormí pensando en un hombre de rostro impenetrable capaz de partirme el cuello con un simple gesto de la mano, me apreté aún más fuerte contra el cuerpo tibio que tenía a mi lado.

sábado, 17 de marzo de 2012

Sin título. Capitulo 1

La llamada.
El sol entraba por la ventana formando un arco iris que se posaba sutilmente sobre el sofá. Rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil, violeta… No pude evitar distraerme pensando si habría un tesoro allí donde terminaba, con un leprechaun vestido de verde bailando alguna canción irlandesa, y ¿qué color es el añil?, una vez lo había buscado en el diccionario por curiosidad, y resultó que era el conocido también como índigo, venía una foto del color , a mí me parecía morado, lo que me hizo reflexionar que tal vez era daltónica, aunque si no recordaba mal, los colores que generalmente se confunden son el rojo con el verde o el azul con el amarillo, o todos entre ellos, ¿qué vería un daltónico si se tomase una “pasti” de esas que te hacen ver luces?, probablemente sería una orgía de colores. Estaba ya pensando en el elefante rosa del chiste cuando sonó mi móvil. Número desconocido.
- Hola, ¿quién es?
- Ayúdame Laura
- ¿Diga? ¿Quién es?
- Ven. Ayúdame, estoy en …el bar del hotel Ritz.
Eso fue todo. Lo más extraño es que no dude ni por una centésima de segundo en ir; no había reconocido la voz, pero el desconocido había dicho mi nombre, eso significaba que me conocía y necesitaba mi ayuda, porque o era un gran actor o parecía realmente asustado.
Ahora tenía que dar una buena excusa para poder irme del piso de César sin que él se enfadase. Después de tantos años esperando, por fin se había decidido; y allí estaba con el hombre con el que llevaba soñando más de quince años, rendido a mis pies, a lo mejor no tan rendido, pero al menos dispuesto a darme una oportunidad y yo me iba pitando por una llamada que a saber en lo que acababa.
- ¿Quién era?- su voz era perfecta, como todo él, hablaba despacio, remarcando las palabras.
Me giré para ver mejor sus magnéticos ojos marrones. No preguntaba en plan inquisidor, tampoco parecía que tuviese excesiva curiosidad, sólo preguntaba por preguntar. A pesar de eso, no fui capaz de decir la verdad, intuía que debía proteger al anónimo interlocutor o a lo mejor me protegía a mi misma, no quería que pensase que era una loca o una descerebrada por ir corriendo en busca de algo que seguramente me iba a meter en algún lío. Tampoco quería que se preocupase por una tontería y que decidiese acompañarme o peor aún que intentase impedírmelo.
Estaba tan distraída con mis pensamientos que no me había dado cuenta de que César me estaba ofreciendo una copa, debía llevar unos minutos esperando porque me miraba con aire divertido para ver si yo le contaba que era lo que me tenía tan ensimismada.
- Entonces ¿Quién era?- ahora ya parecía más interesado.
Su cabeza se inclinó ligeramente hacia la izquierda. Adoraba ese gesto. Otra vez distrayéndome.
Me tenía que ir ya, no tenía que entretenerme, tal vez la persona que había llamado estaba en peligro; y si era así, que podía hacer yo. Ya lo pensaría más tarde, ahora debía ir al hotel y enterarme de lo que pasaba. Cuando estaba a punto de decir alguna tontería del tipo me tengo que ir que he dejado el fuego encendido, cosa totalmente imposible a no ser que me diese por hacer fogatas en el salón porque en mi casa todo es eléctrico, sonó el timbre de la puerta. Nos quedamos mirándonos como si estuviésemos cometiendo un delito y nos hubiesen pillado con las manos en la masa.
Que absurdo, teníamos más de 30 años, no éramos unos adolescentes a los que pillan sus padres metiéndose mano en el asiento trasero del coche
César había ido acercándose a la puerta lentamente y observó por la mirilla; sus siguientes palabras hicieron que su casa pareciera una carrera de los autos locos.
- Son mis padres y mi hermana
Mierda.
A toda velocidad nos pusimos la ropa que nos habíamos empezado a quitar y recogimos la mesita y las cosas que habíamos volcado. Me senté con aire inocente en el sofá, después de echar un breve vistazo para ver si nos habíamos olvidado de algo, César abrió la puerta.
