sábado, 15 de mayo de 2010

Lo que internet esconde


Muchas cosas que no nos atrevemos a decir a la cara, no me refiero criticar a nadie, si no a sentimientos o barbaridades, lo hacemos por escrito, porque hasta por teléfono se nos hace difícil.
El invento del correo por Internet es muy apropiado, dices lo primero que se te pasa por la cabeza, no hay tapujos, complejos, ni tabúes. Mantienes contacto con todo tipo de gente, muchos desconocidos, bueno que no has visto de frente.
Lo del físico es lo menos, mientras no se mande fotos o se conecte la cam la imaginación es libre. Porque imaginar que estás teniendo sexo cibernético es algo que se disfruta más sin saber como es el otro, porque si le ves por la cam o tienes una imagen, la magia se evapora y en ese caso lo mejor es coger al primero que se te cruce por la calle.Tampoco le conoces y después si te he visto no me acuerdo. Sexo esporádico.
Lo malo de las conversaciones de Internet, es la cantidad de horas desorbitadas de sueño que te quita, ya que la mayoría del tiempo que empleas en relacionarte lo haces desde casa, en el trabajo sería peligroso tener un orgasmo.
Hasta que te duermes de pie, delante del espejo del baño. Si eres de los que gasta un cuarenta y seis con calzador, no hay problema, te mantienes anclado al suelo. pero en mi caso que los tengo chiquitos, un treinta y seis recortado, el permanecer en equilibrio es difícil, en soporífero estado, además de estar zombi me balanceo como un muñeco de esos que tienen la base redonda que se mueve con el más ligero soplido.
Tal era mi apijotamiento, que en uno de esos vaivenes, me incliné más de la cuenta y mi cabeza fue a parar contra la pared que estaba a mi espalda, menos mal que no fue hacia delante contra el espejo porque el corte me dejaría la cara como al gran mafioso Al Capone o peor como a Frankestein, horrible en cualquier caso.
El hostiazo recibido me provocó aparte de dolor de cabeza, un chichón en mi cogote del tamaño de un huevo de avestruz. De manera que decidí meterme en la ducha y espantar la empanada.
No sé cuanto permanecí, perdí la noción del tiempo, creo que debajo del agua caliente también dí una cabezadita, a pesar de todo, mis ojos seguían pesado, costaba tenerlos abiertos, en cada párpado debía de tener dos pesas de kilo. Aún dentro de la bañera con la mano agarrando la llave del agua fría, pensaba en abrirla de golpe y espabilar, pero me arrepentí, es lo malo de tener que hacer ese tipo de cosas uno mismo, no somos masocas y menos cuando tu cuerpo caliente por los grados del agua te deja……………………. Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
Cogí el albornoz poniéndomelo dentro de la bañera, saco el primer pie, todo bien, pero al ir a sacar el segundo el que ya tenía fuera resbala haciéndome caer hacia delante. Mi recién lavada melena y mi zumbada cara fueron a parar dentro del cubo de la fregona con agua sucia.
En ese preciso instante se me paso toda la gilipollez.
Con esto he aprendido dos cosas, una a sentarme en el borde de la bañera para salir y a no dejar el cubo de la fregona con agua ni limpia ni sucia en el baño.
No lo contéis a nadie esto es un secreto, es lo bueno de que no se sepa quien eres, puedes escribir todo lo que se te pasa por la mollera, verdad o mentira, realidad o ficción, sueño o deseo pero sobre todo soplapollez.

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