jueves, 6 de mayo de 2010

EGIPTO UN DON DEL NILO



Siempre quise ir a Egipto,
desde niña soñaba con ello.
Un buen día se cumplió mi sueño.
Fuimos al aeropuerto muy temprano íbamos tres amigas dispuestas a vivir una gran aventura en un destino largamente deseado y muy exótico que prometía días de diversión y misterio.
Subimos a un avión de aerolíneas egipcias, unos ojos bellísimos de largas pestañas y miradas penetrantes, nos dieron la bienvenida, desde el primer momento me sentí fuertemente atraída por ellos, con sus rostros morenos de labios carnosos y de una fuerte complexión física. Estaba casi flotando, el avión era la antesala de un mundo soñado.
Cuando aterrizamos en Luxor al bajar del avión, una oleada de calor húmedo nos invadió y hasta el aire olía diferente.
Nos dirigimos hacia el barco en el que íbamos a realizar nuestro crucero por el Nilo,
al llegar nos ofrecieron una bebida de bienvenida de color rojo intenso hecha a base de flores de hibisco muy refrescante llamada karkadé.
Más tarde nos dieron nuestro camarote de camas un tanto irregulares, un cuarto de baño sin plato de ducha ni bañera nos esperaba con toallas en forma de barcos. Tras la primera ducha se inundó todo el baño y divertidas chapoteamos en el agua.
Salimos a la cubierta del barco, estábamos frente al río Nilo, nos sorprendió su anchura y su caudal, con razón es el río más largo del mundo, no estaba demasiado limpio pero se podía admirar su vegetación de lotos y papiros.
La luz de la noche y de los barcos vecinos reflejada en sus aguas le daba un aspecto irreal, mágico.
Nos sentamos en la cubierta del barco a contemplar el paisaje nocturno, podíamos ver las palmeras vecinas y la diosa egipcia Nut del cielo, nos cubría con su bóveda celeste, la noche era luminosa, tachonada de estrellas e invitaba a soñar.
Al día siguiente fuimos a ver las tumbas del Valle de los Reyes y de las Reinas, entre ellas destacaban la de Tut- Ankh- Amón y la de Nefert-Ary, la primera era la única que conservaba la momia del faraón en su interior y de cuyo descubrimiento en 1922 por Howard Carter y Lord Carnavon tanto se escribió sobre maldiciones de faraones y cuyo enorme ajuar funerario se conserva en el museo del Cairo, en una sala aparte donde destacan su mascara de oro y sus sarcófagos.
La tumba de Nefert-Ary presentaba unas pinturas de colores brillantes que fueron restauradas y cuya iconografía describe como la reina podrá resurgir a una nueva existencia.
Después fuimos a Deir el Medina para poder ver las tumbas de los artesanos y de los nobles, todas ellas con pinturas originales de gran calidad descriptiva entre las que destacan la de Nakht donde se pueden ver tres bailarinas con instrumentos musicales.
En otra, se puede ver la elaboración del vino, como cogían las uvas de la parra, las pisaban y en definitiva como su elaboración es igual después de miles de años.
Visitamos los templos de Karnak y Luxor entre columnas colosales, el sol pegaba fuerte era el mediodía, empezábamos a asfixiarnos, pero por suerte vimos a un policía regando con una manguera , le dijimos que nos mojara para sofocar el calor y con esto nos convertimos en “miss camiseta mojada”, hecho que provocó que todos los que dormían la siesta bajo los sicomoros se despertasen de golpe para mirar.
En el templo de Karnak destacaban las columnas hatóricas con cabeza de vaca dedicadas a la diosa Hathor diosa del amor y la diversión, las de capitel papiriforme y lotiforme con formas de lotos y papiros, que tan bellos habíamos visto entre la vegetación del Nilo. También destacaba la columna de Tabarca.
Había un gran lago artificial con el escarabajo sagrado en el centro que decían que si dabas siete vueltas te quedabas embarazada, era evidentemente una leyenda local.
En el templo de Luxor destacaba la iconografía dedicada al dios Amón-Min, el dios de la fertilidad, sus relieves eran muy explícitos, era un templo más pequeño que el anterior pero de gran encanto.
Subimos en calesas paseando por Luxor, los caballos vestían pompones de colores y cascabeles, los caleseros eran muy dicharacheros y siempre estaban gastando bromas, la música estaba omnipresente en cualquier rincón de Egipto, anduvimos entre gentes con chilabas blancas, niños descalzos, puestos de todo lo inimaginable desde piezas de recambio hasta frutas y verduras, todo expuesto de cualquier manera sin orden ni concierto, la mayoría de las veces en el suelo pero de una forma divertida y caótica.
Bajamos de la calesa y fuimos a tomar algo fresco en un café de terrazas de madera donde solo hombres sorbían su té, fumaban sus argilas y jugaban al chaquete.
Nos miraban divertidos, nosotras tomábamos bebidas refrescantes contenidas en botellas que aquí se retiraron hace más de veinte años.
Mi amiga sacó un cigarro y pidió fuego y le dijeron “no, las mujeres no fuman”,
quedó tan sorprendidas que se lo pidió a otra persona que sí se lo dio.
Caben destacar los zumos de frutas naturales que estaban buenísimos con trozos de fruta en su interior, el de guayaba es exquisito.
Cuando volvimos al barco para tomar una ducha, nos encontramos en el camarote con que nos habían hecho unas bonitas figuras con todo lo que encontraron a su alrededor, muñecos, toallas con formas de cisnes y serpientes, flores...
Después subimos a cubierta para tomar una Stella la cerveza egipcia local muy suave pero de medio litro, allí se nos unieron algunos trabajadores del barco con los que compartimos risas y frutos secos españoles.
