domingo, 9 de mayo de 2010

De carnívoro a vegetariano


Acabo de comenzar a trabajar de repartidor en una empresa frigorífica, de carne, morcillas…cosas así.
Cuando me dijeron cual iba a ser mi camión fui a ver como estaba. El interior de la caja era verde, yo pensé que sería su color. Como olía a cerrado cogí un cubo y una fregona para limpiarlo y ventilarlo un poco. No parecía muy sucio.
Nada más pasar el mocho por una de las paredes las tiras de la fregona que eran blancas, cambiaron a verde y la pared perdió color haciéndose de un verde moco. No se cuantas veces cambié el agua, pero al final salió el tono original de las paredes, blancas como la nieve.
Tenía que pasar a la cabina del conductor y viendo lo que acababa de descubrir en la caja, me daba miedo mirar.
Al abrir la puerta el olor que penetró en mi nariz fue el de un ambientador de pino que intentaba camuflar el de sudor y cerrado.
Cuando subí y cogí el volante, mi mano se quedo pegada.
Me quede de pie en la escalera tembloroso de sentarme. Por mi mente lo primero que paso fue que si me colocaba en aquel asiento me quedaría atrapado como una mosca en una telaraña y que de algún recóndito lugar saldría un bicho enorme con su boca abierta, dispuesto a engullirme de un solo bocado.
Una vez todo limpio me senté a comer un bocadillo, estaba desfallecido. Creo, no, más bien aseguro que las fábricas de lejías y detergentes hicieron la mayor venta de su vida. Sus caras estarían cubiertas por grandiosas sonrisas con lo que pude gastar.
Por la tarde, me mandaron a hacer una entrega, así que fui a la cámara frigorífica donde estaba el género y me dispuse a coger todo lo necesario.
Ya cargado el carro que contenía el pedido para llevarlo a mi camión, vi en el suelo una gran caja de madera. Levanté un poco la tapa para ver el contenido. ¡Eran morcillas heavies! Sus pelos eran largos y blancos. Fui donde el jefe y le comenté lo que pasaba, su respuesta me dio a entender que las tiraría, de modo que me marché sin darle más vueltas al asunto.
A la mañana siguiente, entré en la cámara para preparar otro pedido que tenía que entregar y lo que vi fue inaudito. Mi jefe sentado en una banqueta delante de la caja de madera con dos trapos. Con uno le quitaba todos los pelos a las morcillas y con el otro las untaba de aceite, la apariencia les cambio por completo. Parecían recién hechas.
Me dijo que llevara algunas para casa y las probará que eran buenísimas.
- ¡No gracias! Me acabo de hacer vegetariano – dije retrocediendo y cerrando los ojos para olvidar la cena de la noche anterior.

2 comentarios:

  1. una morcillita? jajajaja lo que me río con tus relatos, si no fuese por estos momentos que iba a ser de mí.

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  2. Desde luego que asco,pero no veas q buenas estan en las fiestas,frititas, mmmm.
    Pero por lo que engordan yo tambien me hago vegetariana igual que posedeia que solo come nabos ja ja ja

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