
En un parque de mi juventud,
contemplo hoy el pasado,
el entorno sigue siendo el mismo,
solo yo he cambiado.
Recuerdo esas tardes doradas de amor,
en las que compartía esperanza y sueños,
con aquellos príncipes tan mundanos,
donde un beso valía tanto.
-Promesas volátiles, perfumados años,
de ingenua adolescencia-
Eran tiempos de despreocupación,
cada día era una aventura,
y amor sinónimo de alegría,
de libertad y de viajes a cualquier lugar,
donde el goce era extremo,
viviendo al límite cada abrazo.
Días añorados y dulces,
que percibo aún tras cada arbusto.
La estatua de Bécquer me contempla,
entre el estanque y allí sigo soñando,
entre exuberantes flores.
Hoy todavía me pierdo entre sentimientos,
y naufrago luchando contra mis tormentas,
anhelando un amor imposible,
que convirtiese mi tempestad en calma,
haciéndome así, un poco mejor.
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