Estábamos corriendo enmedio del caos que se produjo en el zoco de Khan Al Khalili en el Cairo viejo, todo era confusión, gritos y deseos de salir del laberíntico entorno en el que nos encontrábamos.
De repente se oyó un disparo, seguido de otro y otro más, la gente caía al suelo alrededor nuestro, uno tras otro como un enorme dominó humano que iba sembrando de cuerpos el zoco de una forma paradójicamente ordenada, como en hileras.
Alguien me cogió de la manga y me arrojó violentamente al suelo, justo antes de que una bala me pasase rozando la mejilla.
Los olores a sangre y pólvora eran mareantes, el tiroteo seguía, estaba atrapada.
Siempre quise ir a Egipto, desde niña soñaba con ello, el deseo se fue acrecentando hasta que un buen día se cumplió mi sueño.
Estaba en mi tercer año de carrera , en plena época de exámenes, estudiando en la biblioteca, noté como se me iban cerrando los ojos y entonces lo vi ,de pie, envuelto en un halo de luz, alto y sobrio, con un porte excelso, un turbante blanco y una chilaba blanca que denotaba una gran pureza. En su mano derecha llevaba un enorme bastón dorado labrado, sus ojos eran de fuego y sin mover los labios me transmitió un mensaje “ven a Egipto y busca el rubí del bastón sagrado”.
Cuando empezó a acercarse a mí me desperté, pero su imagen seguía grabada a fuego en mi mente y también su extraño mensaje.
Bajé corriendo las escaleras y salí de la biblioteca, mis pies parecían ir solos y me llevaron a una agencia de viajes cercana, entre en ella y me escuché asombrada comprar un pasaje a Luxor, Egipto.
Al día siguiente cogí un avión destino Luxor y sentí como si fuese a reunirme con mi destino. Al bajar del avión una especie de embriaguez me envolvió, hasta el aire era diferente.
De camino al barco noté muchos ojos clavados en mí, era como si me desnudasen.
Al día siguiente fui a visitar el templo de Luxor, me recibió una escultura de grandes dimensiones sedente de Ramsés II con su mujer Nefertari a sus pies.
Inicié la visita pero yo no podía escuchar al guía ya que mis voces interiores no paraban de hablarme, cada piedra e incluso cada grano de arena parecían susurrarme algo en una lengua ya muerta pero que inexplicablemente yo entendía.
Todo era como un “déjà vu”.
No se en que momento me perdí, ya que incluso mis pies parecían conocer el camino.
Estaba contemplando un relieve del dios de la fertilidad Amon Min muy explicito, mientras mis dedos recorrían sus finas líneas un sonido sordo provocó que una hendidura en la piedra se abriese dando paso a un túnel oscuro en el que caí. Al llegar al suelo noté que algo blando me acogía y el impacto final fue menor.
No podía ver nada, todo estaba muy oscuro y no había luz al final del camino.
Un intenso miedo me recorrió toda la espina dorsal, pero era un miedo más bien atávico, primitivo, a la oscuridad, ya que la aventura en el fondo me excitaba.
No se cuanto tiempo permanecí en la oscuridad ya que perdí la noción del tiempo, además me adormecí y ya no sabía diferenciar lo real de lo ficticio.
Volví a soñar con el hombre de la biblioteca, más imponente si cabe, más alto, sentía que me resultaba remotamente familiar.
En algún momento noté que su presencia se hacía más tangible y alguien que me tocaba, retrocedí bruscamente, en ese momento se encendió una luz en alguna parte y pude ver al hombre de mis sueños sosteniendo una antorcha que proyectaba una sombra fantasmal en torno suyo.
-No tengas miedo y ven conmigo.-Me dijo-.
Me tendió su mano y sin más me agarré a ella como a una tabla de salvación, era a lo único a lo que me podía aferrar para huir de esa oscuridad y de esa noche sin fin.
-Me llamo Medjad y pertenezco a una orden secreta de sacerdotes coptos.
-Yo me llamo Cristina.
-Eso ya lo sabía, te conozco desde que naciste pero no solo en esta vida sino también en las anteriores.
-Eso es imposible-dije-
-Nada hay imposible Ayesha , nada-
-¿Por qué me llamas así?
-Porque ese es tu nombre primigenio. Tienes que cumplir una misión y así cerrarás el ciclo.
-¿Qué ciclo?
-El intemporal ciclo del Ka que nunca muere sino que se va regenerando.
-No entiendo nada.
-Da igual ya lo entenderás a su debido tiempo y ahora ¡vamos!
Se movía con una elegancia exquisita, era como si se deslizase y al andar sus pies no tocasen el suelo.
