jueves, 5 de agosto de 2010

EL BRIGADA DE MI CORAZÓN


Era un día de Agosto muy caluroso, el calor se hacía notar en el ambiente, Pilar se enjugó las gotas de sudor que recorrían su rostro, ese día no se sentía especialmente atractiva, la rutina se le estaba haciendo casi insoportable y soñaba con sus ya próximas vacaciones estivales.
Casada y con hijas mayores, que hacían su vida, su relación matrimonial era un tanto rutinaria, pero se había acostumbrado a esa rutina cómoda.
Se sentó en su mesa, encendió el ordenador mientras colocaba sus bolígrafos y sacaba sus plantillas de trabajo, llenó su botella de agua y se preparó para otro día más.
Comenzó a atender, su trabajo cara al público le aportaba bastantes satisfacciones, ya que se transformaba cuando estaba con alguna persona, sus ojos se llenaban de luz, sus mejillas se sonrojaban y la luz del foco cenital actuaba en ella como un foco escénico, resaltando su atractivo.
Llamó al siguiente número, un hombre de constitución fuerte, mediana edad y porte militar llegó a su puesto, cuando la vio no pudo apartar sus ojos de ella, se le olvidó la gestión que le había llevado a su mesa y enmudeció.
Ella a su vez también se vio atraída por su porte marcial y fuerte, sus palabras le sacaron de su ensimismamiento.
Le pidió que le ayudara en un trámite burocrático y cuando terminó la gestión la besó en la mano y le propuso invitarla a cenar esa misma noche, ella se sonrojó y se sorprendió diciéndole que mejor si quedaban para comer, ya que tenía horario de verano y salía a las 14:00.
Francisco que así se llamaba él sonrió satisfecho y quedaron.
Pilar se sintió de nuevo joven y deseada, como una jovencita en su primera cita, todavía era joven pero ella se sentía ya ajada como una flor que se empieza a marchitar y Francisco le devolvió toda la ilusión perdida, así sin más en una fracción de segundo, el mundo cambió su sentido, girando ahora en torno a los dos.
Cuando se marchó Francisco todas sus amigas sonreían, gastándole bromas y ella reía satisfecha.
A las 14:00 se creó una gran expectación cuando vieron que él la esperaba con un enorme ramo de rosas rojas. Se saludaron y ella se colgó de su brazo como si fuera la cosa más normal del mundo.
Agarraditos como dos enamorados se perdieron por la Gran vía ante la mirada atónita de sus amigas.

Al día siguiente Pilar no fue a trabajar, su jefa llamó a su móvil pero nadie contestó.
Su marido dijo que no sabía nada de ella desde el día anterior y que estaba preocupado, ninguna le dijo que no se fue sola.
Durante una semana, nadie supo nada de su paradero, sus compañeras y su familia se temían lo peor.
En el trabajo sus amigas se hacían cruces y decían que tal comportamiento inmoral debía de tener inevitablemente un castigo, no te podías fiar de los desconocidos y mucho menos irte con uno, por mucho que todas las llamas del Infierno te abrasen de deseo y de amor a primera vista.
Y así fue pasando el tiempo y ella no apareció.

Un buen día transcurridos tres meses largos, recibieron una postal de Pilar desde Isla Mauricio, describiendo su felicidad, no pedía perdón ya que no había hecho nada malo, cuando se ama no hay que decir nunca los siento, había cogido su último tren, el amor no se piensa, se siente, el corazón no admite medias tintas, cuando se ama de verdad hay que ser osado y ella por una vez en su vida había sido valiente, además debía obedecer al brigada de su corazón.

2 comentarios:

  1. Cualquier día cojo ese avión, aunque mi final sea muy diferente al menos tendré alguna historia que contar ;)

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  2. Yo hubiese reflexionado más antes de tomar la decisión. Todo es cíclico, todo vuelve a ser lo mismo. Al final, al fornido militar le espera lo mismo que al marido y de nuevo vuelta a empezar. Para que complicarse. Mejor conformarse sin llegar a resignarse.

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