sábado, 11 de septiembre de 2010

Partida de futbolín


- Venga, echamos una o qué?
Miré hacia el futbolín, no tenía muchas ganas de hacer el ridículo, hacía un millón de años que no jugaba y nunca se me había dado muy bien, pero me dolía ya el culo de estar sentada, así que me animé.
Santi llamó a un par de amigos que andaban por el bar, para no darme una paliza y que la partida durase un poco más.
Bah, quizas no se den cuenta de lo torpe que soy, están todos un poco borrachos y a lo mejor no ven ni la bola.
Santi se coloca a mi lado dejándome en la portería, espero que sea bueno y que no dejé pasar ni una, porque si no esto va a durar menos que una estrella fugaz. Frente a nosotros Fran en la portería y Carlos de delantero.
Primera bola…nunca me había fijado en lo azules que son los ojos de Carlos, parecen dos cristales…..
- Gooooooooooooooooooooooool
Coño, ni la he visto pasar. Mientras estos lo celebran, Santi me mira con cara de mala leche, ¿qué esperaba? Además, me estaba preparando.
Segunda bola….no apartó la vista de la bola, Fran intenta superar el mediocentro, pero Santi está ahora más pendiente y con ninguna confianza en mis habilidades.
La camisa de Carlos tiene tres botones abiertos y puedo ver algunos pelillos, no muchos, que sobresalen. Se nota a simple vista que son suaves, debe ser muy agradable enredar los dedos entre ellos, sintiendo la piel blanca debajo, con el corazón acelerándose con cada…..
- Gooooooooooooooooooooooooool
Me cago en la leche, pero si estaba super pendiente, ¿de dónde ha venido esa bola?
- A lo mejor si pones a los jugadores de pie, en vez de cabeza abajo…- me dice Santi un pelín cabreado.
- Ups, estaba tan pendiente de la bola que no me había fijado.
Carlos me sonríe, encendiéndose un cigarro y dando un trago a su Heineken.
Tercera bola…. ¿Me habré puesto roja? Por favor, que no me haya puesto roja. Mierda casi me la cuelan otra vez, joder concéntrate de una vez.
Lleva el cuello de la camisa levantado, con una mano se lo coloca, menos mal, gracias a eso, he conseguido sacar la bola de mi área, si es que son muy pequeñas, deberían hacerlas más grandes, es que apenas se ven.
¡Qué mano más bonita¡ no muy grande, con los dedos perfectamente formados, manos de pianista o de carterista, a partir de ahora voy a empezar a guardar la cartera cerca de mi pecho, seguro que incluso a través de la ropa podría sentir su calor.
- Gooooooooooooooooooooooooooool
No me jodas, si es que casi no se ven, deberían pintarlas de amarillo fosforito o algo así y además la he llegado a parar, lo que pasa es que ha hecho un extraño y se ha metido dentro.
Santi me dice que me cambie de sitio, a ver si así conseguimos que no nos marquen más goles. Si, va a ser mejor, así no tengo la distracción frente a los ojos, no me jodas, ellos también se cambian.
Cuarta bola……¿Se habrá dado cuenta y lo hace a propósito? Menudo creído, pues no pienso mirarle ni de reojo. Cada vez que le da a la bola, los músculos de sus brazos se tensan bajo la camisa, parece fuerte, éste me levanta y me hace girar más que en un tiovivo.
- Gooooooooooooooooooooooooooooooool
- Pero como va a ser gol si la bola la tenía yo y no he marcado
- Si has marcado, pero en nuestra propia portería. Intenta jugar hacía delante y no hacia atrás bonita – la voz de Santi ya es chirriante.
A ver chico que sólo es una partida de futbolín, no te va la vida en ello, pero tú no te preocupes que no nos quedamos patateros, vamos a perder pero las tres bolas que quedan las metemos nosotros.
Carlos le da otro trago a su cerveza, está tan delgado que casi puedo ver como el líquido se desliza por su garganta al echar la cabeza hacia atrás.
Quinta bola……..concentración. Tiene unos labios finos, de esos que puedo atrapar entre los míos sorbiéndolos, hasta que dejo que se abran y mi lengua se introduce para sentir la suya y…….
- Goooooooooooooooooooooooooooooooooooool
Venga ya, pero si ni se había puesto la bola en juego. Vale, los próximos goles los cantamos nosotros, se acabaron las tonterías.
Sexta bola…….miro fijamente mis jugadores, están bien colocados, doy un golpe seco hacia el lado contrario para parar la bola y tirar a portería, hostias un poco más y le doy en todas su partes. Me entra la risa y al aflojar la bola se va hacia atrás.
- Joder, ¡que juegues hacia delante! – Santi está ya super mosqueado
Vaya bulto que se deja adivinar, eso es para degustarlo por partes, si no quieres ahogarte.
- Gooooooooooooooooooooooooooooooooool
Santi me mira de mala leche, a ver tronco que eres tú el que está en la portería a mí que me cuentas.
Bueno nos queda una oportunidad, a por ella…
Séptima bola….. tiene toda la pinta de ser un semental, como me gustaría poder cabalgarlo, sentir sus caderas golpeando sobre mi cuerpo desnudo, sudoroso por el esfuerzo, jadeando, mientras el me penetra una y otra vez, una y otra vez………..
- Gooooooooooooooooooooooooooooooooooooool,- esta vez es la voz de Santi, que me abraza como si hubiésemos ganado una medalla o algo así.
- No sé en que estabas pensando pero prométeme que si echamos otra partida, pensarás en lo mismo.
- Te lo prometo – le digo sonriendo, no creo que me cueste demasiado si tengo a un rival semejante frente a mí.
Carlos me guiña un ojo y se ofrece inmediatamente a jugar otra partida, ¿en que habrá estado pensando él?