Al entrar, sus padres disimularon su sorpresa de verme allí, parecían encantados de que su pequeñín tal vez decidiese sentar la cabeza, con lo que ellos consideraban una buena chica.
- Hola Laura, cuanto tiempo sin verte, ya casi nunca vienes por casa. Te tienes que tomar un respiro del trabajo en la gestoría, es demasiado absorbente.
A pesar de los años que hacía que lo conocía todavía me daba reparo en tratar al padre de César de tú, como tampoco quería ofenderle tratándole de usted, siempre buscaba frases en las que no fuese necesario usar ninguna de las dos opciones.
- Sí, estoy un poco liada, pero tengo que hacer un hueco, para ir a comer ese pollo al horno tan suculento
Me incliné para dar dos besos a Lola. Si no tuviese madre y pudiese elegir sin ninguna duda ella sería mi elección, dulce, generosa, amable, todo lo que deseas que sea tu progenitora.
- Hola hija, cada día estás más guapa, pásate cuando quieras, ya sabes que es tu casa
Por supuesto, la que no iba a dejar escapar la ocasión era Marta, que además de hermana de César era mi mejor amiga. Resultaba intimidante con su metro setenta y cinco de estatura y su larga melena pelirroja, pero antes de que pudiese decir o hacer algo que me pusiera rojas las orejas, la di dos besos, al mismo tiempo que recogía mi abrigo y me despedí alegremente de todos. Perseguida por la mirada cautelosa de los padres, la irónica de Marta y la indignada de César por dejarle sólo ante el peligro.
Baje corriendo por las escaleras, estaba tan impaciente que no pude ni esperar al ascensor, cuando llegue a la calle debido a los nervios no recordaba donde había aparcado el coche, podía llamar a César y preguntarle, pero seguro que estaba enfadado conmigo, así que decidí dar unas cuantas vueltas a ver si tenía suerte o se me refrescaba la memoria.
Tardé 15 minutos en encontrar el maldito coche, que por supuesto estaba aparcado enfrente del portal; sería una estupidez pero cada vez estaba más preocupada. Tal vez llegase tarde, si realmente estaba en peligro no podía quedarse eternamente esperando a que yo apareciese.
Durante el trayecto intenté controlar mi excesiva imaginación, sin conseguirlo. No debería haber dejado las clases de meditación, me hubiese ayudado en situaciones como esta, claro que no se puede decir que estas cosas sucedan muchas veces en la vida.
Por supuesto, no había un solo sitio donde aparcar, así que arriesgándome a que se lo llevase la grúa lo deje en una zona de carga y descarga.
No sé ni como me dejaron entrar en el hotel, subí tropezando en los escalones y arrollando al portero, empezaba a ser todo ridículo, no podía permitir que una simple llamada, extraña desde luego, pero una llamada, me volviera paranoica.
En el bar sólo había una pareja y el camarero detrás de la barra; sentí una enorme decepción al no encontrar al posible responsable de la llamada, volví a fijarme en el chico que conversaba con la tía buena, pero al margen de su desastroso pelo no parecía necesitar ningún tipo de ayuda.
Tal vez el camarero. Era algo inquietante verle tan concentrado limpiando las copas, a lo mejor estaba disimulando su desasosiego interior, aunque lo que tenía claro es que no lo había visto en mi vida. Un hombre así era imposible de olvidar, a pesar de que era rubio y a mi particularmente no me atraen demasiado.
Llevaba el pelo corto con el flequillo cayendo sobre la frente, al estar de perfil pude admirar su perfecta nariz, recta y un poco, pero solo lo justo, alargada, sus manos eran finas y delgadas, las manos que siempre imagino cuando pienso en pianistas. Sintiéndose observado, se giró y al tiempo que sonreía me preguntó si deseaba algo.
Dios mío, no debería estar permitido que nadie fuese tan guapo, sus ojos eran verdes, aunque si no te fijabas bien podían parecer azules, unos labios sensuales que invitaban a pasar horas recreándote en ellos. La piel estaba tostada por el sol, a pesar de que ya estábamos en noviembre, supuse no sé muy bien porqué que le debía gustar el alpinismo y al pasar los días libres en la montaña estaba moreno.
El 100% guapo esperaba paciente mi respuesta. Debía estar acostumbrado al impacto que seguro causaba en las mujeres y probablemente en muchos hombres. Me miraba sonriendo, sin mostrar ninguna prisa por tener que hacer otra cosa, nada más que atender mis deseos.
