domingo, 1 de agosto de 2010

Inspiración


“El césped lucía como un mar de verde que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. El aire olía a la hierba recién cortada, haciendo que el hombre recordase los veranos de su infancia en casa de la abuela…”
- ¿Qué te parece?
- Una mierda, ¿qué es lo que quieres contar?¿es un relato de misterio, de amor, de recuerdos…?
- No lo sé todavía
- Te pones a escribir así a lo loco, ¿sin saber lo qué vas a contar?
- Básicamente sí, así es como lo hago siempre
El escritor dejó de mirar sus dedos inmóviles sobre las teclas del ordenador, desviando la vista hacia su amigo que llevaba una hora de reloj pasando de un canal a otro de la televisión ¿qué esperaría encontrar que ya no hubiese encontrado? ¿y qué esperaba encontrar él? Si hacía meses que no se le ocurría nada decente.
Harto de escuchar frases a medias, se puso los zapatos y se fue a dar un paseo, con el frío quizás se le aclarasen las ideas. Saludo al zapatero, al frutero, al del kiosco de periódicos ¿cómo se le iba a ocurrir nada nuevo? si día tras día hacía lo mismo, veía a las mismas personas, hablaba con la misma gente. Pero debía quitarse la idea de la cabeza, no había que llegar a los extremos, la inspiración volvería, no era la primera vez que le pasaba.
Estaba mal, no era cuestión de que le pillasen o no, es que moralmente estaba mal hacer aquello para lograr sus propósitos, por otra parte la moral no había significado mucho en su vida, pero traspasar esa línea, era mucho traspasar.
Volvió a repasar el plan imaginado, podía escribirlo así, pero la crítica de su último libro en la que decían que la novela carecía de un mínimo de realismo necesario en ese tipo de historias para ser simplemente mediocre, seguía dando vueltas por su cabeza.
De todas formas, no podría hacerlo, una cosa es la teoría y otra la práctica, seguro que se pondría nervioso y todo saldría mal, a saber si no acabaría herido. Pero si salía bien, no sospecharían de él, no tenía motivos y crearse una coartada sería sencillo, siempre hay alguien dispuesto a cualquier cosa por dinero.
Vaya que casualidad, la víctima elegida estaba entrando en ese momento en el portal.
- Déjeme ayudarla
- Gracias hijo, que amable eres. Le he pedido al hijo de Juan, el frutero que me ayudase pero me ha contestado que él no hace nada gratis. ¡Qué juventud! Si yo te contase, me levantaba antes de que saliese el sol, ayudaba a mi padre en las tierras, a mi madre en casa, a cuidar a mis hermanos, hacer la compra y si un vecino me pedía algo ¿crees que le contestaba que yo no hacía nada gratis o que ya tenía suficiente trabajo? No señor, si se me hubiese ocurrido contestar….
Dejé de escuchar, ya conocía de memoria la historia, ¿es qué los viejos sólo conocen una historia y la cuentan una y otra vez? Me estaba poniendo dolor de cabeza, tenía que salir de allí cuanto antes, dejé las bolsas de la compra en el suelo y tuvo que decir lo que no debía.
- Qué pena lo de su última novela, no era tan aburrida como decía la crítica
¿Qué no era tan… aburrida? Una vieja de por lo menos doscientos años, que se pasa la vida hablando de cuando acompañaba a su padre a recoger lúpulo y que lo más emocionante que ha hecho es jugar al bingo en su viaje de luna de miel a las Islas Canarias, se atreve a decir que mi novela no es ¿tan aburrida?
No recuerdo mucho, tan sólo la emoción, los latidos de mi corazón acelerándose, el sudor de la palma de mis manos. Cerré la puerta y bajé los escalones de dos en dos, silbando, Nico continuaba con su búsqueda por los distintos canales, ni siquiera me miró cuando pasé delante de él y me senté delante del ordenador. Mis dedos volaban por el teclado
- Te ha vuelto la inspiración ¿eh? No hay nada como un paseito. ¿Sabes ya de lo que va a tratar?
- Creo que de un asesinato ¿qué te parece?
- Bien, pero a mí me molan más las novelas donde muere mucha gente, ya sabes cuanto más sangriento mejor
- Bueno…creo que se podrá arreglar.

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