El final puede ser el principio,
siempre hay renovación cuando siegas algo,
para poder permitir que crezca lo nuevo,
hay que arrancar las malas hierbas
y plantar de nuevo.
El Ave fénix renace de sus propias cenizas,
y entonces sube alto,
tan alto y tan bello,
que resulta majestuoso.
Después de vivír la tempestad,
la calma es un bálsamo,
y puedes empezar a escuchar a tu espíritu.
-El ruiseñor ya no canta tan bajo-
El nuevo amanecer traerá muchos cambios,
pero también muchas sorpresas,
nuevas emociones
-nuevos caminos que horadar-
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