martes, 7 de septiembre de 2010

La niña de las flores (La que Espera II)


El pelo rizado se alborotaba en su frente, mientras que la niña corría feliz detrás de las mariposas, de vez en cuando se agachaba a recoger alguna flor que llamaba su atención y la pegaba a su vestido convirtiéndolo en un prado multicolor, si se hubiese tumbado pasaría desapercibida para cualquier persona que pasase cerca, sólo podría distinguir un montículo de bellas flores.
A veces lo hacía para notar como las abejas se acercaban para extraer el néctar, porque sobre la niña, las flores nunca se marchitaban, pero ese día tenía prisa, su amiga La que espera iba a llegar y quería ir a recibirla con el más hermoso ramo de margaritas que su amiga nunca hubiese visto.
Las margaritas eran las flores preferidas de su amiga, la había hecho también una corona con ellas, como el día que se conocieron el verano pasado.
La había echado mucho de menos, cada día desde que se separaron tachaba un día en el calendario, y hoy por fin, había llegado el día señalado.
Se fue corriendo, saltando alegre hacia la casa de los abuelos de La que espera y se sentó frente a la puerta, con la sonrisa en los labios y sin dejar de moverse, por los nervios de reencontrarse con ella.
Tenía muchas cosas que contarla, presentarla a las nuevas haditas que habían nacido, tan pequeñas y brillantes como una perla, enseñarle la nueva casa de su amiguita la ardilla y cantar con ella las nuevas canciones.
Las otras niñas del pueblo no se relacionaban con ella porque creían que era muy rara, pero La niña de las flores no se ponía triste, porque ella tenía a las hadas y a los animalitos y no la importaba que los demás creyesen que hablaba sola, ella hablaba al viento y éste gemía en su oído historias de lugares lejanos que la fascinaban y la hacían soñar con desiertos encantados, con mares tempestuosos y con niñas como ella.
- ¿Cómo ella? ¿Qué es La niña de las flores? ¿es un hada? Mama, mama, cuéntamelo -
La madre miró a su hija de pelo oscuro, que se arrebujaba entre las sabanas apretando el cristal del que no se separaba desde que se lo regaló.
- mmmmm otro día te lo cuento, hoy toca la historia del reencuentro de La que espera con La niña de las flores
- no, mama, dímelo, porfa, porfa, porfa…
- bueno un adelanto solamente. La niña de las flores no es sólo una niña, es especial, pero no te voy a decir nada más.
La niña hizo pucheros intentando conseguir que su madre le confirmase su sospecha, pero cuando vio que no iba a conseguir nada, la pidió que siguiese con el relato.
Bueno... pues La niña de las flores estaba esperando que llegase La que espera, cuando de repente su amigo el viento la contó que había habido un accidente y que su amiga necesitaba su ayuda.
- no le va ha pasar nada malo a La que espera, verdad que no, mama?
- si me dejas seguir te lo cuento – dijo la madre sonriendo
La niña de las flores fue corriendo a hablar con el policía del pueblo, que estaba tomando café en el bar. Todo iba bien hasta que la preguntó como lo sabía, La niña de las flores nunca mentía, así que cuando dijo que su amigo el viento se lo había dicho, todos los hombres del bar se echaron a reir y la mandaron a jugar a otro sitio.
