miércoles, 21 de julio de 2010
EL VIAJE
Decidimos iniciar aquella ruta tras tres meses de discusiones y cambio de planes, finalmente nos pusimos de acuerdo parcialmente, ganó la mayoría entre la que yo no estaba, yo quería ir a Italia, pero la mayoría de mis amigas preferían ir a Ibiza a la Cala Salada , una playa nudista. Yo soñaba con ver esculturas de mármol como las que había en los museos vaticanos, pinturas renacentistas de héroes mitológicos, monumentos impresionantes… Pero mis amigas preferían ver las esculturas, héroes y monumentos de carne y hueso además de al natural.
Íbamos a ir cinco amigas de las cuales, tres querían ir a Ibiza y dos queríamos ir a Roma, al final el “arte actual” desplazó al arte eterno.
Una vez decidido el destino fuimos a sacar los billetes de avión, conseguimos un buen precio gestionándolos a través de una compañía de vuelo de low cost.
Después nos fuimos a casa de Laura para buscar un hotel económico, aunque mis amigas se empeñaban en buscar un hotel naturista. Yo no estaba muy convencida, eso de que te sirvan la comida en pelotas no me parece higiénico, a ver si vas a pedir unos huevos revueltos y te van a dar también una salchicha con queso por el mismo precio.
Al final encontraron un hotel naturista además con oferta especial a grupos, mis amigas se mostraron entusiasmadas, la norma general era no llevar ropa en ninguna de las instalaciones del hotel, bueno por lo menos no tendríamos que cargar con maletas llenas de ropa, seria liviana, aunque ya puestos ni maleta, un vestido solo para el viaje y para hacer alguna visita, ya que para el hotel, la playa y las incursiones nocturnas no se necesita ropa, eso sí meteré en el bolso algunos peta zeta para amenizar éstas en caso de producirse, cosa muy lógica si se está desnudo todo el día, será más cómodo y sobre todo nos ahorrará la visión en un momento íntimo, de ver al hortera de turno totalmente desnudo a excepción de los calcetines, que manía tienen algunos, será que les da seguridad, pero a mí desde luego me baja la libido, será cuestión de ponérselo en la cabeza y simular un atraco erótico.
Con todo ya preparado nos fuimos cada una a nuestra casa a la espera de empezar un viaje diferente.
Llegó el sábado y con él el inicio de nuestras vacaciones, marché al aeropuerto y allí me esperaban Laura, Sara, Paloma y Ana, nos dimos un gran abrazo grupal,
-¿dónde está vuestro equipaje?- pregunté-
-¿Pero no quedamos en ir con lo puesto?-Contestó Ana.
-Yo no llevo ni bragas, solo peta zetas- dijo Laura riendo haciendo gala de su habitual descaro.
Este viaje iba a terminar con algún bombo.
Cogí mi pequeña bolsa de viaje y nos dirigimos al mostrador de facturación, aunque solo a recoger las cartas de embarque ya que mis amigas iban muy livianas y mí bolsa la iba a subir conmigo.
Subimos al avión riéndonos y le dije a Laura:
- Ten cuidado Lauri al cruzar las piernas no vayas a emular cierta escena de la peli “Instinto Basico”.
- Ja ja ja –rieron todas.
- Menos bromas, seguro que os morís de envidia por no poder ir tan fresquita como voy yo-dijo Laura-
- Ten cuidadin no sea que te haga ventosa-repuse yo mientras las demás no paraban de reír.
Entre risas aterrizamos en Ibiza, paramos un taxi para ir al hotel, el conductor nos preguntó extrañado que dónde estaban las maletas, su confusión aumentó al escuchar la carcajada general, cuando le dijimos el destino lo comprendió:
-Hotel “Enpe lota picada” por favor-dijo Ana con cara de no haber roto un plato en su vida.
