
Pasa la vida,
pero no pasan los sueños,
permanecen adornando nuestros días,
independientemente de nuestra edad.
Buscando en el interior de uno mismo,
bebemos de ese elixir imperecedero,
eterno y maravilloso,
del que se componen los sueños.
Nos acompañan a lo largo de los años,
con su invariable materia,
de ilusión en su concreción.
-Dulce bagaje de experiencias y de amor-
Siempre ligeros,
se fusionan con el alma,
y hacen más livianas,
nuestras desilusiones diarias.
Son los que nos mantienen vivos,
y distinguen del resto,
porque cada uno es único,
como auténtico y único,
también es nuestro corazón.
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