No podía creer nada pero sin embargo le seguía y mi mano iba cogida a la suya de forma natural, tal vez su propio calor me tranquilizaba.
Era tremendamente atractivo, su belleza era atemporal, como si no perteneciese a este mundo.
Salimos a la cegadora luz del desierto, me llevó a un monasterio perdido, perfectamente conservado, la cruz copta se podía ver impresa en todos sus muros.
-¿Seguimos en Luxor?
-Claro pero es una zona desconocida perdida entre las arenas del desierto.
Entré en el monasterio copto, el contraste con el exterior era muy acusado, dentro se estaba tremendamente fresco.
Me llevó a una sala y allí me acercó un asiento para que me sentara y empezó a hablar.
-Mira ayesha te voy resumir en pocas palabras la historia de nuestra hermandad,
Vivíamos en un templo cercano a Assuan en Phile, éramos una hermandad muy numerosa pero los romanos nos diezmaron aunque no pudieron acabar con nuestro culto, nosotros conservamos la verdadera lengua egipcia y también su magia, gracias a ésta pudimos renacer pero solo unos pocos elegidos, el bastón dorado es la clave de todo, pero no está completo, le falta un rubí que se desprendió en el momento del asedio y fue robado, es la llave para poder realizar la regeneración.
-¡No podía creerlo! ¡Era el mismo de mis sueños!
La luz de la estancia se reflejaba en sus exquisitos labrados, dándole el aspecto de una preciosa gema.
-Debo volver al pasado para intentar cambiar la historia de mi pueblo.
-¿Y que pinto yo en todo esto?
-Pues bien Ayesha, tu eres la máxima sacerdotisa de nuestra hermandad y solo tú puedes recuperarla, eres su reencarnación.
El camino no está exento de peligros, la joya ha pasado de mano en mano hasta llegar a las de una organización terrorista que se dedica al tráfico de armas ,deberás ser muy cauta, yo te pondré tras su pista, pero debes hacerlo sola, tendrás que viajar al Cairo y cuando llegues allí abre este sobre que contiene las instrucciones.
Una vez que consigas el rubí debes regresar al monasterio para llevar a cabo el viaje final y completar el ciclo, solo tú y yo podemos oficiar la ceremonia como sacerdotes máximos de la orden. ¿Estás dispuesta?
-Todo esto es una locura, un delirio-dije-
-“Aj tlre ralase corpt lua et”-dijo-
-« Salna mjaltum sra pred tuma »-contesté-
-No era un sueño , era increíble pero podía entenderle.
-De acuerdo lo haré.
Casi sin darme cuenta me vi montada en un tren destino al Cairo, tardaba doce horas en llegar, se podía ver toda la franja lateral del Nilo cultivada con el limo benefactor y como los egipcios actuales, seguían desempeñando las mismas acciones que sus antecesores faraónicos , lavando en el río, cultivando la tierra con aperos primitivos, era un estallido de luz y color, un canto a una vida que nunca acaba.
Poco a poco fui quedándome dormida con el traqueteo del tren y volví a soñar, estaba sola peinándome frente a una especie de espejo de un material bruñido, mis cabellos eran negros, trenzados, mis ojos oscuros estaban sombreados con khol y mi boca de labios carnosos trazaba una fina línea de preocupación.
Era yo podía reconocerme a pesar de que mi imagen actual era completamente diferente.
Desperté sobresaltada, mi ka recordaba, lo inconsciente se volvía consciente ya nada me haría dudar.
Llegué al Cairo a la estación de Ramsés confundiéndome entre el fluir de gentes, carros, maletas e incluso animales que hacían que mi avance fuese dificultoso.
Abrí la carta de Medjad y me dirigía a la dirección indicada a la Mezquita de Al-Hussein, en el Cairo viejo cerca de Khan al Khalili el zoco.
Seguí leyendo la misiva “Tras la puerta principal a diez pasos a la izquierda y dos a la derecha, en el centro del gran nicho que guarda la reliquia de Hussein, donde la letra mim se convierte en sin, podrás encontrar el rubí camuflado entre la epigráfica de su decoración. Pero tienes que tener cuidado, Rafik el terrible la custodia, debes ir bien cubierta para que no te descubra, cuando la tengas sal muy despacio, un taxi te llevara al aeropuerto de vuelta a Luxor y al monasterio para iniciar la ceremonia”
-Parecía tan fácil pero yo me moría de miedo.
