Pasaron muchos años,
hasta que volvieron a ser libres,
ya no hubo impedimentos,
para amarse sin medida.
Felices y gozosos,
cual esposos en noche de bodas,
se tomaron de la mano
y partieron hacia el cielo.
La estancia era toda luz,
luz clara y brillante,
que invitaba a amar.
Lentamente fue cayendo la ropa
y con ella el último tabú,
se abrazaron ,se besaron
y el amor los cubrió.
En la dicha del momento,
una chispa se prendió,
su amor no era de este mundo
y lo eterno los llamó.
Con el último aliento,
susurraron un te quiero,
partiendo en común unión,
al Reino de la Felicidad.
-¡Oh luz que nunca se consumirá!-
Ya me extrañaba a mí tanto desprecio, siempre volvemos a caer y regresamos a los origenes. Ah, el Amor¡¡¡
ResponderEliminarqué grande cuando se tiene,
qué terrible cuando se pierde,
más terrible aún cuando se idealiza al haberlo perdido.