martes, 13 de abril de 2010
Soledad
Querido Sergio,
Escribo estas líneas, mirando el amanecer a través de la ventana de mi habitación. Un rayo de luz atraviesa el cristal, estrellándose en el frío y desnudo suelo, el sol intenta abrirse camino entre espesas nubes.
En el cuarto contiguo escucho a mi vecino intentando que sus fantasmas interiores le dejen tranquilo, los doctores dicen que la medicación le está ayudando a superar sus angustias y temores. A mí sólo me parece que le aturde el cerebro.
Con el tiempo dicen se sobrepondrá y el dolor se irá diluyendo, como si el tiempo fuese el elixir que todo lo cura.
Así es como actúa ésta sociedad en la que vivimos, donde lo que deseabas ayer mismo, hoy una vez conseguido queda escondido en algún oscuro rincón del armario, junto con otros miles de objetos que una vez anhelaste.
Ese es mi problema que me aferro demasiado a las cosas y no sé dejarlas ir.
Trastorno obsesivo-compulsivo del tipo atormentada y obsesiva pura es mi diagnóstico, como si yo estuviese enferma por no querer desprenderme de tu recuerdo, como si no fuesen ellos los enfermos, que borran de su mente todo lo que les estorba.
Que debo pasar página insisten, que debo salir , relacionarme con más gente, aunque ésta me desagrade, que me apunte a alguna actividad, como si el llenar mi vida con otras personas fuese a ayudarme.
Como podrían sustituir esos desconocidos la visión de tu cabello agitado por la brisa o el sabor de la sal sobre tu piel al emerger del mar.
Perseguido por las olas renuentes también, a dejarte marchar. Como sustituirán tu calida sonrisa, que hacía temblar mi corazón cada vez que me mirabas. Cómo, me pregunto yo, se sustituye a Dios por un ídolo de barro.
Me olvidarás y serás feliz me dijiste, le olvidarás me decían mis amigos y yo confié en todos ellos.
Sé que luchaste por permanecer a mi lado pero el enemigo era demasiado fuerte para vencerlo, te tenías que ir. Me hiciste prometer que no te seguiría hasta que llegase mi momento.
Maldigo ese instante de debilidad que tuve, me arrancaste la promesa amparándote en tu felicidad, olvidándote de que la mía dependía únicamente de ti.
Cada día a cada instante rememoro el tiempo que estuvimos juntos, un tiempo de felicidad total, sin fisuras, que yo creía eterna.
Eso es lo que me piden que deje atrás, mi felicidad.
Debo abandonar mis ensoñaciones donde estamos de nuevo juntos y aunque irreal me produce cierta alegría y enfrentarme a la realidad donde sólo soy un peón de ajedrez más, del que no importará desprenderse cuando sea necesario.
Conformarme con las pequeñas alegrías que se nos ofrecen cada día, una rosa que florece, las risas de los niños…pero la rosa morirá y los niños crecerán y enfrentados a la dura realidad ya no reirán felices y despreocupados.
Evitar los pensamientos negativos, pero acaso eso es posible viendo la televisión o escuchando la radio, incluso en las novelas siempre hay algún perdedor y no me engaño cuando pienso que ese papel me ha tocado a mí.
Ayer me visitó tu madre.
Ella ha conseguido continuar con su vida y es capaz de recordarte sin tristeza. Pero ella siempre ha sido fuerte, yo también lo sería si encontrase una razón para serlo.
No entiendo porque alargar mi sufrimiento unos cuantos años más, que piensan que voy a conseguir integrándome sana y cuerda en la sociedad, ¿un trabajo mal pagado?¿una hipoteca a terminar de pagar en cincuenta años?
A veces intentan que despierte, haciendo que me sienta culpable por el sufrimiento que estoy causando a los que me quieren.
Entonces debería disimular y permitirlos creer que todo va bien, para que ellos sean felices, y si ¿todos hacemos lo mismo?.
Me pregunto si eso es lo que ocurre, que la mayoría de las personas no son sino que disimulan y con el tiempo se lo creen y se acomodan a esa felicidad ficticia. Entonces, ¿por qué mi alegría imaginaria es diferente?
En mis peores momentos, sé que tengo que dejarte ir, pienso que utilizo tu recuerdo para no enfrentarme a mis miedos, soy una cobarde, pero el cobarde no elige serlo, a todos nos gustaría ser valientes caballeros listos en todo momento para el combate. Pero de los dos tú eras el héroe y te vencieron, ¿qué será entonces de mí?
El sol ha conseguido colarse entre las nubes, siempre antes o después termina por lograrlo…
Por siempre tuya, Soledad
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Que derroche de emotividad y sentimiento,que gran homenaje a lo que fue y pudo haber sido.
ResponderEliminarHay que tener presente que las rosas tambien tienen espinas.
Ayesha