domingo, 10 de abril de 2011

VERGEL DORADO, AMOR SOÑADO




Fue solo un momento, un roce de manos,
un instante absoluto, que contuvo toda una vida.
Sentir tu cercanía, el calor de tus anhelos,
el pálpito de tu amor, descubierto en un abrazo.
-La eternidad en un solo deseo-

Nunca hubiese deshecho ese abrazo,
era inmensamente feliz, solo éramos los dos,
en un momento sublime.

Si hubiese sido más valiente,
hubiese entrelazado mis dedos a los tuyos,
y mi cabeza hubiese ido más allá de tu hombro.
Mi otra mano hubiese hallado cumbres más altas y menos llanas.

Si el miedo a lo no correspondido no me hubiese paralizado,
en una torsión indescriptible de cabeza, cuerpo y brazos,
te hubiese acariciado y buscado tu boca.

Vergel dorado, amor soñado, que nunca deja entrever más que la belleza inicial,
que asoma rebelde, tras una puerta entrecerrada y que nunca invita explícitamente,
a conocer su interior y su disfrute.

Tú, inaccesible en tu sinrazón, me dejas siempre flotando en un estado de sueño y realidad,
no sabiendo nunca si la noche llevará a un estreno prístino,
ó desembocará entre las tinieblas de la duda más incierta.

Ábreme tu puerta, corazón,
antes de que mi huracán lo asole todo y arrase lo que en éstos dos años,
hemos ido sembrando, aunque solo haya recogido pequeños esquejes,
que tardan demasiado en florecer.

No quiero convertirlo todo en abono fértil,
ni quemar con el fuego de mi impaciencia,
lo que apenas quizás, solo ha comenzado a despuntar.

¡Oh noche! ¡Noche soñada!
¡Noche amada!
-Cosmogonía de arte,
Cosmogonía de amor-

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