Acercándome torpemente a la barra, con una gran sensación de vergüenza por mi catatonia anterior, pedí un San Francisco. No lo tomaba desde que deje de ir a los dieciséis años a un tablao flamenco al que iba con una amiga. El camarero los preparaba estupendos o al menos él lo estaba.
El caso es que pedir una coca cola me parecía muy simple, el café no me gusta, un benjamín demasiado pijo, un mojito demasiado para las cuatro de la tarde. Sentada en la barra esperando la bebida, estudiaba desde un nuevo ángulo al camarero, pensando en como preguntarle si se había fijado en algún cliente que pareciese nervioso.
- Y ¿Qué tal? ¿ha habido muchos clientes hoy?- había sonado un poco ansiosa
Se notaba que aparte de seguir limpiando copas que ya estaban impolutas, poco más le quedaba por hacer, así que se acomodó en la barra frente a mí.
- No, la verdad es que hoy está muy tranquilo.
Su voz tenía un ligero acento que me pareció americano, aunque tampoco soy experta en distinguir los acentos de los angloparlantes, a lo mejor era australiano. Otra vez distrayéndome.
- Y ¿alguien interesante?, que te haya llamado la atención, no porque fuese guapo, aunque podría serlo, no sé, que pareciese nervioso.
Si le sorprendió mi pregunta, no lo demostró abiertamente, parecía divertido. Hasta la pajarita en aquel adonis no parecía tan ridícula.
- No me he fijado demasiado ¿qué tienes, una cita a ciegas?
Noté como me ponía roja, no me esperaba que por la pregunta fuese a sacar esa conclusión, aunque meditándolo bien era bastante menos descabellado de lo que realmente me había llevado allí.
Aún así, me irritó que pensase que necesitaba ligar con citas a ciegas porque no era capaz de hacerlo en persona. De forma nerviosa y apresurada le explique absolutamente todo sin saltarme ni la inesperada visita de los que yo esperaba fuesen mis futuros suegros.
No tengo ni idea de por qué le tuve que contar esa parte, no aportaba ningún dato importante al asunto que me había llevado hasta allí. Al menos tuve la sensatez de saltarme mi paja mental sobre el arco iris.
Milagrosamente su expresión no era la del que está mirando a un loco. Tampoco se puso a reír creyendo ser víctima de alguna una broma. Se quedo quieto, pensando, supuse que en la persona que pudo realizar la llamada.
Después de lo que me pareció una eternidad me dijo que recordaba a un chico que había estado sentado en la mesa del rincón un rato, no sabía si había llamado por teléfono, un poco antes de que yo llegase se había ido con dos hombres.
Pensándolo bien parecía un poco asustado y cada uno de los hombres permanecía pegado a su costado, tal vez le estaban apuntando con una pistola y le habían secuestrado, allí delante de sus narices, mientras él limpiaba copas. Parecía realmente afectado.
Su pregunta me hizo pensar si me había vuelto idiota de repente.
- ¿Te ha llamado con teléfono oculto?
- No – apenas oí mi propia voz al decirlo.
Mientras, mis manos, buscaron apresuradamente el móvil, temblaban tanto que se me escapó y fue a parar al suelo desparramando todas sus piezas.
La parejita se giró para ver que era aquel jaleo, volvieron sus ojos al cielo como si mi torpeza interfiriese su impecable romance.
Yo seguía con la boca abierta mirando el estropicio, sin reaccionar. El camarero que se llamaba Alex… mira que majo, como Alejandro Magno, desde luego que sí era todo un ALEJANDRO, aunque según había leído no debía ser muy alto y el que tenía delante debía estar por el metro noventa, estaba recogiendo las piezas y colocándolas con cuidado en su sitio, cuando terminó, cruzamos los dedos, rezando para que funcionase.
Tuve que meter tres veces el pin porque no lo recordaba, para entonces estábamos los dos tan histéricos que los amantes de Teruel se habían ido asustados, pensando que estaban en compañía de dos maniacos.
Por fin lo conseguí, busque la última llamada y aguantamos la respiración cuando pulsé el botón de llamada…
Del rincón donde Alex había dicho que había estado el desconocido interlocutor sonó una canción que me puso los pelos de punta.

