viernes, 28 de mayo de 2010

Corona de laurel


He estado reflexionando sobre el relato de Brujilla “Con perseverancia…”, aunque sus historias parezcan sólo anécdotas divertidas, no dejan de tener un trasfondo de enseñanza popular que deberíamos tener en cuenta más a menudo.
Perseverancia, esfuerzo, constancia…sí, está muy bien, pero me pasa un poco como cuando decido preparar pollo en pepitoria, (me encantan los símiles culinarios, ehm, no Ayesha, “Un guiso especial”, es sólo un relato) tanto tiempo cocinando y cuando te pones a saborearlo resulta que te gusta más el pollo al horno que lleva mucho menos trabajo y esfuerzo.
Hay veces en la vida que te enzarzas en una lucha a brazo partido, todo empieza como un juego, pero en algún momento pasa a ser algo más y de repente te encuentras lanzando gritos de guerra …..alalalalai… y dando estocadas a diestro y siniestro, peleando a vida o muerte.
Lo peor es cuando ni siquiera hay nada que ganar salvo tu cordura, en mí caso, no habría nada que ganar, lo único importante es no perder. Hay un momento, siempre antes o después llega el instante en que eres consciente de que te has metido en una rosaleda de la que lo único que vas a conseguir es salir cubierto de espinas. Con un poco de suerte te las sacarás todas, pero si no tienes cuidado alguna de ellas se puede introducir bajo la piel, y acabará infectándose.
Ese momento, es el idóneo para decidir si entregas tus armas o te lanzas desbocado con tu pica en alto, hasta que te descabalguen de un golpe, ahí hay otro momento, puedes quedarte tirado sobre la tierra o puedes sacar tu espada y seguir luchando, intentando conseguir la victoria.
Si pierdes, tu vida depende de la benevolencia del ganador, puede sentir compasión y dejarte arrastrando tu vergüenza por haber sido vencido o puede decidir dar la estocada final, en cualquier caso ya no depende de ti. Lo único que puedes hacer es aceptarlo con un poco de dignidad y mirar a los ojos al que tiene en sus manos tú destino, aquí no hay opción que valga, siempre hay que mirar de frente, tú elegiste luchar pues entonces no vale mirar de reojo o llorar pidiendo clemencia, no hay que inclinar la rodilla, no hay que tener miedo, luchaste y perdiste. Mejor busca su respeto y no su compasión, esa es una dura carga de llevar.
También podría suceder que fueses el ganador del torneo, pero si lo piensas bien, que es lo que ganas, la mano de una doncella que ni te interesa ni quieres, lo aplausos de un público que minutos antes te lanzaba tomates. Ganador de elogios falsos, con la carga de tener que alimentar, cuidar y respetar a una desconocida.
En fin, que no sé muy bien si en algún momento puedes ganar de verdad, así que yo creo que se acabaron las batallas campales para mí.

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