-“Solo la sacerdotisa puede extraerla, la gema conoce hasta tu Adn y puede asimilarse a el,”
Llegue a la entrada “salam aleikum”-salude-
-Aleikum salam -me contestaron-
Acto seguido me descalcé, me cubrí con la túnica que me ofrecían y me acerque al lugar contando los pasos, llegue a ella era de una gran belleza, su rojo era cristalino y brillaba como el diamante, latía, tenía vida propia y cuando la toqué ella misma se desprendió y se colocó en mi mano, noté un calor extremo y una perfecta asimilación.
Ya iba a salir cuando note la mirada de hielo del guardián que comenzó a gritar algo y
salí corriendo.
¿Quién me había arrojado al suelo y salvado la vida?
Apreté la mano, la joya seguía allí y pude notar como latía, desde el suelo un rostro desconocido me exhortó a levantarme y a salir corriendo y fuimos hasta su taxi, mientras las balas silbaban a nuestro alrededor.
Me dejo en el aeropuerto y allí pude tomar un avión a Luxor enmedio de una enorme lentitud q me exacerbaba podía notar como alguien me seguía.
Cuando llegue Medjad me llevo al monasterio copto, yo estaba herida con el estrés de la situación no me había dado cuenta, la sangre de mi mano se mezclaba con el rubí dándole un color todavía mas rojo.
Empecé sentir que iba a perder la consciencia, ya no corría me sentía cada vez mas ligera como si flotase, mis ojos se cerraron.
Me dieron algo amargo de beber y vi que me encontraba en la sala principal del monasterio iluminada con antorchas y en el centro estaba medjad vestido de un blanco inmaculado, un grupo de sacerdotes nos rodeaban y en el centro el bastón dorado lanzaba destellos multicolores que hacían que la sala pareciese un gran diamante en cuyos lados nos veíamos reflejados iniciando un ceremonial tan antiguo como la vida misma.
-Ayesha acércate e introduce el rubí en el centro del bastón -dijo medjad-
y al hacerlo toda la sala se ilumino, el bastón pareció cobrar vida, abriéndose, mientras un haz de tracción nos instaba a penetrar en su interior. Vi como los sacerdotes iban entrando a la vez que entonaban sus cánticos rituales y medjad los siguió.
-Ayesha ven con nosotros, vuelve a tu verdadera vida-dijo Medjad-
Vacilé unos instantes una fuerza desconocida me atraía hacia su interior.
Tomé de la mano a Medjad e iniciamos un viaje primigenio hasta el interior mismo de la existencia humana.
Ayesha
De repente se oyó un disparo, seguido de otro y otro más, la gente caía al suelo alrededor nuestro, uno tras otro como un enorme dominó humano que iba sembrando de cuerpos el zoco de una forma paradójicamente ordenada, como en hileras.
Alguien me cogió de la manga y me arrojó violentamente al suelo, justo antes de que una bala me pasase rozando la mejilla.
Los olores a sangre y pólvora eran mareantes, el tiroteo seguía, estaba atrapada.
Siempre quise ir a Egipto, desde niña soñaba con ello, el deseo se fue acrecentando hasta que un buen día se cumplió mi sueño.
Estaba en mi tercer año de carrera , en plena época de exámenes, estudiando en la biblioteca, noté como se me iban cerrando los ojos y entonces lo vi ,de pie, envuelto en un halo de luz, alto y sobrio, con un porte excelso, un turbante blanco y una chilaba blanca que denotaba una gran pureza. En su mano derecha llevaba un enorme bastón dorado labrado, sus ojos eran de fuego y sin mover los labios me transmitió un mensaje “ven a Egipto y busca el rubí del bastón sagrado”.
Cuando empezó a acercarse a mí me desperté, pero su imagen seguía grabada a fuego en mi mente y también su extraño mensaje.
Bajé corriendo las escaleras y salí de la biblioteca, mis pies parecían ir solos y me llevaron a una agencia de viajes cercana, entre en ella y me escuché asombrada comprar un pasaje a Luxor, Egipto.
Al día siguiente cogí un avión destino Luxor y sentí como si fuese a reunirme con mi destino. Al bajar del avión una especie de embriaguez me envolvió, hasta el aire era diferente.
De camino al barco noté muchos ojos clavados en mí, era como si me desnudasen.
Al día siguiente fui a visitar el templo de Luxor, me recibió una escultura de grandes dimensiones sedente de Ramsés II con su mujer Nefertari a sus pies.
Inicié la visita pero yo no podía escuchar al guía ya que mis voces interiores no paraban de hablarme, cada piedra e incluso cada grano de arena parecían susurrarme algo en una lengua ya muerta pero que inexplicablemente yo entendía.
Todo era como un “déjà vu”.
No se en que momento me perdí, ya que incluso mis pies parecían conocer el camino.