Sonó como un bombazo. Nos miramos con los ojos muy abiertos y girándonos lentamente hacía el lugar de donde provenía el sonido. La música recordaba antiguas batallas, con caballeros vestidos con armaduras y pesadas espadas. Nos fuimos acercando como si tuviésemos los zapatos llenos de plomo, notaba como la garganta se iba secando con cada paso que daba.
El móvil estaba metido entre los cojines del sofá, y en la pantalla iluminada del teléfono se veía perfectamente mi número; ahora ya no había ninguna duda de que el chico asustado y con bastantes probabilidades secuestrado era el que había realizado la llamada y había pedido mi ayuda.
- Quizás deberíamos llamar a la policía, si ha sido raptado su vida puede estar en peligro. En cualquier caso no veo que podríamos hacer nosotros
Estaba intentando ser racional, pero claro no contaba con que por una vez en mi vida, tenía al lado a una persona más inmadura y alocada que yo.
- ¿Por qué no llamó él a la policía? Deberías al menos, echar un vistazo al móvil por si te da una pista de quien puede ser y porqué te ha llamado a ti, además me encantaría ver la cara del policía al que le contemos esta historia, seguro que la considera estrafalaria como poco. Eso si no acabamos detenidos por hacer perder el tiempo de las autoridades.
Estaba claro que en aquel momento estaba ya totalmente intrigado con el misterioso hombre del rincón y la verdad yo también estaba deseando echar una miradita al móvil, no haría daño a nadie y podría sacarme de dudas respecto a la identidad de su dueño.
Volvimos a la barra mirando el teléfono recuperado como si fuese el tesoro de Alí Baba, acababa de sentarme en la banqueta cuando noté que Alex se enderezaba a mi lado y me lo quitaba de las manos. En menos de un segundo estaba detrás de la barra y lo había metido en la cámara de las bebidas.
Por una vez en la vida permanecí callada y seguí la dirección de su mirada. Había adoptado la compostura del perfecto camarero con sonrisa incluida, aunque note que estaba inquieto. Limpiaba las copas con demasiada rapidez.
Entraron dos hombres perfectamente trajeados, si llegan a ir de negro, creo que me hubiese desmayado allí mismo. Alex me miró intensamente, dejándome claro que desde luego no eran sus jefes, debían de ser los dos hombres que se habían llevado a nuestro desconocido.
Saludaron y se encaminaron a la mesa donde habíamos encontrado el móvil hacía menos de cinco minutos. Sentía una gran debilidad, notaba como se me llenaban los ojos de lágrimas, las manos me temblaban y el corazón me latía tan fuerte que parecía que tenía dentro del pecho metida a toda una orquesta de música tocando el momento álgido de la pieza. Alex notó que estaba a punto de venirme abajo, rozó ligeramente la palma de mi mano para darme ánimos, ese simple gesto hizo que me recompusiera un poco, lo suficiente para no ponerme a gritar en ese mismo momento.
Acabada la búsqueda sin resultados fructíferos, los dos hombres se acercaron a la barra. A simple vista no parecían secuestradores, pero claro los criminales no tienen cara de malos, si no los policías tendrían un trabajo muy sencillo.
- Buenas tardes, esta tarde hemos estado aquí y un amigo se ha dejado el móvil,¿lo ha visto usted o algún cliente se lo ha entregado?- se dirigían a Alex.
El que hablaba era un hombre de unos 30 años, moreno, muy atractivo, con unos ojos azules como zafiros, el color zafiro también lo confundirán los daltónicos, como es un tipo de azul…que fuerte porque entonces le vería los ojos amarillos , joder, eso si que daría miedo.
Era extranjero. Con la espalda tan grande como un armario empotrado, el tipo de hombre que hace que sienta que mi integridad física está en peligro. Alex negó con la cabeza, si me hubiesen preguntado a mí me hubiese ido corriendo, no entendía como no podían notar lo que me pasaba, parecía un conejo asustado rodeado por una manada de lobos, estaba claro que ocultaba algo, ahora ya sabía lo que sentía el homicida del corazón delator.
- No. No he visto ningún móvil cuando he recogido la mesa, y ningún cliente me ha dicho nada, aunque si quieren pueden dejarme algún teléfono de contacto por si aparece más tarde.
El otro secuestrador de unos 35 años le tendió una tarjeta a la que le dijo que podía llamar si finalmente aparecía el móvil, había una recompensa para la persona que lo entregase.
Sí, un tiro en medio de la frente es lo que íbamos a recibir si no acabábamos con aquel desproposito.
- Vamos a llamar, por si se ha caído por algún sitio. Así podremos oírlo
