martes, 18 de enero de 2011

Pudruecos


Buenos días, estimados oyentes.

El programa de hoy promete ser escalofriante, ya que oiremos un extracto de un suceso espeluznante ocurrido a una oyente, que prefiere permanecer en el anonimato. Adelante con la narración.

“…no sé si recordarás querida amiga, que el baño de la casa en la que habitábamos carecía de un sistema moderno de cañerías lo que provocaba el mal funcionamiento del lavabo. Lo que al principio fue un simple ralentizamiento de la succión, se convirtió con el tiempo en un grave problema de tragaderas.

Puede que la mala digestión de uno de nuestros invitados, aquel día, tuviera algo que ver en ese deterioro, pero más bien creo, que algo que moraba en las tuberías del lavabo, fue despertado por nuestra utilización. Comenzamos a percibir una extraña presencia por las noches, cuando a la luz del foco del espejo veíamos el interior del sumidero. Mi compañera de piso, Angelita Odioelqueso, notó que un elemento indefinido ocupaba el interior de la cañería. Permanecimos así durante un tiempo, notando con el paso de los días que aquel cuerpo crecía en volumen y en viscosidad. Advertimos, además, que su color comenzaba a variar, llegando a adquirir tonalidades rojizas indescriptibles. Una tarde, Angelita no pudo más y decidió destruir la sustancia que, según sus palabras, la observaba desde el fondo del sumidero. Armada con un desatascador y una palangana, comenzó a sacudir el lavabo. Tras los primeros golpes, comenzaron a salir a flote pequeñas porciones de aquella materia, que en mi opinión, no pertenecía a nada conocido. Yo permanecía en la puerta del baño, a la espera de que Angelita necesitara mi ayuda. En un momento dado, llevada por su furor de limpieza, Angelita, asqueada pero resuelta, dio con todas sus fuerzas un tremendo golpe provocando que la ajada rejilla del lavabo se desprendiera. De repente, un chorro de agua cayo al suelo, Angelita gritó, yo salté hacia atrás, y en un instante, un segundo de horror indescriptible, vimos emerger un ente informe y maloliente de color encarnado, que con sus viscosos tentáculos trataba de alcanzar la luz.

Las dos conseguimos reponernos del impacto, y Angelita, más rápida, propinó con la palangana un violento golpe a lo que creyó la cabeza de aquel engendro abismal, logrando que volviera a meterse en la tubería. Tapamos el orificio como mejor pudimos y bajamos a buscar ayuda al Janû, donde Mojama Bordeline mandó llamar a Berebe, uno de los hombres de las arenas, famosos en todo el mundo por su conocimiento de las artes arcanas del agua. Berebe llegó cargado con sus artilugios mágicos y tras pronunciar sus hechizos, comenzó a luchar contra el ente cósmico que pugnaba por salir y que según nos contó luego, provenía de la lejana Charcosa.

Tras una ardua batalla mística entre las dos fuerzas opuestas, Berebe consiguió imponerse a Niarlatoques, también llamado “El progenitor de las mil roñas” con una pócima consoladora. Aprovechando ese momento de debilidad, se dispuso a introducir el cuerpo, si se le puede llamar así, de aquel ente en una urna mágica. Ese fue el momento fatídico, que quedará grabado en nuestras mentes para el resto de nuestra existencia. Por suerte, no llegamos a ver con claridad y en su totalidad la forma de Niarlatoques, pero sí pudimos sentir su inmundo y penetrante hedor. Angelita y yo casi desfallecimos al percibir aquel fétido y pestilente tufo que desprendía el ser… De esto hace ya años, y solo ahora, tras una profunda reflexión y ayudadas por lecturas piadosas, podemos relatar ese tremendo episodio.

"Después de este espeluznante relato, que habrá hecho las delicias de todos los amantes del terror, nos despedimos por hoy hasta nuestra próxima cita, mañana a la hora del Guchur. Disfruten ustedes de la deliciosa Pestira y buenas noches".