La niña de las flores no se rindió, fue a buscar a sus amigas las hadas, estas nunca salían de su jardín secreto pero la niña insistió tanto y además La que espera era su amiga también, así que decidieron ir en su ayuda.
Siguiendo las indicaciones del viento llegaron volando…
- espera mama, ¿Quién llegó volando? ¿la niña de las flores podía volar? Es por el polvo mágico de hadas, ¿a que sí?
- No, las hadas no necesitan polvo mágico para volar.
- Entonces es un hada también, La niña de las flores
- No, exactamente, a La niña de las flores la llevó el viento. Y si no te callas, no te sigo contando.
El coche se había caído en una acequia y se estaba inundando, La que espera y sus padres estaban inconscientes. Las hadas aunque tan pequeñas como un dedal son muy fuertes y con la ayuda del viento consiguieron ponerlos a salvo. En unos pocos minutos el coche quedó inundado por completo, a lo lejos se oía la sirena de la ambulancia y aunque un poco preocupados los salvadores se tuvieron que ir, dejando allí a su amiguita, que sólo parecía tener una brecha en la frente.
Al día siguiente, La niña de las flores, fue al hospital a ver a su amiga que ya se encontraba perfectamente, La que espera se puso muy contenta al verla y aún más cuando vio su nueva corona de margaritas, todo el año había tenido miedo de que La niña de las flores se hubiese olvidado de ella. La que espera sólo era una niña normal y su amiga era muy especial, pero cuando la abrazó y aspiró el aroma a azahar que siempre la acompañaba fue como si no hubiese pasado el tiempo. La niña de las flores no entendía porque su amiga lloraba, y cuando La que espera se lo contó se echó a reír.
- pero si tú eres especial, sólo tienes que creerlo y verás lo maravillosa que eres.
Todos los días hasta que la dieron el alta La niña de las flores iba al hospital a ver a su amiga, la enseñó canciones nuevas, la describió a las nuevas haditas y las ganas que estas tenían de conocerla.
La que Espera se tocó la cicatriz que la había quedado en la frente y pensó que creerían que era fea y se asustarían, pero cuando por fin llegó el día y fue con La niña de las flores al jardín secreto, todas las hadas la rodearon, volando a su alrededor, posándose sobre sus hombros.
Una hadita recién nacida, acarició la cicatriz, La que espera se quedó unos segundos sin respirar hasta que escuchó una vocecita:
- ¡que bonito es tu adorno! Parece una corona
La que espera ese día aprendió que no hay nada bonito o feo, todo depende del color con que se miré y bajo los ojos del amor y la amistad todo es bello.
- Y colorín colorado este cuento se ha acabado por hoy.
La madre le dio un beso en la mejilla a su hija antes de salir del cuarto, está miraba fijamente la cicatriz antigua que surcaba su frente, pero no dijo nada, solamente sonrío y cerró sus hermosos ojos oscuros, deseando que llegase la noche siguiente para saber más sobre las que ya consideraba que eran sus amigas.