Con los nervios, tiré el San Francisco por la barra. Alex se apresuró a limpiarlo con una bayeta. Los tres hombres me examinaron, Alex intentando con su mirada darme tranquilidad, Rambo como quien mira un mosquito molesto, pero el de aspecto asiático se acercó y me acarició el hombro mientras me preguntaba si me encontraba bien. Parecía un poco pálida.
Mientras, el otro marcaba el número desentendiéndose por completo de mí, cada vez estaba más mareada, la cabeza me daba vueltas. Kung Fu me miraba y parecía realmente preocupado.
Nada… no se oyó nada. Había olvidado que Alex había metido el móvil en la nevera, esperaba que no se hubiese estropeado, si no ese mal rato no serviría de nada.
Cuando me di cuenta de que estábamos de momento a salvo, de que no nos iban a pillar, empecé a temblar, notaba como incluso la mano que tenía sobre mi hombro se agitaba, pero no podía controlarme.
- Bueno, gracias de todas formas, llámenos si se entera de algo-
Se dirigió a la puerta, dándole un toque al hombre que me sujetaba para que le siguiese. Deje de notar la mano sobre mi hombro, el asiático me sonrió y se despidió, antes de irse le pidió a Alex que cuidase de mí y que me diese un poco de agua.
- No se preocupe, señor, buenas tardes. Vuelvan cuando quieran.
Debían estar todavía en la puerta del hotel cuando Alex me puso el abrigo y tiró de mí, arrastrándome fuera del bar.
Desde luego lo de este chico rallaba en lo suicida. Casualmente acababa su turno en ese mismo momento y pretendía seguir a los dos pistoleros. En cuanto a mí apenas podía andar, así que mucho menos conducir. Además no me parecía que un secuestrador se fuese a preocupar por una mujer a la que no conocía de nada y que evidentemente tenía un ataque de ansiedad y la actitud de Alex era muy sospechosa. Quién se pone en peligro alegremente por alguien al que ni siquiera conoce; a no ser que sufriese un rapto de locura absoluta.
Cuando yo terminaba mis reflexiones me encontré en el asiento del copiloto, con Alex maltratando mi palanca de cambios y persiguiendo un Hyundai negro con matricula internacional.
Mi aventurero amigo comentaba que debían ser espías y que el chico habría robado alguna información que había escondido en el móvil. Desde luego era una hipótesis tan válida como cualquier otra en ese momento, lo que yo no entendía es que pintaba en todo esto, no conocía a nadie que se dedicase a robar información confidencial, aunque supongo que no es algo que se diga alegremente a todo el que conoces.
- Hola, ¿Qué tal? Me llamo Carlos y me dedico a robar tecnología de diseño para después venderla al mejor postor, aunque la utilicen para crear una bomba con la que destruirán el mundo con lo que no me servirá de nada todo el dinero que he conseguido con la venta.
La cabeza me daba vueltas, mis pensamientos se dirigían en todas las direcciones, a pesar del aturdimiento me di cuenta de que no tenía sentido perseguir aquel coche ya que si realmente lo robado estaba en el móvil, nosotros teníamos el móvil, por lo tanto teníamos una prueba real y tangible que entregar a la policía para que pudiese ayudar al que me había metido en aquel lío.
Alex seguía conduciendo, se veía que disfrutaba como un niño con todo aquello, un lunático completo es lo que era y un irresponsable. Al llegar al semáforo nos quedamos a la altura del otro coche… pero este tío es que todo lo que tenía de guapo lo tenía de imbécil, por supuesto los del Hyundai se dieron cuenta y bajaron la ventanilla, conducía Chu Li.
Antes de bajar yo mi ventanilla le eche una mirada cabreada a Alex, quien tuvo la decencia de parecer un poco avergonzado por la estupidez.
- ¿Han encontrado el móvil?-
Hay veces en las que me gustaría ser muda.
- No, la verdad es que me gustaría invitarle a cenar esta noche –
Me temblaba la voz y pensaba en que nuevo lió me estaría metiendo.
Del asiento de al lado del conductor del Hyundai me llegó un bufido, mientras Alex emitía una risita burlona. El asiático me miró tan serio que parecía estar leyendo mis pensamientos, no contestaba, sólo me miraba haciéndome sentir cada vez más incomoda.
- Perdón, siento haberle invitado, a veces soy un poco impulsiva y no pienso en lo que pueden parecer mis actos a los demás – respiré un poco más tranquila, había dado una explicación a nuestro sospechoso comportamiento y al mismo tiempo no tendría que cenar con un delincuente secuestrador de ladrones de tecnología.
No había terminado de subir la ventanilla cuando sonrió y me dijo que estaría encantando de cenar conmigo.
Sin terminar de asimilar lo que acababa de suceder me encontré dándole mi dirección para que pasase a recogerme en cuatro horas, notaba como Alex me miraba con los ojos desorbitados por el horror.
El Hyundai arrancó dejándome con la boca abierta y con la sensación de que me había perdido algo fundamental en aquella historia.