Estaba contemplando un relieve del dios de la fertilidad Amon Min muy explicito, mientras mis dedos recorrían sus finas líneas un sonido sordo provocó que una hendidura en la piedra se abriese dando paso a un túnel oscuro en el que caí. Al llegar al suelo noté que algo blando me acogía y el impacto final fue menor.
No podía ver nada, todo estaba muy oscuro y no había luz al final del camino.
Un intenso miedo me recorrió toda la espina dorsal, pero era un miedo más bien atávico, primitivo, a la oscuridad, ya que la aventura en el fondo me excitaba.
No se cuanto tiempo permanecí en la oscuridad ya que perdí la noción del tiempo, además me adormecí y ya no sabía diferenciar lo real de lo ficticio.
Volví a soñar con el hombre de la biblioteca, más imponente si cabe, más alto, sentía que me resultaba remotamente familiar.
En algún momento noté que su presencia se hacía más tangible y alguien que me tocaba, retrocedí bruscamente, en ese momento se encendió una luz en alguna parte y pude ver al hombre de mis sueños sosteniendo una antorcha que proyectaba una sombra fantasmal en torno suyo.
-No tengas miedo y ven conmigo.-Me dijo-.
Me tendió su mano y sin más me agarré a ella como a una tabla de salvación, era a lo único a lo que me podía aferrar para huir de esa oscuridad y de esa noche sin fin.
-Me llamo Medjad y pertenezco a una orden secreta de sacerdotes coptos.
-Yo me llamo Cristina.
-Eso ya lo sabía, te conozco desde que naciste pero no solo en esta vida sino también en las anteriores.
-Eso es imposible-dije-
-Nada hay imposible Ayesha , nada-
-¿Por qué me llamas así?
-Porque ese es tu nombre primigenio. Tienes que cumplir una misión y así cerrarás el ciclo.
-¿Qué ciclo?
-El intemporal ciclo del Ka que nunca muere sino que se va regenerando.
-No entiendo nada.
-Da igual ya lo entenderás a su debido tiempo y ahora ¡vamos!
Se movía con una elegancia exquisita, era como si se deslizase y al andar sus pies no tocasen el suelo.
No podía creer nada pero sin embargo le seguía y mi mano iba cogida a la suya de forma natural, tal vez su propio calor me tranquilizaba.
Era tremendamente atractivo, su belleza era atemporal, como si no perteneciese a este mundo.
Salimos a la cegadora luz del desierto, me llevó a un monasterio perdido, perfectamente conservado, la cruz copta se podía ver impresa en todos sus muros.
-¿Seguimos en Luxor?
-Claro pero es una zona desconocida perdida entre las arenas del desierto.
Entré en el monasterio copto, el contraste con el exterior era muy acusado, dentro se estaba tremendamente fresco.
Me llevó a una sala y allí me acercó un asiento para que me sentara y empezó a hablar.
-Mira ayesha te voy resumir en pocas palabras la historia de nuestra hermandad,
Vivíamos en un templo cercano a Assuan en Phile, éramos una hermandad muy numerosa pero los romanos nos diezmaron aunque no pudieron acabar con nuestro culto, nosotros conservamos la verdadera lengua egipcia y también su magia, gracias a ésta pudimos renacer pero solo unos pocos elegidos, el bastón dorado es la clave de todo, pero no está completo, le falta un rubí que se desprendió en el momento del asedio y fue robado, es la llave para poder realizar la regeneración.
-¡No podía creerlo! ¡Era el mismo de mis sueños!
La luz de la estancia se reflejaba en sus exquisitos labrados, dándole el aspecto de una preciosa gema.
-Debo volver al pasado para intentar cambiar la historia de mi pueblo.
-¿Y que pinto yo en todo esto?
-Pues bien Ayesha, tu eres la máxima sacerdotisa de nuestra hermandad y solo tú puedes recuperarla, eres su reencarnación.
El camino no está exento de peligros, la joya ha pasado de mano en mano hasta llegar a las de una organización terrorista que se dedica al tráfico de armas ,deberás ser muy cauta, yo te pondré tras su pista, pero debes hacerlo sola, tendrás que viajar al Cairo y cuando llegues allí abre este sobre que contiene las instrucciones.
Una vez que consigas el rubí debes regresar al monasterio para llevar a cabo el viaje final y completar el ciclo, solo tú y yo podemos oficiar la ceremonia como sacerdotes máximos de la orden. ¿Estás dispuesta?
-Todo esto es una locura, un delirio-dije-
-“Aj tlre ralase corpt lua et”-dijo-
-« Salna mjaltum sra pred tuma »-contesté-
-No era un sueño , era increíble pero podía entenderle.
