sábado, 10 de abril de 2010
Blanca amiga
De pie. Delante de la ventana, veo resbalar las gotas de lluvia por el cristal.
No deja de llover. Estoy sumido en mis pensamientos. Sin poder salir a buscar a mi gran amiga.
Una amiga que consigue que me olvide de todas mis miserias, la única que no me juzga, que solo me lleva de marcha, que logra que juntos rompamos la noche.
No puedo llamarla, no la dejan entrar a verme.
Tengo que buscar la manera de salir de este lugar, lleno de gente siniestra.
Necesito estar con ella. Voy a coger el coche para ir a su encuentro. Se donde está.
No puedo, las llaves están en el coche y éste en algún garaje. Descuidado, roto, abandonado.
Pasan los días. Estoy prisionero en este sitio, no hay donde poder excavar. Hacer un túnel y largarme de aquí, para ir a recogerte allá donde siempre estás.
Todos los que están aquí dicen que no me convienes, que me perjudicas. Pero cómo pueden decir eso, no te conocen, no saben lo que eres capaz de conseguir, solo hablan de oídas, ellos si que nos juzgan. No nos escuchan, se creen que son mejores porque hacen lo correcto.
Lo correcto, ¿Para quién? no he matado a nadie por ti, tampoco he robado, no hago daño a nadie, ¿acaso no es eso correcto?
Hecho de menos como te ponía sobre la mesa, con mucho mimo te colocaba y conseguía que tuvieras la posición correcta, acercar mi cara a ti e inhalar todo tu ser, tu aroma. Pronto saldré de esta inmundicia de lugar, te iré a buscar, volveremos a disfrutar los dos juntos.
Estoy fuera. Por fin me he escapado, he salido por la puerta mientras mi vigilante dormía. Empiezo a correr para llegar a ti cuanto antes.
Te encuentro, te sostengo entre mis manos, envuelta en un tul suave, tan blanca, tan ligera, pero a la vez tan fuerte. Te llevo a mi casa. Ya estamos solos, no hay ser que nos pueda interrumpir.
Te saco de tu bella vestidura, te coloco íntegra sobre la mesa del comedor. Te miro con un deseo desenfrenado, pero me tomo mi tiempo para seguir observándote.
Hace tanto tiempo que no te veía.
Llega el momento, te tomo entera, de punta a punta, no dejo nada de ti sin inhalar. Me siento feliz. Tumbado en el sofá, ya no habrá nada que nos separe, me quedo dormido pensando en ti.
Me despierto y ya no estás, te has marchado sin decirme cuando volverás, tengo que salir a buscarte.
Tu esencia se ha ido, no puedo soportar tu abandono, me sumo en una profunda depresión, ya no puedo seguir así, necesito que no me abandones.
Cojo un cinto, lo paso por la lámpara del salón, cojo una silla y me subo en ella, pongo el cinto alrededor de mi cuello. Solo me queda dar empujón a la silla y todo se acabó, ya no saldré más en tu busca.
Adiós blanca amiga.
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