(Aquí dejo el primer capítulo de una "novela" que escribí el año pasado. ¿por qué sin título? pues porque todavía no lo he decidido. Si a alguien se le ocurre alguno, estaré encantada de escuchar las propuestas.
Aunque haría un favor al mundo no publicando los siguientes capítulos, lo siento pero no soy tan generosa, así que en los próximos días os seguireis encontrando los vaivenes de estos personajes tan inclasificables. )

miércoles, 14 de marzo de 2012

¿Y mi contraseña?


Después de no sé cuanto tiempo pasaba por aquí y me he dicho, venga vamos a escribir algo, así a lo loco. Enseguida me he encontrado con el primer obstaculo, no recordaba mi contraseña y he pensado, bueno pues la solicito de nuevo, segundo obstaculo, tampoco recordaba mi contraseña de email...Sigo pensando, mmmmmh entraré con la contraseña de alguno de los otros administradores...sí, claro, no recuerdo las mías, como para recordar las de los demás. Finalmente, después de romperme la cabeza he recordado las mías, que obviamente eran las primeras que había metido ¿por qué entonces me las daba como erroneas? yo que sé, cosas de internet. El caso es que he acabado con dolor de cabeza de tanto pensar, pero EH, TENGO MI CONTRASEÑA¡¡¡ así que la próxima vez que me de por escribir algo podré ponerme a ello.

jueves, 8 de marzo de 2012


ENMIENDA A LA LEY LABORAL 

Es probable que gran parte de la ciudadanía no tenga claro, aún, lo que implica la nueva ley laboral.
Por lo pronto hay que aclarar que el término utilizado para denominarla, “reforma”, no es el más apropiado, pues si nos remitimos a la definición que de él hace la RAE, en su segunda acepción, dice:

2. f. Aquello que se propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en algo.

En este caso la innovación brilla por su ausencia, pues estas leyes ya son conocidas en multitud de lugares en los que existe la explotación, que luego desemboca en la esclavitud, por cierto. En cuanto a la mejora, parece evidente que a involucionar 40 años respecto a los derechos adquiridos por los trabajadores (y no hablemos de derechos sociales) no se le puede llamar progreso.

