lunes, 17 de mayo de 2010

El concierto


Llegue antes de la hora y el local todavía estaba cerrado, por hacer un poco de tiempo fui a un bar cercano y me tomé unas cuantas cervezas, ya contentilla regresé al lugar del concierto, ahora sí abierto y me acomodé cerca de la barra, desde donde podía ver el escenario y al mismo tiempo ir pidiendo mojitos.
Mientras que comenzaba me tomé dos, observando como el camarero los preparaba como a mi me gustan, el azúcar moreno, la hierbabuena machacada, el hielo, el ron y el sprite y lo mejor el brazo del que lo mezclaba todo, con cada nuevo movimiento del mortero, las venas se hacían más visibles, tuve que apartar la vista para no empezar a imaginar lo que sería ir lamiendo ese cruce de carreteras hasta llegar al cuello y desde ahí descender buscando otras autopistas para perderme en ellas.
El cantante vino en mi ayuda y empezó a cantar, acompañado sólo de su guitarra, comenzó una canción que me hizo olvidar mis intenciones viajeras, dejé que su voz impregnase la parte de mi cerebro rara vez utilizada, la letra hacía que los sentimientos flotasen en el aire, se notaba que la gente pensaba en amores pasados, presentes o quizás futuros.
Mi vaso ya estaba vacío de nuevo y giré un poco la cabeza para pedir que me lo rellenasen, ésta vez mi mirada se cruzó con la de un hombre apoyado al otro extremo de la barra.
No era especialmente guapo, pero tenía un gran atractivo y sus ojos marrones clavados en los míos me hicieron cerrar las piernas y acariciarme distraídamente por encima de los pechos.
Agité un poco la cabeza para dejar de pensar en esa barba haciéndome cosquillas mientras se perdía entre mis muslos.
Intenté concentrarme de nuevo en las canciones pero los sentimientos que expresaba ya no me parecían tan puros, el néctar se volvía semen en mi boca y las manos rasgueando la guitarra me parecía que acariciaban mi coño ya húmedo por la intensa mirada que podía notar en mi espalda.
Comencé a removerme en la banqueta, pasando a mirar al amigo que acompañaba al cantante tocando un cajón, pero los toques secos llevando el ritmo requerido hicieron que mi clítoris palpitase de deseo.
Cerré un momento los ojos para limpiar mi mente, pero al abrirlos el del cajón tenía la vista vuelta hacía algún lugar sobre mi cabeza y pude ver unos ojos negros que me recordaron los otros.
Mi cuerpo tomó vida propia y se giró buscándolos, respiré entre aliviada y decepcionada cuando no los encontré.
Pronto se me pasó la decepción, al agacharme para buscar el tabaco en mi bolso colgado de un gancho de la pared, noté una presencia que se apretaba contra mi pierna, al enderezarme, un susurro llegó hasta mi oído haciendo que me estremeciese:
- madre mía, me comería esas tetazas pornográficas aquí mismo
Desde luego muy romántico no era, pero su aliento sobre mi cuello y la contundencia de sus palabras hicieron que los fluidos empezasen a mojar mis bragas.
Mi mano se fue directa al bulto que apretaba mi lateral, la tenía ya dura y desee estar en otro lugar para poder metérmela en la boca y lamer su capullo con mi lengua, sorbiéndolo hasta hacer que saliese el líquido preseminal que extendería con mi boca por toda su polla.
Su mirada me mantenía quieta, sin poder apartar la vista de aquellos ojos que me taladraban sin piedad.
Algo tocó mi brazo y miré para ver que era, apartando a duras penas mis ojos de la cara del pervertido.
- A este te invito yo – me dijo el camarero mostrando bajo su camiseta un torso perfectamente modelado
Como si nunca hubiese existido, el desconocido ya no estaba, lo busqué por todo el local, pero parecía haberse marchado.
Me encogí de hombros y decidí seguir disfrutando del concierto que era lo que de verdad me había llevado hasta allí, además estaba muy animado.
Volví a sumergirme en las poéticas palabras del cantante, dejando a un lado mi natural calentura, envolviéndome en la magia del momento.
De vez en cuando venían a mi mente esos ojos que parecían follarme sólo con posarse sobre mi piel, pero conseguí llegar al final del concierto sin restregar ni una sola vez los muslos.
Al día siguiente tenía que trabajar así que en cuanto finalizó me despedí de los conocidos y de mi camarero favorito y salí a la calle, respirando el aire fresco intensamente para despejar un poco las ideas.
Iba pensando en alguna de las frases de las canciones cuando una mano grande de finos dedos agarró mi codo, atrayéndome hacia un cuerpo que olía a arena caliente.
- ¿Dónde vas putita?
De nuevo esa voz que hacía que temblase una fibra sensible en mi interior, de no ser por ella le hubiese dado un guantazo allí mismo aunque el tono indicaba que no trataba de ser ofensivo.
Me encontré abrazada al desconocido que susurraba todo lo que pensaba hacerme, su miembro apretado contra mi vientre hacía que las palabras cobrasen la dimensión de lo posible.
Más consciente que yo de que estábamos en mitad de la calle, me arrastró dentro de un portal y tiró de mí por las escaleras hasta lo que supuse era su casa.
Estaba deseando ver la polla que me haría todo lo prometido. No se hizo de rogar y con sus manos enredándose en mi pelo, permitió que me la tragase entera, una y otra vez, lamí también sus huevos que se iban llenando cada vez más.
Se la chupé un largo rato, oyendo sus gemidos que me excitaban cada vez más, comencé a tocarme, restregando mis dedos arriba y abajo, atrapando el clítoris entre mis dedos, presionando sobre él, provocándome un primer y breve orgasmo.
Cuando estaba a punto de correrse, me apartó y me puso a cuatro patas, colocándose detrás de mí, pude sentir su capullo presionando hasta lograr introducirse, de un empujón más me la metió entera, tiró de mi pelo hacia atrás, mientras que sus dedos tomaban el relevo de los míos, allí no había lugar a romanticismos, era salvaje y puro sexo, los dos gruñíamos como animales y los empujones eran cada vez más fuertes.
De vez en cuando oía su voz, pero ya no prestaba atención a sus palabras. Cuando sus movimientos se hicieron más lentos y sus dedos consiguieron tensar todos mis músculos recibí de pleno el primer chorro de semen en mi interior, noté como se esparcía y como su mano se contraía sobre mi coño, provocándome, ahora sí, un intenso orgasmo.
Me dejé caer sobre el suelo, arrastrándole a él, quedó apoyado sobre mí espalda, respirando agitadamente, lamiendo las gotas de sudor que me cruzaban.
Me dio la vuelta y por primera vez tuve frente a frente sus ojos, su lengua lamió mis labios mientras seguía mirándome, mientras yo mordía su boca y notaba como de nuevo volvía el deseo de mi desconocido.

3 comentarios:

  1. Retiro mis palabras anteriores Posedeia, sin duda has regresado a nosotros. Con este relato he sentido como se clavaba el tridente.

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  2. Desde luego vaya giro que dio el concierto,
    yo prefiero deleitarme en la belleza de lo etereo

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  3. Tú recreate en lo que quieras hadita pero al final todo se reduce a lo mismo grrrrrrrrrrrr

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