Estaba tan nerviosa, por fin había conseguido quedarme a solas con él, después de tanto tiempo tenía la oportunidad de decirle lo que sentía. Seguro que no era correspondida de la misma manera, pero no quería pasar varias semanas arrepintiéndome de no haber dicho nada, no habría más incertidumbres, cuanto antes recibiese la negativa, antes lo superaría.
Observé su perfil mientras conducía, más atractivo que guapo, orgulloso, vanidoso, arrogante, en ocasiones cruel, ni siquiera sabía lo que veía en él.
Apartó la vista de la carretera para mirarme un segundo y ahí estaba la sonrisa extraordinaria que lo convertía en alguien completamente fascinante.
- ¿no piensas cogerlo?
Dios mío, esperaba que no se hubiese dado cuenta de donde había estado mirando un segundo antes.
- ¿el qué? - mi voz tembló, imaginando cual podría ser la respuesta
- el móvil, ¿en qué estás pensando?
Había estado tan distraída que ni siquiera había escuchado la voz de Dexter Holland mandándome a tomar por culo.
La voz de Mónica sonó al otro lado de la línea, había ligado con un macizo, pero se le habían acabado las gomas y como íbamos en su misma dirección me pidió que comprase una caja. Escuché a un hombre pidiendo talla extragrande; sí lo tenía todo tan potente como la voz, sabía de una que se lo iba a pasar esa noche de maravilla. Mónica colgó entre carcajadas antes de que yo tuviese tiempo de decir nada.
- hay que buscar una farmacia de guardia. Era tu hermana que necesita que le compre una cosa
- ¿por qué no va ella? - no tenía muchas ganas de dar vueltas por los caprichos de su hermanita
- está ocupada
- ya imagino - se humedeció los labios; a saber en lo que estaba pensando
En ese momento pasamos por la puerta de un club de chicas y me propuso entrar, asegurándome que dentro encontraría lo que necesitaba. Prefería una farmacia pero estaba claro que a él le apetecía mucho más aquello.
El club se dividía en dos plantas, ya que estabamos allí, nos acercamos a la barra a pedir algo, una camarera semidesnuda nos atendió sonriendo descaradamente a mi acompañante.
Con la copa en la mano, me arrastró a una mesa al pie de la bailarina de striptease; en ese momento bailaba una rubia de curvas contundentes, se movía sensualmente con un vestido rojo transparente que fue quitandose lentamente hasta quedar cubierta por un minúsculo tanga. Tenía unos pechos grandes y firmes que se movían al ritmo de sus movimientos felinos, se acercó a nuestra mesa restregando su trasero a escasos centimetros de la cara de Iván, que se lo estaba pasando en grande; con un lascivo meneo se desprendió del tanga, quedando completamente desnuda.
No era lo que yo esperaba hacer esa noche, pero iba a ser difícil moverlo de allí en un buen rato, mujeres sin apenas ropa iban de un lado a otro, se contoneaban con movimientos eróticos que tenían excitados a los hombres que las perseguían con la mirada.
Con sorpresa observé que la mayoría eran hombres jovenes, yo pensaba que los sitios como aquel tenían en los cincuentones sus mejores clientes, pero estaba muy equivocada.
- ¿Te gusta el sitio?
- Hombre, tanto como gustarme, sin duda no es el tipo de lugar al que vengo habitualmente, lo tomaré como una experiencia más
En ese momento dos chicas despampanantes se acercaron a nuestra mesa, Iván las invitó a sentarse y pronto comenzaron a sobarle por todas partes, creo que de no haber sido porque una de ellas le frenó se las hubiese tirado allí mismo.
Decidieron que lo mejor sería ir a uno de los reservados, yo no sabía muy bien que hacer, allí sola no quería quedarme y esperar en el coche tampoco me parecía un plan muy apetecible, así que les seguí.
El reservado consistía en una sala rodeada por los cuatro lados de espejos , había un sofá y muchísimos cojines, me senté tímidamente en una esquina del asiento.
La morena vestida con la versión porno del traje de catwoman, le había bajado ya los pantalones a Iván y tenía la verga entre sus labios pintados de rojo pasión, mientras la rubia de pelo largísimo vestía como una antigua mesonera romana, los pechos le desbordaban el escote dejando poco a la imaginación, intenté no ver lo que pasaba a escasos centimetros de donde estaba pero mirase donde mirase el espejo me devolvía la imagen de las figuras entrelazadas.
Iván al ver las enormes tetas de la rubia, había introducido su miembro para sentir el calor de de éstas, la mesonera, se las restregaba arriba y abajo mientras que con la lengua le lamía el capullo rojo por los labios de la otra, que en lugar de sentirse ofendida por el rechazo había encontrado otro territorio de acción. Comenzó mosdisqueando la oreja, había ido descendiendo por la espalda suavemente, hasta quedar arrodillada ante su trasero trabajado en el gimnasio, le lamió obsesivamente como si le fuese la vida en ello, Iván estaba tan excitado que había metido su polla en la boca de la otra de un empellón y se la estaba follando como un loco.
Estaba tan violenta por todo lo que estaba viendo que cerré los ojos, los abrí de golpe cuando noté una mano que avanzaba hacia la parte interior de mis muslos, Iván inclinado sobre la rubia a la que ahora se la introducía por detras intentaba llegar hasta mí.
Debía haber salido corriendo pero su mirada me mantuvo fija donde estaba, me masturbó durante un rato con su mano húmeda de los fluidos de todas las que estabamos en la sala, sus dedos expertos buscaron el punto que me haría llegar al éxtasis, me había engordado ya tanto que pensaba que iba a estallar, como así ocurrió, apartó a la rubia que se entretuvo en darle placer a su amiga, quien seguía lamiendo y chupando sin parar el ano de Iván, lo que parecía excitarle al máximo.
Acercó su rostro para lamer mi explosión de lubricante natural, sentir aquel cuerpo largo tiempo deseado tan cerca hizo que se desatase de nuevo mi lujuria, agarré su cabeza tan fuerte que a punto estuve de arrancársela, completamente excitada apoyé mis pies sobre su torso, Iván se inclinó hacia delante aplastando mis muslos contra el torso y me penetró tan profundo que sentí que tocaba el fondo de mi vagina, siguió empujando cada véz más rápido y profundo cuando estaba a punto de correrse la sacó y me ordenó mostrar la lengua donde derramó el líquido tan ansiado.
Las chicas ya no estaban, no sé en que momento habían desaparecido, de todas formas ya nos habíamos retrasado mucho, recogimos la ropa y nos vestimos rápidamente, una vez en la calle nos dimos cuenta de que habíamos olvidado comprar los preservativos, los dos estuvimos de acuerdo en entrar en un momentito a por ellos.
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