viernes, 23 de abril de 2010

La víctima


Como cazadores al acecho de su presa los cuatro jóvenes olieron el aire cuando la chica de pelo negro pasó cerca de ellos.
Andaba deprisa por las calles desiertas y oscuras, parecía ansiosa de llegar a algún sitio seguro o tal vez un novio la esperaba en casa, preocupado por las altas horas de la madrugada.
El sonido de los cuatro pares de zapatillas contra la acera, hizo que aumentase el ritmo, no se giró para ver quien la seguía, sólo continuó andando cada vez más rápido, casi corriendo.
Los hombres comenzaron a llamarla, no contestaba a ninguno de los obscenos comentarios, continuaba andando, con la mirada al frente.
Se pusieron a su altura, casi rodeándola, por el momento no la tocaron, se limitaban a mirar su cuerpo ágil y delicado. Se fueron animando unos a otros, diciendo todo lo que les gustaría hacer con ella.
La joven apretó los labios y continuo su camino, sin que sus ojos negros reflejasen ningún sentimiento de miedo o temor.
Al torcer la esquina fue a dar a un callejón sin salida, se quedo unos segundos indecisa, sin saber que hacer.
La entrada estaba bloqueada por los cuatro hombres, que al ver a su trofeo atrapado se excitaron aún más. Se encamino resuelta al enorme muro de hormigón que obstruía la salida, el aire olía a orín y vomitos de borracho.
Un olor aún más fuerte de lujuria y depravación fue superponiéndose al propio del callejón.
La mujer estaba atrapada, pero su pálido rostro aún no revelaba alarma. Se volvió enfrentándose a sus agresores.
Se fueron acercando lentamente, ocupando todo el espacio, haciendo imposible cualquier intento de fuga. Reían impúdicos, disfrutando de antemano lo que pensaban hacer.
Sus mentes habían dejado atrás cualquier rastro de humanidad, preparados para comenzar el pillaje. Si ella hubiese podido leer en los ojos de los hombres, hubiese querido morir en esos breves segundos que transcurrieron antes de que se la echasen encima.
La aplastaron contra la pared, apretando cada uno la parte del cuerpo que le correspondía, una mano tapo la boca de la joven que en ningún momento había intentado gritar.
Su cuerpo seguía relajado. Los jóvenes creyendo que estaba dispuesta a satisfacer sus instintos la soltaron, decidiendo quien sería el primero en disfrutar de ese culo prieto que manoseaban lascivamente.
El jefecillo se autonombró primer explorador. La chica sonrió, sin mostrar aún ninguna intención oculta de evasión.
Mientras estiraba las manos hambrientas hacia los pechos, los otros se retiraron un poco, lo suficiente para dejar espacio pero desde donde pudiesen disfrutar del espectáculo.
Antes de ni siquiera rozar uno de los senos, la joven saltó sobre él. Los cuatro jóvenes jalearon.
Las manos se quedaron separadas en el aire, esperando juntarse en un ruidoso aplauso, la sangre se les heló en las venas.
Su amigo tirado en el suelo con la garganta desgarrada, se llevaba las manos a la herida abierta de la que brotaban chorros de sangre. Antes de que sus cerebros captasen lo que pasaba, otro de ellos voló por encima de sus compañeros con las costillas rotas por el impacto de una pequeña mano blanca.
Los que quedaban en pie echaron a correr, dejando a sus amigos en manos de aquella loca.
Antes de ir tras ellos, la joven se inclinó sobre el que yacía en el suelo sangrando por el cuello, se abalanzó sobre él y sorbió hasta la última gota de sangre.
Se levantó limpiándose la boca, mostrando dos colmillos tan afilados como agujas pero duros como diamantes.
Se acercó al muchacho que lloraba intentando alejarse de aquel monstruo que se reía de él, pidiéndole que hiciese todo de lo que había presumido hacia pocos minutos. Sin ninguna compasión, atravesó el pecho y le arrancó el corazón tragándoselo delante de su dueño que se agitó con sus últimos espasmos de vida.
Aún quedaban dos, escuchó, olió el miedo que iban dejando a su paso y elevó su cuerpo en el aire, para ir tras ellos.
Habían parado un momento en su carrera, pensando que estaban a salvo. La cabeza de uno fue arrancada con facilidad de su cuerpo, dio varios pasos antes de caer inmóvil para siempre.
Estaba llena de sangre, él otro sería reservado para el desayuno, de un golpe lo dejó inconsciente. Con una mano levantó a su víctima y se dirigió a su refugio a toda velocidad.
El sol comenzaba ya a asomar por el horizonte.

1 comentario:

  1. que se jodan, ojala todas las mujeres podiesen defenderse asi de un intento de violación.

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