-De acuerdo lo haré.
Casi sin darme cuenta me vi montada en un tren destino al Cairo, tardaba doce horas en llegar, se podía ver toda la franja lateral del Nilo cultivada con el limo benefactor y como los egipcios actuales, seguían desempeñando las mismas acciones que sus antecesores faraónicos , lavando en el río, cultivando la tierra con aperos primitivos, era un estallido de luz y color, un canto a una vida que nunca acaba.
Poco a poco fui quedándome dormida con el traqueteo del tren y volví a soñar, estaba sola peinándome frente a una especie de espejo de un material bruñido, mis cabellos eran negros, trenzados, mis ojos oscuros estaban sombreados con khol y mi boca de labios carnosos trazaba una fina línea de preocupación.
Era yo podía reconocerme a pesar de que mi imagen actual era completamente diferente.
Desperté sobresaltada, mi ka recordaba, lo inconsciente se volvía consciente ya nada me haría dudar.
Llegué al Cairo a la estación de Ramsés confundiéndome entre el fluir de gentes, carros, maletas e incluso animales que hacían que mi avance fuese dificultoso.
Abrí la carta de Medjad y me dirigía a la dirección indicada a la Mezquita de Al-Hussein, en el Cairo viejo cerca de Khan al Khalili el zoco.
Seguí leyendo la misiva “Tras la puerta principal a diez pasos a la izquierda y dos a la derecha, en el centro del gran nicho que guarda la reliquia de Hussein, donde la letra mim se convierte en sin, podrás encontrar el rubí camuflado entre la epigráfica de su decoración. Pero tienes que tener cuidado, Rafik el terrible la custodia, debes ir bien cubierta para que no te descubra, cuando la tengas sal muy despacio, un taxi te llevara al aeropuerto de vuelta a Luxor y al monasterio para iniciar la ceremonia”
-Parecía tan fácil pero yo me moría de miedo.
-“Solo la sacerdotisa puede extraerla, la gema conoce hasta tu Adn y puede asimilarse a el,”
Llegue a la entrada “salam aleikum”-salude-
-Aleikum salam -me contestaron-
Acto seguido me descalcé, me cubrí con la túnica que me ofrecían y me acerque al lugar contando los pasos, llegue a ella era de una gran belleza, su rojo era cristalino y brillaba como el diamante, latía, tenía vida propia y cuando la toqué ella misma se desprendió y se colocó en mi mano, noté un calor extremo y una perfecta asimilación.
Ya iba a salir cuando note la mirada de hielo del guardián que comenzó a gritar algo y
salí corriendo.
¿Quién me había arrojado al suelo y salvado la vida?
Apreté la mano, la joya seguía allí y pude notar como latía, desde el suelo un rostro desconocido me exhortó a levantarme y a salir corriendo y fuimos hasta su taxi, mientras las balas silbaban a nuestro alrededor.
Me dejo en el aeropuerto y allí pude tomar un avión a Luxor enmedio de una enorme lentitud q me exacerbaba podía notar como alguien me seguía.
Cuando llegue Medjad me llevo al monasterio copto, yo estaba herida con el estrés de la situación no me había dado cuenta, la sangre de mi mano se mezclaba con el rubí dándole un color todavía mas rojo.
Empecé sentir que iba a perder la consciencia, ya no corría me sentía cada vez mas ligera como si flotase, mis ojos se cerraron.
Me dieron algo amargo de beber y vi que me encontraba en la sala principal del monasterio iluminada con antorchas y en el centro estaba medjad vestido de un blanco inmaculado, un grupo de sacerdotes nos rodeaban y en el centro el bastón dorado lanzaba destellos multicolores que hacían que la sala pareciese un gran diamante en cuyos lados nos veíamos reflejados iniciando un ceremonial tan antiguo como la vida misma.
-Ayesha acércate e introduce el rubí en el centro del bastón -dijo medjad-
y al hacerlo toda la sala se ilumino, el bastón pareció cobrar vida, abriéndose, mientras un haz de tracción nos instaba a penetrar en su interior. Vi como los sacerdotes iban entrando a la vez que entonaban sus cánticos rituales y medjad los siguió.
-Ayesha ven con nosotros, vuelve a tu verdadera vida-dijo Medjad-
Vacilé unos instantes una fuerza desconocida me atraía hacia su interior.
Tomé de la mano a Medjad e iniciamos un viaje primigenio hasta el interior mismo de la existencia humana.
Ayesha
Un poco de imaginación con los nombres no vendría nada mal. O ¿quizá sea un sueño tuyo, o una de tus más ansiadas fantansias?
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