jueves, 14 de abril de 2011
REFLEXIONES
De nuevo anochece, el sol da paso a la luna,
y la noche a los sueños.
Una suave brisa, acaricia las copas de los árboles,
sus hojas coquetas, lucen su juventud dorada,
que embriaga, con sus galas de esplendor.
Mirando al cielo me pierdo, entre algodonosas nubes,
Y sus formas etéreas, volátiles,
Me recuerdan a la fugacidad de la vida.
Nos aferramos a objetos materiales,
Entrando en una espiral de posesiones inútiles
Que no podremos tener siempre,
Siendo incapaces de entender,
El verdadero secreto de la existencia.
Nuestras ocupaciones nos absorben,
el trabajo nos encarcela robándonos un tiempo precioso,
para compartir con los nuestros.
Hay que mirar más al cielo,
Y menos a nuestros ombligos.
Disfrutemos de todo lo que la vida nos ofrece,
De cada regalo de la naturaleza,
Contemplar los amaneceres, pero también los ocasos,
Porque todo forma parte de un mismo ciclo natural.
La noche y el día se complementan,
Hay que hallar un equilibrio entre ambos.
No hay respuestas absolutas,
Solo hay que asomarse de vez en cuando al alma,
Y dejarla atisbar el mundo, a través de nuestros ojos,
A través de nuestros corazones.
Debemos ofrecer lo mejor de nosotros mismos,
Desterrando el odio y el rechazo,
Cada ser es único e irrepetible,
En cada esencia brilla una gota pura de rocío,
Ó cristaliza un diamante.
A una sonrisa siempre responderá otra,
Porque el bien atrae lo inmaculado.
Pero el mal también existe y puede eclipsar al bien,
Aunque siempre hay que dar una oportunidad,
Ya que a veces después del eclipse,
Los astros brillan, si cabe con más luz.
Yo, solo quiero aspirar el perfume del amor,
En su naturaleza espiritual,
Apartarme de odio y rencores,
Que solo llevan a la desazón y al aislamiento,
Cortándome las alas y el espíritu no puede encarcelarse,
Debe elevarse y deslumbrar con su luz de amor.
domingo, 10 de abril de 2011
VERGEL DORADO, AMOR SOÑADO
Fue solo un momento, un roce de manos,
un instante absoluto, que contuvo toda una vida.
Sentir tu cercanía, el calor de tus anhelos,
el pálpito de tu amor, descubierto en un abrazo.
-La eternidad en un solo deseo-
Nunca hubiese deshecho ese abrazo,
era inmensamente feliz, solo éramos los dos,
en un momento sublime.
Si hubiese sido más valiente,
hubiese entrelazado mis dedos a los tuyos,
y mi cabeza hubiese ido más allá de tu hombro.
Mi otra mano hubiese hallado cumbres más altas y menos llanas.
Si el miedo a lo no correspondido no me hubiese paralizado,
en una torsión indescriptible de cabeza, cuerpo y brazos,
te hubiese acariciado y buscado tu boca.
Vergel dorado, amor soñado, que nunca deja entrever más que la belleza inicial,
que asoma rebelde, tras una puerta entrecerrada y que nunca invita explícitamente,
a conocer su interior y su disfrute.
Tú, inaccesible en tu sinrazón, me dejas siempre flotando en un estado de sueño y realidad,
no sabiendo nunca si la noche llevará a un estreno prístino,
ó desembocará entre las tinieblas de la duda más incierta.
Ábreme tu puerta, corazón,
antes de que mi huracán lo asole todo y arrase lo que en éstos dos años,
hemos ido sembrando, aunque solo haya recogido pequeños esquejes,
que tardan demasiado en florecer.
No quiero convertirlo todo en abono fértil,
ni quemar con el fuego de mi impaciencia,
lo que apenas quizás, solo ha comenzado a despuntar.
¡Oh noche! ¡Noche soñada!
¡Noche amada!
-Cosmogonía de arte,
Cosmogonía de amor-
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