Según nuestro nuevo gobierno, los OBJETIVOS DE LA REFORMA LABORAL son:

● Frenar en el corto plazo la sangría de destrucción de empleo
● Poner las bases para la creación de empleo estable cuanto antes.
Apostar por el empleo de calidad que rompa la dualidad del mercado de trabajo.
Poner en marcha mecanismos efectivos de flexibilidad interna en las empresas para promover el mantenimiento del empleo.
Modernizar la negociación colectiva para acercarla a las necesidades específicas de empresas y trabajadores.
Reconocer un nuevo derecho individual de los trabajadores a la formación.
Elevar las oportunidades de las personas desempleadas, con particular atención a los jóvenes y los parados de larga duración.
Sumar los esfuerzos de todos aquellos que pueden colaborar en la búsqueda de un puesto de trabajo.
Apoyar a los autónomos y PYMES, proporcionando mayor flexibilidad y capacidad de adaptación.
Reforzar los mecanismos de control y prevención del fraude en el cobro de prestaciones por desempleo.
Combatir el absentismo laboral injustificado.

Todos estos buenos propósitos serían plausibles si los responsables de llevarlos a cabo no fueran “Los Mercados”. Parece pueril, incluso para nuestro gobierno, pensar que las empresas, las mercantiles, las dueñas de las SICAV, vayan hacer sacrificios. Y mucho menos a favor de sus trabajadores.
Sabíamos que nuestros nuevos gobernantes eran conservadores, pero volver a la Edad Media parece excesivo… ¿O no?

Os propongo un breve resumen de algunos de los cambios más aparatosos:

.- Estatuto de los trabajadores: La nueva reforma modifica el artículo 41 del Estatuto, que dice que cuando existan razones económicas, técnicas, organizativas o de producción se podrán modificar la jornada de trabajo, horarios, turnos, sistema de remuneración y cuantía salarial...

.- Convenios ya existentes: Ahora, el empresario puede tomar decisiones unilaterales que tengan efectos colectivos, aunque haya convenios en vigor. Además se da la posibilidad a las empresas de ajustar las condiciones laborales de sus trabajadores y saltarse un convenio colectivo en todos sus contenidos (salarios, jornada de trabajo, sistema de rendimiento o cambio de categoría
profesional).

.- Bajas por enfermedad: Aunque estén justificadas, el absentismo del trabajador no depende del absentismo del grupo ni de si la empresa se ha visto afectada por tu ausencia, solo de cuántos días has estado fuera. Un esguince grave o un par de gripes suman fácilmente los 9 días que se contemplan en la nueva reforma.

.- Supuestos por los que puede producirse el despido: La ley dice que el empresario podrá despedirte "cuando sus ingresos o ventas disminuyan durante tres trimestre consecutivos". Eso no significa que la empresa esté en pérdidas, sino que simplemente, gane menos aunque siga teniendo beneficios. También pueden despedirte si "han previsto” pérdidas, aunque sean temporales.

.- Modificaciones salariales: La nueva reforma laboral permite que te bajen el sueldo ya que a partir de ahora,  la “cuantía salarial” se incluye entre las condiciones de trabajo que la dirección de la  empresa puede modificar de forma unilateral simplemente alegando razones “relacionadas con la competitividad, productividad u organización técnica o del trabajo en la empresa”.

.- Despido improcedente: Ahora es el trabajador despedido el que tiene que demostrar que su despido ha sido improcedente. Todos los despidos se consideran procedentes y si no estás de acuerdo eres tú el que debe ir ante el juez y demostrar que no es cierto. Los salarios de tramitación ahora solo se te abonarán si tras reconocerse la improcedencia eres readmitido, pero no si optas por la indemnización.

.- ERE: Los ERE debían contar con el permiso de la autoridad administrativa (el ministerio de Empleo o las consejerías de Trabajo). Tras la reforma ya no es necesario  contar con su visto bueno.
Se harán directamente, sin autorización previa de la Administración. Además amplía las causas
objetivas para que se puedan acoger a este modelo de despido y acelera la tramitación.

.- Paro y cobro de indemnizaciones: Se puede trabajar y a la vez cobrar el paro solo en casos concretos. Se ha creado un contrato con deducciones para incentivar que pymes y autónomos puedan contratar jóvenes (hasta 30 años). El joven en cuestión puede seguir cobrando el 25% de la prestación (el paro). Eso sí, el periodo de prueba en este contrato es de un año.
El Gobierno también pretende que los parados realicen (gratis) trabajos para la comunidad.