El conductor intentó ligar con Ana, luego con Sara, después con Paloma, no se que se habría pensado, una cosa es ir a un hotel naturista y otra ser consideradas como mujeres fáciles.
Al llegar al hotel me sorprendió mucho su decoración, era amarillo con forma de plátano gigante, el taxista nos dijo que antes de entrar teníamos que desnudarnos, muy agudo por su parte, pero se iba a quedar con las ganas de vernos desnudas, le dejamos propina para que se comprase un ejemplar de Play boy y entramos al hotel.
Un vigilante de seguridad guardaba la puerta, solo estaba equipado con dos porras, una reglamentaria y la otra de serie masculina mucho más corta y fina.
Se acercó a nosotras y nos dijo que vestidas no podíamos pasar que teníamos que quitarnos la ropa en un cuartito a la derecha, habilitado para ello, fuimos hacia el lugar indicado y nos quitamos la ropa. Yo no quería salir de allí me moría de vergüenza contemplando mi cuerpo desnudo y el de mis compañeras, parecíamos muñecas ya que habíamos quedado en depilarnos completamente por eso de la uniformidad grupal, que chorrada pero parecía que así nos daba menos vergüenza iendo todas iguales, ya que si iba una con el vello en forma de triángulo, otra una línea, otra a lo Bob Marley…seguro que nos miraban más comprobando que forma era más original.
Mis amigas me empujaron literalmente para que saliese y me encontré frente a la recepción, era algo completamente surrealista ver a la gente detrás del mostrador trabajando como si nada desnudos, el recepcionista que nos atendió era muy alto y su aparato reposaba directamente sobre el mostrador, me dio un formulario para registrar nuestra entrada y casi me confundo al ir a coger el boli , vaya primera impresión.
Nos dio la llave habitación numero 69 que apropiado, fuimos hacia el ascensor, cuando me fijé en el moreno que trabajaba como ascensorista casi me da un pasmo, menuda jabalina, nos invitó a pasar pero ¡si casi no había sitio entre la estrecha puerta y su instrumento!
Mis amigas reían sin parar.
Llegamos a la habitación y me di una ducha de agua fría.
Cuando bajamos a la playa yo me cubrí con la toalla por el camino plagado de mirones, una vez allí la gente se comportaba con total naturalidad, familias enteras disfrutaban del sol y el agua. Si había alguna elevación involuntaria de asta, se metían en el mar y el agua fría los aplacaba, aunque si te fijabas bien en el color del agua, por algunas zonas era demasiado blanquecino ¿seria solo por la sal y la espuma?
Disfrutamos al sentir el roce del agua en nuestro cuerpo desnudo y tuvimos especial cuidado de que la arena no se colase por zonas prohibidas.
Regresamos al hotel para cenar, no había que preocuparse de elegir indumentaria elegante para bajar al comedor, todos iríamos emulando el cuento del “traje nuevo del emperador”, aunque no con bellas telas imaginarias que solo pueden ver algunos, sino con la certeza del desnudo más integral. Nos sentamos en una mesa, el metre se acercó a nosotras para que pidiésemos ya que era comida a la carta, era curioso, yo no podía mirar a la cara, clasificaba a los empleados por sus tamaños, por lo que solo se me ocurrió pedir salpicón de gambas de primero, salchichas con queso de segundo y de postre sorbete de plátano. La verdad, la comida no te sienta igual viendo tantos sexos, ya que empiezas a pensar, con que habrán batido los huevos, la salsa de la carne de que estará compuesta y los sorbetes con que leche habrán sido regados, además de sentarte en las sillas con un poco de pudor, por no decir otra cosa, temiendo a invitados no deseados.
Los días pasaron muy deprisa, a algunas cosas nos acostumbramos, a otras no tanto, pero sí fueron unas vacaciones inolvidables salpicadas de risas, humor y como no llenas de peta zetas
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¿dónde está ese hotel naturista? jajajaja Habrá un antes y un después de los peta zetas ;)
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