Otro día se hizo una fiesta en el barco, pudimos alquilar unos disfraces fabulosos de lentejuelas multicolores por delante y transparentes por detrás.
La cena se presentaba decorada con motivos faraónicos, toda una serie de verduras frescas, ensaladas, cremas, carnes y frutos secos con aromas a especias.
Después bailamos con el sonido de timbales y darbukas y contemplamos un espectáculo de derviches girantes de grandes faldas y sombreros, caballos fantásticos, danzas con bastones... todo era luz, color y exotismo.
Seguimos navegando Nilo abajo entre sus exuberantes riberas llenas de verdor y frondosidad, todo ello contrastaba con el paisaje desértico de detrás que formaba sugerentes dunas.
Pudimos ver unos templos grecorromanos muy bellos en Esna, Edfu y konombo.
Zocos donde podían verse montañas de especias de vivos colores en forma de pirámide y comprar no sin antes regatear, el deporte nacional, figurillas de alabastro, chilabas, rababas, que eran guitarras egipcias propias de Assuan y toda una serie de objetos que evocaban magia y sensualidad.
También fuimos a Assuan donde vimos el templo de Phile dedicado a la diosa Isis del amor, para llegar a él cogimos un barco pequeño pues está en la isla de Elefantina.
Desde Assuan tomamos un mini bus destartalado con algunos asientos sin respaldo rumbo a Abu Simbel, con parada en el desierto para ver amanecer, gracias al proyecto de la Unesco el templo fue salvado de las aguas ya que tras la construcción de la nueva presa, que dio también origen al lago Nasser iban a quedar algunos templos anegados por las aguas y este fue salvado y desmontado pieza a pieza y llevado cerca de la frontera con Sudan donde se vació una montaña artificial y se metió el templo.
A su lado estaba también un bello templo dedicado a la esposa de Ramsés II Nefert-Ary.
Al terminar el crucero tomamos un avión rumbo al Cairo, la madre del mundo, Al Qahira( la victoriosa). Es una gran ciudad superpoblada pero no carente de encanto a pesar del desorden, del gran tráfico y de la dificultad para cruzar sus calles, sin apenas semáforos y donde puede atropellarte desde un burro hasta una camioneta llena hasta arriba de verduras, la mejor opción según nos contaron los lugareños, era cerrar los ojos y cruzar encomendándote a Allah, la verdad para nosotras un tanto complicado, por lo que optamos por pedir ayuda a un guardia urbano al que casi se llevan también por delante.
Desde todos lados podía oírse una música ensordecedora con mucho ritmo, cualquier sitio era digno para marcarse un bailecito oriental.
La danza del vientre era muy común, en muchos cafés grandes pudimos ver a las bailarinas orientales, entradas en carnes bailando de una forma muy sensual, con trajes de lentejuelas de brillantes colores, transparencias y un cinturón de monedas.
La vida nocturna era muy variada, se podían ver cantantes, tañedores de laúd, poetas, magos, adivinos y un sin fin de personajes propios de las mil y una noches.
La ciudad no dormía, todo estaba abierto las veinticuatro horas del día, además la llamada a la oración del muecín desde los minaretes de las mezquitas cercanas, se hacía cinco veces al día, era un canto dulce, espiritual muy emotivo.
De día pegaba un sol de justicia, aún así fuimos a visitar las pirámides, al ver la gran pirámide de Keops sentí que se me inundaban los ojos de lágrimas, era verdad, estaba allí y las pirámides parecían invitarme a penetrar en un mundo de antigüedad y misticismo.
Bordeamos la llanura de Gizeh, vimos la esfinge de mirada enigmática, con la cara llena de agujeros ya que los soldados de Napoleón hicieron prácticas de tiro en su cabeza,
el museo de la barca solar y entre medias fuimos raptadas por unos beduinos a camello y devueltas sanas y salvas.
Estuvimos en Saqqara y Menfis, en la primera vimos a la precursora de las pirámides, la pirámide escalonada de Zoser que era una superposición de mastabas, sus tumbas eran también muy bonitas.
En el museo de Menfis pudimos ver la estatua colosal de Rasees II tumbada.
Después en el museo egipcio de Taharir pudimos contemplar una gran cantidad de piezas de arte antiguo expuestas como en un gran bazar.
Por la noche fuimos al gran zoco de Khan al Khalili con un sin fin de tiendas ,una gran cantidad de artículos, de intrincadas callejuelas llenas de cafés que invitaban a perderse en ellos, mi preferido el café Al-Fishawi donde el premio nobel Nayib Mahfuz solía ir a tomar té y a disfrutar de una pipa de agua , allí podías ver a vendedores ambulantes voceando sus preciosas mercancías y a tatuadotas de henna que por un módico precio te hacían un tatuaje florido que luego podías lucir en España .Sentías tus sentidos exaltados en un país que te atrapa donde todo ocurrirá inshaallah (si dios quiere), donde nunca hay problemas (ma fish muskela), si algo ocurre no pasa nada (malesh) y donde el tiempo no existe, todo es un fluir continuo como el Nilo ancestral.
Te sientes atrapada entre sus gentes y su cultura milenaria.

Dice un refrán egipcio que si tocas el agua del Nilo volverás a Egipto, en mis largos paseos en falúa una barquita de vela, muchas veces pude sentir su agua como una libación.
El dios del Nilo Hapy vertió en mí su limo fecundo haciéndome fértil y parte de él, porque que es Egipto sino un Don del Nilo.

1 comentario:

  1. si tocas el agua del Nilo se te hincharán las manos y si eres afortunado no tendrán que cortárterlas jajajaja. Me ha gustado mucho, besos Ayesha

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