Para más dudas, BOE:




Skuldd

domingo, 5 de febrero de 2012

SI ACASO...

Si acaso te sueño,
y me despierto llena de ti,
la mañana se impregna de tu aliento,
que como gota de rocío atesoro,
humedeciendo de dicha,
mi realidad pasajera.

Si acaso te veo,
el universo me despliegas,
y podemos volar juntos,
iluminados por una fugaz estrella,
entre la música etérea de tu luna.

Si acaso al ocaso desapareces,
mi mundo se hace oscuro,
y vago perdida en un mar

de incertidumbres,
sin lograr encontrar mi camino,
y tu ausencia funde mi esencia, en una forja de olvido.

jueves, 2 de febrero de 2012

PRESENTIMIENTO

Carlos sintió una presencia, se dió la vuelta, pero no había nadie.
Una sombra se proyectaba en la pared y no era la suya.
Notó un cálido aliento en su oído, acompañado de un susurro ininteligible.
Miró atrás de nuevo, pero seguía mortalmente solo.
Comenzó a asustarse de verdad, cuando el susurro tomó forma.
-"Ven conmigo, ven"- escuchó.
Presa del pánico,salió corriendo, en su precipitación cruzó la calle sin mirar.

Abrió los ojos,
ahora ya no era una sombra quien lo acompañaba, sino una forma bien tangible.

lunes, 16 de enero de 2012

LOBO


El lobo nunca se disfrazó de príncipe,
unas veces sus uñas eran más afiladas que otras,
pero nunca ocultó, su verdadera condición.

domingo, 8 de enero de 2012

DESEO Y VINOS EN MEDINACELLI

I


Acércate a mi recuerdo,
siéntate, descansa,
prende la llama en tu corazón,
y enciende mi hoguera.

Fuera llueve y anochece,
pero dentro está templado, luminoso,
el vino y la literatura,
llenan nuestras copas.

Refléjate en mis ojos,
quiéreme un poquito este día, al ocaso,
prometo no defraudarte,
miles de deseos voy a colmarte,
tú solo déjate llevar.

El viento nos despeina fuera,
juntos caemos entre la hierba,
la pasión contenida nos enerva,
mien

tras un castillo templario nos alberga.
-Ávidos, apuramos el dulce licor del amor-


II


De vuelta a Madrid detienes el coche,
la oscuridad oculta tu secreto,
las estrellas techan nuestro improvisado lecho,
desbordados, nos amamos de nuevo.



Después me duermo y sueño contigo,
sonriente, quizás te recreo,
tú me contemplas extasiado,
notando quizás, cierto cosquilleo.

-La noche sigue brillando mágica en Medinacelli,
pide tu deseo-

sábado, 7 de enero de 2012

NOCHE FIN DE AÑO 2011

I


Un año más que acaba.
-Noche mágica cargada de deseos-

Todos somos un poco mejores hoy.
-Dulces anhelos que nos hacen buenos-

¡Que bonito si pudiésemos sentirnos así,
todo el año!
Llenos de sueños y de propósitos de enmienda.

Cada año nuevo, es como un punto de partida,
como un renacer,
naciendo así a una vida mejor, más plena.

Todos queremos un bienestar común,
sin importarnos razas, religiones ni países,
las fronteras se desdibujan y desaparecen los kilómetros,
siendo todos por fin un Uno Universal.

II

Brinda conmigo esta noche,
bésame, siente mi aliento,
nota mi espíritu enamorado,
que te llama.

Toca mi esencia,
refléjate en mi corazón,
nuestras almas anhelan este momento, en el que se unen,
entre las burbujas doradas, de un buen champán.

Las mentes se regocijan,
recreando la imagen del otro,
y cuando escuches la campanada final,
con la última uva, se rompe el hechizo,
y por fin nos hacemos presentes,
y podemos acariciarnos una vez más.

Un suave roce que evoca el paraíso sublime,
que no sabe de tiempos físicos,
y que espera, en la intemporalidad del ser.

-Es la sabiduría divina de la creación,
que nos reúne en un mismo tiempo,
en una misma vida-

viernes, 6 de enero de 2012