viernes, 6 de agosto de 2010

Advertencias


Su mirada había sido ausente durante toda la mañana, toda su alegría había desaparecido, ni tan siquiera una leve sonrisa, sus palabras traducidas a silencio.
El día era soleado, pero alrededor de ella sólo aparecían nubarrones y tormentas. En su rostro destacaban unas fuertes ojeras, en una cara pálida. No había color, porque ni tan siquiera era blanco. Sus ojos negros miraban en todas direcciones, pero no veía nada, tan sólo pensaba en lo que iba a hacer en breves momentos.
Encendió la televisión que había en el local de la peña, todos los socios estaban allí celebrando una de las muchas fiestas. Les pidió que no apagasen el aparato, que iba a poner una película muy buena, en la pantalla una imagen azul la ocupaba por entero. Se metió en un cuarto que usaban como almacén., pero ese día no había otra cosa que un hombre atado.
Cuando lo miró, le saludo con la primera sonrisa de la mañana, una sonrisa sarcástica. Delante del hombre había una vieja mesa de madera. Con mucha calma empezó a poner cuchillos grandes, pequeños, tijeras, soplete… que iba sacando de una mochila.
El inmovilizado comenzó a temblar, aunque apenas se notaba por lo tensas que estaban las cuerdas. La tela que su captora le había puesto evitaba las marcas en sus muñecas y tobillos,
Cogió un cuchillo pequeño, su hoja brillaba con cada movimiento. Se acercó lentamente, cuando estuvo frente a él comenzó a acariciarle con la punta del arma por toda la cara, bajo hasta su pecho y fue arrancando los botones de la camisa con su improvisada daga. Continúo bajando hasta llegar a la altura del pantalón. No lo rompió, su presa se había meado y le dio asco.
Se giró sobre sus talones y fue a la mesa. Cogió el soplete y con una parsimonia, que hacía al hombre atado estar cada vez más aterrado, lo enchufó a una bombona de camping y lo encendió. Jugaba con la llave del soplete, abriendo y cerrando para que la llama tuviera más o menos intensidad. No le quitaba la vista de encima, disfrutando cada segundo del terror que aparecía en la mirada de aquel insecto que había caído en su tela de araña, su sonrisa se ampliaba más por cada lágrima que aparecía en los ojos de su víctima.
Cogió otro cuchillo con la hoja mellada, oxidada y de más de treinta centímetros. Acercó el soplete con la llama al máximo al cuchillo, paseándolo por todo el filo. El calor empezó a poner el metal de un rojo incandescente.
Ella con su continuada serenidad, se volvió a acercar al cada vez más lloroso y patético ser. En su interior su satisfacción y gozo crecía cada vez más.
- ¿Quieres llamar a tu mujer para qué te ayude?
Entonces corrió una cortina, dejando ver a una mujer atada de la misma manera que él. En ese momento, ella disfrutó sintiendo como el terror ocupaba todo el espacio, sin que hubiera un hueco vacío para el aire puro. De su garganta salió una carcajada seca y sonora, haciendo temblar todo lo que la rodeaba.
- ¡Qué bonito!, toda la familia junta. Lo malo es que yo estoy indecisa, no sé quien va a ser quien vea morir al otro. ¿Tú qué dices pequeño?¿La matamos a ella primero o prefieres ser tú? ¡A que no podéis hablar! Lo siento olvidé que teníais un calcetín mío en la boca. Está bien, lo decidiremos al pito, pito gorgorito o a cara o cruz mejor. Tu serás cara y ella cruz. Quien gane verá al otro morir con mucho dolor … despacito, observando como se desangra muy lentamente con cada corte, escuchando los ahogados gritos por las quemaduras. Vale lancemos la moneda…..¡ups! ha quedado de canto, jajajajaja. ¡Ah no, ha salido cruz!
Con la misma frialdad que había demostrado en todo momento, se acercó a él con unas tijeras de jardinero. Miro por encima del hombro a la mujer, era todo pánico, desesperación e impotencia.
Sonriendo, mirando fijamente a los ojos del hombre paseaba su arma por todo el cuerpo. Se paro a la altura de la mano, separando los dedos para sólo cortar uno… ¡ZAS!
- Abre los ojos soplapollas, que sólo he cortado la cuerda. Aquí os dejo todo esto, creo que os podéis soltar solitos. No os olvidéis de limpiar todo, huele que apesta de todas las veces que os habéis cagado y meado. Bueno aquí os quedáis. Recordad que cuando os pregunten, decir que me habéis vuelto a perdonar la vida y tener presente que esto sólo ha sido un aviso, no doy segundas oportunidades. Si quieres quitarme trabajo, te puedes suicidar con la costilla de tu mujer. Decídelo tú mismo.
Se dio la vuelta y salió del almacén, sonriendo y mirando a todos los presentes que miraban atónitos la televisión.
- ¿Qué? ¿Os ha gustado? A mi no mucho, creo que como directora de cine no me voy a ganar la vida, aunque quien sabe, como actriz si puedo tener futuro. Me piro, voy a llamar a Almodóvar o Amenazar para que me contraten. Chaito

1 comentario:

  1. !La leche¡, espero que nunca la tomes conmigo, ya sabes que yo te quiero, te adoro, beso el suelo que tu pisas jajajajaja

    ResponderEliminar